Jorge Eliécer Guerra Vélez - La izquierda legal y reformista en Colombia después de la Constitución de 1991

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La izquierda legal y reformista ha sido decisiva en la lucha por la ampliación de la democracia colombiana en las últimas décadas. Que varias guerrillas se hayan convertido en el germen de coaliciones, partidos o movimientos políticos luego de arduos procesos de paz con diferentes gobiernos; que Bogotá, ciudad capital, haya tenido gobernantes con extracción reconocida de movimientos de izquierda, y que de ahí provenga también un candidato presidencial que estuvo muy cerca del primer mando ejecutivo del país en el 2018, es apenas una muestra del papel que esta vertiente ideológica ha tenido en las transformaciones políticas de las últimas décadas en Colombia. Las varias negociaciones de paz que preludiaron la Asamblea Constituyente de 1991, las aspiraciones a gobiernos locales y a curules legislativas de los sectores de izquierda en medio de procesos organizativos en ciernes, la convergencia de múltiples facciones en el Polo Democrático Alternativo, los líderes visibles, las rupturas y las reorganizaciones en medio de contiendas electorales y de aciertos y errores en los gobiernos alcanzados, entre otros, son los temas que aborda este libro, de forma detallada y amplia, por lo que es seguro que quienes lo lean encuentren información y análisis profundo de procesos claves para comprender la historia política reciente de nuestro país y el lugar que tiene en ella la izquierda legal y reformista.

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64Antonio Navarro Wolff, citado en Villarraga, Álvaro y Plazas, Nelson. Para reconstruir los sueños…, op. cit., p. 462.

65Ibid., p. 464. La reunión fue sostenida entre el 6 y el 7 de agosto de 1991.

66El Partido Liberal, con 2 489 647 votos, obtuvo 56 senadores, para la Cámara, con 1 852 296 votos, se hizo a 87 escaños. El Partido Social Conservador tuvo, respectivamente, 507 501 votos, con 20 senadores, y 534 734 votos, con 25 escaños. El total de votos para el Senado fue de 5 486 394 y para la Cámara de 3 369 774.

67La otra parte de los votos procedían de Cundinamarca (13 211 votos a los que se les suman los de Bogotá), Valle (53 321 votos), Atlántico (45 208 votos), Nariño (36 136 votos) y Antioquia (26 779 votos). De estos 9 senadores, uno fue elegido por la Anapo.

68Fue en Cundinamarca en donde la up obtuvo su mejor resultado en la votación para el Senado con 16 570 votos, luego en Antioquia (11 616 votos), Arauca (5613 votos) y Santander (5017 votos).

69Sin datos respecto a la Cámara de Representantes.

70Entrevista a Carlos Alonso Lucio, el 19 de noviembre de 1991, Bogotá (en Nieto, Jaime Rafael. La Alianza Democrática m-19…, op. cit., p. 216).

71Los otros senadores fueron Pedro Antonio Bonet, Carlos Albornoz Guerrero, Mario Laserna, Eduardo Chávez y Aníbal Palacio.

72Por Cundinamarca, Gustavo Petro alcanzó 12 940 votos. Otros representantes fueron Ramiro Alberto Lucio Escobar, con 60 153 votos, por Bogotá; Rafael Jaime Navarro Wolff, con 63 302 votos, por el Valle; Manuel Antonio Castilla Espinosa, con 42 000 votos, por Atlántico; y Gloria Cecilia Quiceno Acevedo, con 38 376 votos, por Antioquia.

73Antonio Navarro Wolff, en la reunión de Esperanza, Paz y Libertad del 6 y 7 de agostos de 1991 (en Villarraga, Álvaro y Plazas, Nelson. Para reconstruir los sueños…, op. cit.).

74Ver Duverger, Maurice. Les partis politiques. París: Seuil, 1981, p. 37.

75Villarraga, Álvaro y Plazas, Nelson. Para reconstruir los sueños…, op. cit., p. 467.

