Ben Aaronovitch - Susurros subterráneos

Здесь есть возможность читать онлайн «Ben Aaronovitch - Susurros subterráneos» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Susurros subterráneos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Susurros subterráneos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Es hora de llamar de nuevo al agente Peter Grant, el último mago de Gran Bretaña. Es Navidad, y Peter Grant recibe una llamada de la inspectora Stephanopoulos: debe investigar un asesinato en uno de los túneles del metro de Londres en Baker Street, un lugar tenebroso, húmedo y con un pasado muy oscuro. Todos los indicios apuntan a que una fuerza mágica ha intervenido en la muerte de la víctima, James Gallagher, hijo de un senador estadounidense. El FBI envía a la agente Kimberly Reynolds para colaborar en la investigación y Peter se verá obligado a ocultarle cualquier atisbo de magia. En las oscuras entrañas de la ciudad, plagadas de cloacas victorianas y ríos enterrados, resuenan los susurros de unos espíritus torturados que buscan venganza…"Las novelas de Aaronovitch son divertidas, encantadoras, ingeniosas y emocionantes, y dibujan un mundo mágico muy cerca del nuestro." The Independent

Susurros subterráneos — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Susurros subterráneos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Alguien tenía que quedarse hasta que Stephanopoulos llegara con la caballería y vigilara a Zach, quien, si bien no era exactamente un sospechoso todavía, estaba imitando a uno bastante bien. Guleed y Carey se jugaron semejante privilegio a piedra, papel y tijeras. Carey perdió.

Tenía que llevar a Guleed a la comisaría de Belgravia para que entregara la declaración de Zach al Equipo de Investigación Interna, que la introduciría en HOLMES, el potente sistema informático encargado de filtrar, cotejar y, con suerte, evitar que quedemos como unos idiotas a ojos de los ciudadanos. Atrapar al auténtico criminal sería la guinda del pastel.

Nos adentramos en la débil luz grisácea del exterior, que parecía darle un aspecto más frío a las cosas, pero al menos el sitio ya no se asemejaba a un plató de cine. Caminé cuidadosamente por los adoquines helados y resbaladizos con el cuenco mágico entre las manos. Todos los coches que había en la calle estaban blancos por la escarcha, incluido mi Asbo. Encendí el motor y después hurgué en la guantera en busca del raspador; tardé una eternidad en limpiar el parabrisas mientras Guleed esperaba sentada en el asiento del copiloto y me daba consejos.

—Tienes mejor calefacción en tu coche que nosotros en el nuestro —dijo Guleed cuando me monté en el asiento del conductor. La miré. Tenía las manos entumecidas y tuve que tamborilear con los dedos encima del volante un par de segundos para poder recuperar la sensibilidad y así conducir de forma segura.

Entré a Kensington Park Road y añadí un par de guantes para conducir a mi lista de regalos de Navidad.

Estaba girando para entrar en Sloane Street cuando empezó a nevar. Pensé que caería como ligeras motas de polvo, la clase de fiasco que se convertía en una gran decepción cuando eras pequeño. Pero enseguida empezaron a caer verticalmente en el aire en calma unos copos grandes que se posaban en el acto, incluso en las calles principales. Bajé la velocidad y me encogí de miedo cuando un capullo en un Range Rover me pitó, me adelantó, perdió el control y se estrelló contra el maletero de un Jaguar XF.

A pesar del frío, bajé la ventanilla al pasar cautelosamente por delante y le expuse que las características superiores de conducción de un todoterreno se anulaban si uno no sabía conducir bien.

—¿Has visto algún herido? —le pregunté a Guleed—. ¿Crees que deberíamos parar?

—No —dijo Guleed—. No es nuestro trabajo y, de cualquier modo, creo que será el primero de muchos.

Vimos otras dos colisiones leves antes de llegar a Sloan Square y la nieve empezaba a amontonarse en lo alto de los coches, en las aceras e incluso sobre las cabezas y los hombros de los peatones. Para cuando me detuve delante de los ladrillos rojos exteriores del bloque de la comisaría de Belgravia, el tráfico se había reducido a un chorreo de conductores desesperados y arrogantes. Incluso la superficie de Buckingham Palace Road estaba blanca; nunca antes la había visto así. Dejé el motor encendido mientras Guleed salía. Me preguntó si quería que se llevara el cuenco, pero le respondí que no.

—Quiero que mi jefe le eche una ojeada primero —dije.

Cuando desapareció sana y salva de mi vista, me bajé del Asbo, abrí el maletero y saqué mi chaqueta reflectante de la Policía y, puesto que cuando la temperatura desciende drásticamente incluso yo estoy dispuesto a sacrificar la elegancia por la comodidad, me puse un gorro con una borla granate y morada que me había tejido una de mis tías. Cuando me lo hube puesto todo encima, volví a subirme al coche y me dirigí al oeste… lentamente.

