Pero ¿por qué el liberalismo no goza de popularidad ni de una implantación social más extensa? Aunque las causas de su limitada implantación y prestigio son variadas y muy diversas, una de las más importantes sería el desconocimiento de las esencias liberales que yacen enterradas entre la abusiva hegemonía doctrinal y mediática de los movimientos colectivistas, en un mundo donde el individualismo vive satanizado incluso por las religiones mayoritarias. Es imprescindible mejorar la reputación del individualismo a través de la visualización del nexo sólido existente entre la psicología y el desarrollo sano y equilibrado de la personalidad individual. Ante este panorama, los objetivos para reivindicar la naturaleza humanista del individualismo son tres, como veremos a continuación.
El primer objetivo de este estudio es demostrar la existencia de una serie de teorías psicológicas que sostienen la solidez de ciertas afirmaciones filosóficas y sociales clásicas del liberalismo, a propósito de las libertades individuales, la singularidad de los individuos y la importancia que tiene la libertad en la vida de los humanos para un desarrollo equilibrado, sano, socialmente integrado y fructífero de su personalidad. Con este propósito, el individualismo psicológico —término ambiguo aunque existente— ha sido redefinido y segmentado en dos dimensiones complementarias: el individualismo psicológico intrínseco y el individualismo psicológico extrínseco. Ambas acepciones se desgajan del cuerpo central de la mano de dos términos clave usados para perfeccionar el concepto libertad : la libertad positiva y la libertad negativa. Sobre ambos pilares se soporta ahora el concepto de individualismo psicológico que a lo largo de este trabajo encuentra justificación psicológica a su definición mediante el concurso de ciertas teorías de índole psicológica que refuerzan la relación entre la doctrina filosófica del liberalismo y la psicología aplicada.
En segundo lugar estaría el objetivo de hacer pedagogía social en favor del individualismo desde el rigor psicológico y alejado, que no desconectado, del sesudo y pesado lenguaje filosófico, moral y político. Llegar al máximo número de personas sería uno de los sueños del autor de este trabajo.
Y en tercer y último lugar estaría la divulgación entre el mayor número de ciudadanos, a fin de que sean conscientes de la fecunda conexión entre la teoría política del liberalismo y la psicología que no tienen otras teorías políticas, desde mi modesta opinión.
Espero que, en buena medida, mis objetivos se alcancen con esta publicación.
2. Sobre el liberalismo
BREVE INTRODUCCIÓN AL LIBERALISMO
El liberalismo es un concepto denso, complejo y fluido, fruto de los más de cuatro siglos de historia que le acompañan, de forma que hablar de liberalismo no siempre significa lo mismo, dependerá de la época y la corriente a la que se adscriba nuestro interlocutor, circunstancia que se evidenciará en las páginas siguientes de esta breve introducción al término liberalismo .
Aunque sus auténticos orígenes se remontan a la Edad Media, existe un claro consenso a la hora de asumir que este movimiento filosófico y político tuvo sus orígenes entre los siglos XVI y xvii con el objetivo de superar intelectual y políticamente el desgarro que venían produciendo las guerras de religión en Europa. Además, deben tenerse en cuenta las revoluciones contra el absolutismo en la Inglaterra de 1688, contra los monopolios reales en materia de impuestos en la Norteamérica de 1767 y contra los privilegios de la nobleza en la Francia de 1789. Se considera padre del liberalismo clásico al empirista británico John Locke (1632-1704), un pensador del Siglo de las Luces que, influido por las ideas de Francis Bacon, creó las bases de la teoría liberal que tanto influiría en otros autores como Voltaire, Rousseau, Hume o Kant. Defensor del racionalismo y del mecanicismo, y aunque partidario de lo que hoy entendemos como monarquía constitucional, influyó directamente en los republicanos americanos que realizaron la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América.