76Navarro Wolff fue remplazado por Camilo González Posso, quien a su vez fue remplazado por Gustavo de Roux.

77Nieto, Jaime Rafael. La Alianza Democrática m-19…, op. cit., p. 213.

78Duverger, Maurice. Les partis politiques…, op. cit., p. 24.

79Ibid., p. 37.

80Los candidatos que la up presentó a las alcaldías recogieron 23 675 votos, los de la ad m-19, apenas 831 votos, y los de la Anapo 29 639 votos.

81Navarro Wolff, Antonio. ¿Qué paso con la ad m-19? No supimos definir una personalidad política. Entrevista, p. 60. Revista Foro, 24, septiembre de 1994, pp. 57-62.

82Ramírez, Socorro y Restrepo, Luis A. Actores en conflicto por la paz. El proceso de paz durante el gobierno de Belisario Betancur (1982-1986). Bogotá: Cinep y Siglo XXI, 1988, p. 53.

83Álvarez, Adolfo y Llano A., Hernando. La Alianza Democrática m-19: ¿una tercera fuerza frustrada?, p. 69. Foro, 24, septiembre de 1994, pp. 63-75.

84A partir de esas elecciones y por determinación de la nueva Constitución va a exigirse contar una mayoría absoluta para acceder a la jefatura del Estado, lo que va a abrir la posibilidad de una elección a dos vueltas.

Conclusión primera parte

El bipartidismo siempre supo reinventarse, asistido por unas elites que gracias a él construirán, destruirán y reconstruirán la vida de la nación. Ello no impidió la aparición de expresiones políticas, legales o no, con otra oferta para edificar la cosa pública. En el caso de las segundas, en particular las guerrillas, se vio que algunas optaron por someterse a las reglas de la democracia representativa, siendo el Movimiento 19 de Abril (m-19) la primera en dar el paso. No se tiene claridad de cuál fue su programa antes y luego de firmada la paz. Con una amalgama de nacionalismo, izquierdismo a la criolla y antiimperialismo (no confundir con anticapitalismo) y con una capacidad sin par de generar golpes de opinión, supo ganarse la afición de mucha gente. Incluso las clases medias urbanas y en expansión no le cobraron la garrafal falta de la toma del Palacio de Justicia, pues lo posicionaron con fuerza en la Asamblea Constituyente. Sus exigencias durante los diálogos con el gobierno Barco, tales como una nueva Constitución, la realización de planes de desarrollo local, la salvaguarda de la soberanía y la preparación del régimen para una cohabitación entre las principales fuerzas vivas del país, no permiten denotar un curtido bagaje teórico y menos aún pretensiones de ejecutar cambios radicales en materia económica. Por el contrario, comportaban adecuaciones de envergadura en el plano político, puesto que transformaron el andamiaje legal; sin el cual su transformación en movimiento político y su participación en la contienda por el poder mediante las vías democráticas se habría quedado sin amparo. Con olfato el m-19 supo aprovechar los cambios constitucionales y de gobierno en otros países latinoamericanos. No consiguió el poder por la vía armada, y pudo, sin embargo, transar con el Gobierno, a menudo solo interesado en el silencio de los fusiles, el reconocimiento y la participación política.

De cara a la opinión, el m-19 se valió ante todo del carisma, no de un programa, siendo Carlos Pizarro quien recogiera los panegíricos y apegos como parte de esos líderes que renovarían la clase política, y uno de quienes llegaban a alentar el reducido grupo de dirigentes de izquierda pese al riesgo que ello acarreara. Como se vio, su muerte no detuvo la determinación del m-19 de responder al llamado de cambio y de paz. De cara a un régimen bipartidista fosilizado, su operación consistió en sostenerse como una organización partidista, coadyuvada por otras fuerzas tales como el Partido Revolucionario de los Trabajadores (prt) o el Movimiento Armado Manuel Quintín Lame (maql), que se satisficieron con garantías para el desarrollo de las zonas donde hicieron presencia.

