En Finlandia, la principal razón que explica desde hace años el éxito educacional de sus estudiantes es la calidad de sus profesores. Los esfuerzos se enfocaron en atraer a los mejores estudiantes (el 5% superior de la promoción escolar) y en enseñarles en facultades de educación de gran nivel y con investigación de frontera. Entendieron que debían implementar los mecanismos para reconocer en el docente un profesional que desarrolla una carrera con un perfeccionamiento continuo. Darles confianza e independencia para implementar el currículo, demostrar respeto por los profesores (algo que cada uno puede iniciar en su propia realidad familiar) y reconocerlos con el prestigio social y remuneraciones acorde con su importancia parece ser el camino.
Este ejemplo es una gran lección para nuestras universidades: la enseñanza basada en la investigación como meta de la formación del docente. Debemos enseñar con exigencia y confianza a nuestros estudiantes de pedagogía para que en el futuro se las transmitan a los niños y niñas de Chile. El futuro se construye entre todos, basado en la confianza y la responsabilidad. Este debiera ser el rumbo de nuestra educación.
Publicado en el diario El Mercurio el 11 de mayo de 2014 .
Sistemas nacionales de educación superior
Esta semana se ha conocido el resultado de una nueva versión del ranking realizado por Universitas 21, red internacional de universidades. El objetivo de esta medición, efectuada por la Universidad de Melbourne, es evaluar la calidad de los sistemas de educación superior de los diferentes países.
El estudio incluyó a 50 naciones, con cuatro países de Latinoamérica: Argentina, Brasil, México y Chile. De manera específica, el estudio midió cuatro áreas: recursos (inversión en educación superior e investigación); entorno (diversidad de las instituciones, transparencia, participación de la mujer); conectividad (número de estudiantes internacionales, información en la web), cada una con un 20% de ponderación, y el área de resultados (número de artículos científicos, matrícula de educación superior y empleabilidad), con un 40% de ponderación. Para elaborar el ranking se utilizó la información de la OCDE, Unesco, de los ministerios de Educación, y de SCImago.
Este año, los resultados reiteraron el liderazgo de Estados Unidos, seguido por Suecia y Canadá. Entre los países latinoamericanos, Chile está en el lugar 33, arriba de Brasil (38), Argentina (41) y México (46).
Si consideramos la evolución del ranking global desde el 2012, nuestro país ha ascendido cuatro puestos (37 al 33), destacando el avance en las áreas de recursos y entorno. Sin embargo, es preocupante constatar que en conectividad y resultados de investigación hay un estancamiento, y en algunas áreas incluso un deterioro.
Entre los países latinoamericanos, Chile está en el lugar 33, arriba de Brasil (38), Argentina (41) y México (46).
Los desafíos debieran incluir una mayor internacionalización de nuestra educación superior. Además, se debe profundizar en una investigación y creación de conocimiento madura y reflexiva, en todas las áreas del saber. Contar con un mayor número de investigadores y un incremento de la inversión de recursos para la creación de nuevo conocimiento es una tarea pendiente.
El estímulo y apoyo al arte, la cultura, las humanidades, la ciencia y la tecnología es lo que nos conducirá a tener el sistema de educación superior que nuestro país requiere y merece. Esta es una forma de avanzar en la calidad de la educación, elemento que debe ser el inspirador de nuestra reforma educacional.
Carta publicada en el diario El Mercurio el 15 de mayo de 2014 .
La reforma de la educación superior
El Ministerio de Educación ha programado para este segundo semestre la discusión de los proyectos de ley de la reforma de educación superior.
La prioridad de esta reforma se debe centrar en aumentar la calidad del aporte que entregan nuestras instituciones en beneficio de los estudiantes y del país. Este esfuerzo distingue la diversidad del sistema, en que coexisten instituciones complejas y completas, de calidad internacional, con otras que desarrollan una labor docente de gran importancia. Así, en todo el sistema se debe cumplir con los mínimos estándares de calidad que han sido predefinidos. Es prioritario realizar un cambio estructural en los programas de pregrado; mejorar las tasas de egreso y titulación; dar mayor estímulo a la internacionalización y movilidad académica; expandir los fondos de investigación, y fortalecer los programas de doctorado, junto con implementar fondos para proyectos de excelencia, con una preocupación especial por el desarrollo regional. El foco se debe centrar en la formación de los estudiantes, en la investigación y en el vínculo con las comunidades, pilares fundamentales de la labor universitaria.
Es prioritario realizar un cambio estructural en los programas de pregrado; mejorar las tasas de egreso y titulación; dar mayor estímulo a la internacionalización y movilidad académica; expandir los fondos de investigación, y fortalecer los programas de doctorado, junto con implementar fondos para proyectos de excelencia, con una preocupación especial por el desarrollo regional.
Uno de los aspectos polémicos que se han discutido en torno a esta reforma se relaciona con el rol público de las universidades. Nuestra convicción es que la función y vocación pública supera con creces la naturaleza jurídica de una institución. Lo público va más allá de lo estatal. La historia de la educación superior de nuestro país lo demuestra, e incluye un número importante de instituciones no estatales de función y vocación pública, con misión e identidad propias, que aportan a Chile con egresados de calidad de todos los sectores socioeconómicos, con investigación, contribución de nuevo conocimiento y real compromiso con las comunidades locales. De esta forma, el sistema es plural, amplio y diverso, con diferentes miradas del país, lo que debe ser cautelado. Es obligación del Estado potenciar esta libertad de pensamiento y expresión, y para ello debe preocuparse de todas las instituciones de función y vocación pública.
La institucionalidad del sistema de educación superior debe ser revisada, para incorporar al trabajo conjunto a todos los actores que la conforman. Avanzar en perfeccionar y actualizar el sistema de acceso y admisión es crucial. Se deben plantear fórmulas de admisión especial para estudiantes vulnerables, con acompañamiento académico durante los primeros años. Además, es vital la regulación del sistema a través de una Superintendencia de Educación Superior con énfasis en la fiscalización financiera e información veraz a los padres y estudiantes. El aseguramiento de la calidad presenta desafíos, como son un nuevo sistema de acreditación institucional, una propuesta de acreditación de carreras y áreas de trabajo y un sistema de acompañamiento a las instituciones. Las universidades debemos reforzar la formación de maestros con estándares internacionales, por lo que la iniciativa de una nueva carrera docente se debe orientar a entregar mayor confianza, exigencia y reconocimiento a los profesores.
En el financiamiento estudiantil, los desafíos actuales contemplan aumentar las oportunidades y una mayor inclusión de los estudiantes. Junto con avanzar en cobertura, a través de becas para hasta el 70% de los alumnos más vulnerables, se deben aumentar los créditos con bajas tasas y una devolución acorde a los ingresos futuros. En este sentido, es crucial el análisis conjunto de los nuevos aranceles de referencia y las condiciones necesarias para obtener aporte estatal para la formación de estudiantes vulnerables. El avance en gratuidad en educación superior debe focalizarse en quienes más requieren apoyo, considerando su impacto en la calidad del sistema. Por otra parte, el financiamiento institucional es clave para potenciar el aporte de las universidades al país. Se requiere aumentar los aportes basales de las universidades de función y vocación pública, otorgando seguridad en su desarrollo de largo plazo. Especial atención requieren las instituciones de investigación avanzada y las universidades regionales.
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