El legado aún vigente del liberalismo clásico(siglos XVII-XVIII), cuyos representantes serían Locke, Montesquieu y Adam Smith entre otros, se podría resumir mediante los siguientes conceptos filosóficos y políticos: eran reactivos frente al poder absoluto del Estado; buscaban la eliminación de privilegios; defendían la libertad y la capacidad del individuo para su desarrollo personal; pretendían la separación de poderes al margen de la monarquía o la Iglesia; implantaban el imperio de la ley con una justicia igual para todos; hacían una apasionada defensa de las libertades civiles, políticas y religiosas y, finalmente, aspiraban a tener un mercado libre y sin injerencias estatales. La monarquía parlamentaria inglesa, la independencia de los Estados Unidos y la Revolución francesa se inspiraron, aunque con matices, en estos principios del liberalismo clásico.
Transcurrida la etapa inicial, el liberalismo continuó su desarrollo en siglos posteriores, convirtiéndose en el gran adversario filosófico tanto del conservadurismo como de los socialismos emergentes, ya fuesen en su versión utópica o científica, confrontación que aún sigue vigente en nuestros días. En el siglo XIX, el liberalismo se difundió exitosamente, pero no sin esfuerzo, y se comenzaron a instaurar las primeras democracias basada en los dos pilares básicos que aún siguen en vigor, el liberalismo político y el liberalismo económico, reemplazando las antiguas monarquías decadentes y absolutistas. En estas fechas se instauraron los primeros de regímenes democráticos inspirados en dos sólidos pilares liberales, el liberalismo político y el económico. Se extendieron y prolongaron en el tiempo, siendo su mejor ejemplo las actuales democracias occidentales que han dado las mayores cotas de bienestar, libertad y progreso a sus ciudadanos. En sentido opuesto, se ubicarían las democracias populares, procedentes del socialismo real, que tanta decepción y decrepitud aportaron durante su existencia, la mayoría felizmente extinguidas a finales del siglo XX.
El conservadurismosurgió como una reacción política a los abusos de los movimientos revolucionarios europeos en los siglos XVIII y XIX. Estos movimientos partían de una práctica política muy radical y mesiánica que legitimaba la toma del poder político por la fuerza, inspirados en principio en la Revolución francesa y que continuarán con diferente contenido político, social y económico con los socialismos, comunismos y anarquismos en el siglo XIX, incluso reivindicados en el siglo XXI. Obviamente, el liberalismo, en cualquiera de sus tendencias, luchó contra el absolutismo monárquico, y está directamente enfrentado con cualquier totalitarismo político, máxime si además es revolucionario. Pero la relación entre conservadurismo y liberalismo es beligerante, aunque puede ser complementaria, ya que tienen puntos de contacto —las libertades individuales, el libre mercado, la propiedad privada o la familia—, pero discreparán en el valor de la tradición como referente importante, la relación Iglesia-Estado y la importancia del derecho «natural» frente al derecho positivo, donde el acto moral pasa por la libertad del sujeto en la valoración y decisión a partir de criterios estrictamente individuales.
A mediados del siglo XIX, y en buena medida inspirado por Edmund Burke, surge en Europa el denominado liberalismo conservadorque tuvo, en sus inicios, una especial relevancia en Alemania, Francia, Italia y España, y cuya principal figura sería Cánovas. Esta corriente plantea una revisión del liberalismo clásico, más radical, a posiciones más moderadas, donde las tradiciones, la moral y la religión tuviesen un lugar de cierta preeminencia sin caer en el confesionalismo. Mantiene como núcleo duro común la separación de poderes, el estado de derecho, la economía de mercado, las libertades individuales y un estado no intervencionista. Representa las políticas de la derecha moderada, reformista, alejada de los radicalismos y posibilista. En nuestros días, el liberalismo conservador sigue presente, pero adaptado a los tiempos actuales, y más que identificarse algún partido con esta opción, suelen darse coincidencias en la aplicación de ciertas políticas. Por tanto, se puede afirmar que ciertos partidos tienen más o menos rasgos de liberalismo conservador, pero nunca una total identificación de estas corrientes o de otras corrientes liberales. Los partidos de derechas regionales o nacionales serán los que mejor se alinearán con las políticas liberales conservadoras.
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