Contrario al m-19, la tríada Ejército Popular de Liberación (epl)-Partido Comunista de Colombia – Marxista-Leninista (pcc-ml)-Frente Popular, en suma, el epl, dispuso de fundamentos teóricos y políticos sólidos, organicidad y disciplina, solo que cuando contempla desmovilizarse el mundo había vivido grandes cambios. Más radical en sus principios, sus acciones no tuvieron mucha resonancia, ya que, pese a tener un aparato militar fuerte, buscó priorizar el aspecto político; aprovechando la existencia de un partido clandestino y, luego, de un movimiento que se proyectaron en los sindicatos, los movimientos estudiantiles, las Juntas de Acción Comunal, etc. Aunque su primera intentona de negociación promediando la década del ochenta no tuvo éxito, sí fue motivo de una reorientación, ya que en adelante se acercó al proletariado, consolidándose en las urbes, y no exclusivamente al lado del campesinado. Es cuando expone la propuesta más interesante y controvertida hecha entonces por organización alguna de izquierda —aunque también de derecha—: una nueva Constitución. Sin claridad en cuanto a su contenido ni mecanismos, clamó su urgencia. Para su infortunio, dos de sus principales dirigentes y promotores de la idea, los hermanos Calvo Ocampo, perecieron antes de que una nueva generación de comandantes se decidiera al fin a pactar la paz. Cuando esta se concreta, la acogida de la opinión sería menos dúctil y expectante que para con el m-19. Sin olvidar que una pequeña fracción prefirió prolongar la aventura armada, conservando el rótulo epl. Como fuese, la llegada del sector mayoritario —el etéreo proyecto partidista Esperanza, Paz y Libertad— le permitió a la Alianza Democrática m-19 (ad m-19) llenar en parte su propio vacío ideológico y político.

El llamado “campo marxista-leninista” fue otra de las múltiples expresiones de la izquierda colombiana. El Movimiento de Integración Revolucionaria (mir), más radical, y el Movimiento de Unificación Revolucionaria (mur), más circunspecto, representaron dos caras de una misma moneda, sellada con la idea de crear una organización de masas socialista guiada por el vanguardismo revolucionario. Reconfigurándose sucesivamente en mir-Patria Libre o proporcionando cuadros al Ejército de Liberación Nacional (eln), constituyeron la alianza Unión Camilista – Ejército de Liberación Nacional (uc-eln). Alentados por una movilización social que emplazaba a mayor participación política y con los asomos de transformaciones exógenas, darían vida a ¡A Luchar! Pero el amancebamiento armas y política terminó sujetando dicho movimiento a las imposiciones de la uc-eln, en un ciclo en el que además la mano criminal apalea todo intento de consolidación de una oposición de izquierda, forjando su propia extinción. Desmovilizado el m-19 y con una Asamblea Constituyente al horizonte, las diferencias estratégicas y políticas pusieron fin a ese consorcio, provocando la creación de la Corriente de Renovación Socialista (crs). Política y militarmente esta no produjo inquietudes en el seno del poder nacional; si acaso fuente de alteración en un determinado orden regional. Ausente de las secciones asambleístas, apenas se manifestó cuando apoyó candidaturas que no eran la suyas. Última en dejar las armas y tratando de desmarcarse de la ad m-19, la crs planteó dirigirse a la masa de obreros, campesinos y sectores bajos de la clase media. Pese a que adecuase su objetivo socialista en tono con lo que venían planteando los partidos socialdemócratas desde promediada la década del ochenta en varios países europeos,1 no tuvo con qué hacer grandes exigencias, sino que, como en otros casos, se limitaron a obtener cauciones para la integridad de sus excombatientes, el ejercicio de la actividad política y los proyectos de desarrollo en las zonas bajo su influencia, que fue su gran aporte. Percatándose de las derivaciones de la ad m-19, revisó su intención de adherir, por lo que prefirió mantener su autonomía en tanto movimiento político, estrategia que en definitiva no cuajó.

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