LA LUNA SOBRE EL SOHO
Ben Aaronovitch
Traducción de Marina Rodil
Serie Ríos de Londres 2
Página de créditos
La luna sobre el Soho
V.1: abril, 2020
Título original: Moon Over Soho
Publicado originalmente por Gollanz, un sello de Orion Publishing Group (Londres)
© Ben Aaronovitch, 2011
© de la traducción, Marina Rodil, 2018
© de esta edición, Futurbox Project, S. L., 2020
Todos los derechos reservados.
Ilustración de cubierta: © Stephen Walter
Ilustración cortesía del autor, tomada de la obra The Island - London Series
Diseño de cubierta: © Patrick Knowles
Publicado por Oz Editorial
C/ Aragó, 287, 2º 1ª
08009 Barcelona
info@ozeditorial.com
www.ozeditorial.com
ISBN: 978-84-16224-91-3
THEMA: FM
Conversión a ebook: Taller de los Libros
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LA LUNA SOBRE EL SOHO
Vuelve Peter Grant, el detective más mágico de Scotland Yard
Cyrus Wilkins, bajista de jazz por las noches y contable de día, sufre un ataque al corazón durante una actuación en el Club 606 del Soho. Cuando el detective de Scotland Yard y aprendiz de mago Peter Grant examina su cadáver, no puede evitar fijarse en la canción que emerge del cuerpo de la víctima… un claro indicio de que una fuerza sobrenatural acabó con su vida. Con la ayuda de su padre, el famoso trompetista Lord Grant; el inspector Nightingale, el último mago de Inglaterra; y la hermosa y misteriosa aficionada al jazz Simone Fitzwilliam, Peter tratará de acabar con una magia muy poderosa que amenaza la vida en el célebre y pintoresco barrio del Soho.
«Los libros de Aaronovitch son una obra divertida, encantadora, ingeniosa y emocionante que dibuja un mundo mágico muy cerca del nuestro.»
The Independent
Portada
Página de créditos
Sinopsis LA LUNA SOBRE EL SOHO Vuelve Peter Grant, el detective más mágico de Scotland Yard Cyrus Wilkins, bajista de jazz por las noches y contable de día, sufre un ataque al corazón durante una actuación en el Club 606 del Soho. Cuando el detective de Scotland Yard y aprendiz de mago Peter Grant examina su cadáver, no puede evitar fijarse en la canción que emerge del cuerpo de la víctima… un claro indicio de que una fuerza sobrenatural acabó con su vida. Con la ayuda de su padre, el famoso trompetista Lord Grant; el inspector Nightingale, el último mago de Inglaterra; y la hermosa y misteriosa aficionada al jazz Simone Fitzwilliam, Peter tratará de acabar con una magia muy poderosa que amenaza la vida en el célebre y pintoresco barrio del Soho. «Los libros de Aaronovitch son una obra divertida, encantadora, ingeniosa y emocionante que dibuja un mundo mágico muy cerca del nuestro.» The Independent
Dedicatoria Para Kalifa, porque todos los padres anhelan ser héroes para sus hijos. .
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Nota histórica
Notas
Agradecimientos
Sobre el autor
Para Kalifa, porque todos los padres anhelan ser héroes para sus hijos. .
«Hay hombres que han muerto por esta música.
Uno no puede tomarse algo más en serio que eso.»
Dizzy Gillespie, trompetista, cantante y compositor estadounidense de jazz
Es una triste realidad de la vida moderna que, si conduces bastante, tarde o temprano acabas saliendo de Londres. Si tomas la A12 hacia el noreste, llegas a Colchester, la primera capital romana de Britania y la primera ciudad que incendió la chula pelirroja de Norfolk conocida como Boudica. Todo esto lo sabía porque había estado leyendo los Anales de Tácito como parte de mis deberes de latín. En ellos, Tácito muestra una empatía brutal hacia los británicos y ataca con mordacidad a los poco preparados generales romanos, que «pensaban más en el placer que en la conveniencia». Los portentos sin personalidad, que colmaban el Ejército británico, educados a la antigua, se tomaron esta reprimenda muy en serio, como es evidente, porque Colchester es ahora el hogar de los soldados más rudos: el Regimiento de Paracaidistas. Al haberme pasado muchas noches de sábado luchando junto a los reclutas de Leicester Square en mi período de prueba, me aseguré de quedarme en la carretera principal y evité por completo entrar en la ciudad.
Una triste realidad de la vida moderna consiste en que, si conduces lo bastante, tarde o temprano acabas dejando Londres atrás. Si tomas la A-12 hacia el noreste, llegas a Colchester, la primera capital romana de Britania y la primera ciudad que incendió Boudica, la chula pelirroja de Norfolk. Todo esto lo sabía porque había estado leyendo los Anales de Tácito como parte de mis deberes de latín. En ellos, Tácito muestra una empatía brutal hacia los británicos y ataca con mordacidad a los incompetentes generales romanos, que «pensaban más en el placer que en la conveniencia». Los portentos sin personalidad que colmaban el ejército británico, educados a la antigua, se tomaron esta reprimenda muy en serio, como es evidente, porque Colchester es ahora el hogar de los soldados más rudos: el regimiento de paracaidistas. Al haberme pasado muchas noches de sábado luchando junto a los reclutas de Leicester Square en mi periodo de prueba, me aseguré de quedarme en la carretera principal y evité por completo entrar en la ciudad.
Al pasar Colchester, giré hacia el sur y, con la ayuda del GPS de mi móvil, me metí en la B-1029 y pasé por el pedazo de terreno seco con forma de cuña que está embutido entre el río Colne y Flag Creek. Al final de la carretera estaba Brightlingsea, en la costa, tal y como siempre me había contado Lesley. Como si fuera un montón de basura varada en la línea de pleamar. Lo cierto es que no me pareció que estuviese tan mal. Había estado lloviendo en Londres, pero una vez pasado Colchester, me dirigí hacia unos cielos azules y un sol que brillaba por encima de hileras de casas victorianas, bien conservadas, que bajaban hasta el mar.
Localizar chez May fue sencillo; una casa de campo de falso estilo eduardiano construida en los setenta, cubierta casi por completo de farolillos y guijarros. La puerta principal estaba flanqueada, a un lado, por una cesta colgante repleta de flores azules y, al otro, por el número de la casa pintado en un plato de cerámica con forma de velero. Me detuve y estudié el jardín; había gnomos holgazaneando junto a un bebedero para pájaros decorativo. Respiré hondo y llamé al timbre.
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