James Gallagher no estudiaba en el flamante y vanguardista campus principal de King’s Cross, sino en el edificio Byam Shaw, más pequeño, que se encontraba cerca de Holloway Road, junto a Archway. Aquello era, en palabras de Eric Huber, el tutor de James Gallagher y el director del estudio, algo positivo.

—Es demasiado nuevo —dijo al hablar del campus principal—. Se construyó especialmente con todas las comodidades y grandes espacios para las oficinas de los administrativos. Es como intentar ser creativo dentro de un McDonald’s.

Huber era un hombre bajito y de mediana edad que vestía con una cara camisa color lavanda y unos chinos. Era obvio que en la actualidad lo vestía su pareja, probablemente un modelo más joven que él, alumno de segundo año, a juzgar por lo que veía. Lo que lo había delatado había sido su pelo despeinado y su abrigo: una chupa de cuero agrietada que provenía, obviamente, de una época anterior y a la que había tenido que recurrir por la nieve.

—Es mucho mejor trabajar en un edificio que ha evolucionado de forma orgánica —dijo—. De esa forma puedes aportar algo.

Nos habíamos encontrado en la recepción y me condujo hacia dentro. La universidad se localizaba en un par de edificios de ladrillo que se habían construido como fábricas a finales del siglo xix. Huber me contó con orgullo que se había utilizado para fabricar munición durante la Primera Guerra Mundial y, por ese motivo, tenía unos muros gruesos y un techo ligero. El espacio destinado a los estudiantes había sido una vez una planta diáfana de la fábrica, pero la universidad la había dividido con unos paneles blancos que iban del suelo al techo.

—Se dará cuenta de que no hay estancias cerradas —dijo Huber mientras me conducía a través del laberinto de tabiques—. Queremos que todos puedan ver el trabajo de todos. No tiene sentido venir a la universidad y después encerrarte en una habitación.

Por extraño que parezca, era como volver al aula de plástica del colegio. Las mismas manchas de pintura, rollos de papel, tarros de cristal medio llenos de agua sucia y pinceles. Bocetos sin acabar en las paredes y el ligero olor rancio a aceite de linaza. Claro que a mayor escala. Había cientos de pólipos hechos con papel de colores minuciosamente doblado dispuestos en uno de los tabiques. Lo que pensaba que era un exhibidor con viejos vídeos y televisores almacenados resultó ser una obra a medio terminar.

La mayoría de las cosas que dejábamos atrás, o al menos las que pude identificar, eran abstractas, estaban medio esculpidas o eran obras hechas de objetos encontrados. *De manera que fue una sorpresa llegar al rincón del estudio de James Gallagher y descubrirlo lleno de pinturas. Pinturas bonitas. Los cuadros que había en su habitación de Notting Hill eran obras suyas.

—Estas son un pelín distintas —comenté.

—En contra de lo que se espera de nosotros —dijo Huber—, no rehuimos lo figurativo.

Las pinturas eran de las calles de Londres, de sitios como Camden Lock, St. Paul, The Mall o Well Walk, en Hampstead; todas mostraban días soleados con gente feliz vestida de colores. No entiendo sobre pinturas figurativas, pero se parecían sospechosamente a la clase de cosas que se vendían en las tiendas de antigüedades cutres junto a los cuadros de payasos o de perros con sombrero.

Le pregunté si no eran un poco turísticos.

—Le seré sincero. Cuando hizo su solicitud, pensamos que su trabajo era… ingenuo, pero uno tiene que mirar más allá del contenido y ver lo hermosa que es su técnica —dijo Huber.

Y tampoco debió de hacer daño que fuera un estudiante extranjero que pagaba el precio íntegro, y mucho más, por dicho privilegio.

—Por cierto, ¿qué le ha ocurrido a James? —preguntó Huber. Su tono de voz se había vuelto indeciso, cauteloso.

—Todo lo que puedo decir es que hallamos su cadáver esta mañana y que estamos tratando su muerte como sospechosa. —Aquella era la fórmula estándar para estos casos, aunque un «cadáver hallado en la estación de Baker Street» saldría en las noticias del mediodía después de «indignación ciudadana por la gran nevada que ha bloqueado Londres». Suponiendo que los medios no diesen con alguna forma de conectar las dos historias.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Susurros subterráneos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Susurros subterráneos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Ben Aaronovitch - Broken Homes
Ben Aaronovitch
Ben Aaronovitch - Whispers Under Ground
Ben Aaronovitch
Lisa Jackson - Susurros
Lisa Jackson
Ben Aaronovitch - Moon Over Soho
Ben Aaronovitch
Ben Aaronovitch - Rivers of London
Ben Aaronovitch
Jack Kerouac - Los subterráneos
Jack Kerouac
Jocsan Jafet Fernández - Gritos y susurros
Jocsan Jafet Fernández
Ben Aaronovitch - Verano venenoso
Ben Aaronovitch
Ben Aaronovitch - Familias fatales
Ben Aaronovitch
Ben Aaronovitch - La luna sobre el Soho
Ben Aaronovitch
Отзывы о книге «Susurros subterráneos»

Обсуждение, отзывы о книге «Susurros subterráneos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x