Las secuencias son divisiones al interior del texto que poseen un alto grado de variabilidad e impredecibilidad, en los que no siempre se distinguen claramente los puntos de partida y final. El concepto de secuencia nos resulta relevante y útil porque la evolución de la narración casi nunca sigue un orden lineal ni cronológico, sino que en ella abundan las superposiciones, las proyecciones y los cambios súbitos de énfasis. A pesar de esto, es necesario distinguirlos y ello es viable a través de los cortes que se van haciendo en la narración.
Los hitos son ciertos sucesos externos (la violencia, la dictadura de Rojas, el Frente Nacional) o internos (la toma de Simacota, asambleas y congresos de la guerrilla, las operaciones militares que expresan un cambio en la estrategia, etc.) presentados por el actor como cruciales en el desarrollo de su propia existencia. Los hitos pueden definirse como los momentos claves de la vida relatada, que poseen en el interior del relato capacidad explicativa o referencial, y para que un hito sea tal, es necesario que aparezca revestido de un carácter extraordinario y generador de nuevas circunstancias; es decir, se trata de hechos hasta cierto punto dramáticos a los cuales el personaje les otorga capacidad explicativa, explícita o implícitamente.
Las etapas son los fragmentos temporales con que es presentado el relato. Estas no siempre corresponden al esquema de clasificación cronológica usualmente utilizado. Suelen ser variables la cantidad de años y de texto que se les dedica. Cada etapa, como podrá verse en este trabajo, contiene o va asociado a un referente histórico o anclaje.
Los motivos son afirmaciones directas o indirectas, que tienden a explicar conductas de cada personaje o de otros del relato histórico; son supuestos del porqué de las conductas y de los actos y acciones desarrollados.
La causalidad-determinante es un encadenador que relaciona, une y explica tanto los sucesos como las etapas y los hitos. Existen diferentes órdenes de causalidad-determinante que en el relato se sobreponen y enuncian sin mayores rupturas de continuidad. Las causalidades-determinantes más recurrentes son las de tipo histórico, psicológico, natural y mítico:
• La causalidad de tipo histórico se produce cuando el autor, siguiendo la lógica argumental de los actores armados, hace énfasis en los acontecimientos referidos o en el contexto en que ellos se dieron. Así, los sucesos son producto de otros sucesos precedentes y dan origen, a su vez, a sucesos posteriores.
• La causalidad de tipo psicológico alude a rasgos de carácter de algunos de los personajes intervinientes. En este caso, las etapas quedan encadenadas de modo altamente personalizado, es decir, los hechos suceden más por efecto de cómo son los individuos que participan en ellos, que por aspectos sociales, estructurales o exteriores a las características de los involucrados. Los protagonistas materializan determinadas conductas por sus rasgos personales, de modo que la acción aparece como prefigurada en su interioridad y no como factores determinantes externos.
• La causalidad de tipo natural es, en algún sentido, la casi no causalidad: los hechos sucedieron porque tenían que suceder. El devenir se ve como natural, en el sentido en que corresponde no a una lógica de los hechos ni de las personas, sino de la naturaleza de la vida.
• La causalidad de tipo mítico alude, principalmente, a referencias que están fuera del dominio de lo estrictamente humano, en este terreno son frecuentes las alusiones religiosas y mágicas. En el estudio del ELN, como en el de toda organización de esta naturaleza, son importantes, entre otros, el mito generador, el mito del héroe, el mito paradisíaco, que expresan y explican la lógica de las representaciones simbólicas desde donde se justifica el compromiso, a través del cual se desarrolla la existencia histórica de la Organización11.
El uso de este tipo de metodología de investigación, posibilita la confrontación y contrastación de puntos de vista en los que se comienza a dilucidar la realidad del movimiento guerrillero, superando las lecturas politizadas y románticas que han caracterizado este tipo de estudios. Para ello, ha sido necesario agotar los más variados recursos documentales y las fuentes de informaciones más diversas, pero igualmente arriesgar periodizaciones que están en estrecha relación con la información proporcionada por las fuentes y con los estudios teóricos existentes al respeto.
La estructura de esta historia política del ELN busca respetar el proceso de desarrollo que ha tenido la Organización a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y lo que va del presente (2018), en cincuenta años de historia, tomando en consideración, en lo esencial, los momentos que se comportan como hitos, en cuanto que han aportado a la construcción de los imaginarios elenos, a la configuración de una cultura política que define sus puntos de vista y las prácticas sociales, políticas y militares a través de las cuales adquieren identidad y se expresan como sujetos históricos y políticos.
Sobre la estructura de la obra
Siguiendo la propuesta metodológica, este trabajo consta de ocho partes:
En la primera parte, correspondiente a la introducción, se abordan en lo esencial, tres aspectos de reflexión que convocan la atención de este estudio. El primero tiene que ver con la investigación histórica en cuanto enfoque metodológico para la comprensión de los fenómenos de violencia y el conflicto armado, desde perspectivas de análisis que persisten en explorar el camino de especificidad de los casos y problemas que se abordan, sin renunciar a las posibilidades que estos ofrecen a la generalización y construcción de explicaciones universales; el segundo retoma la discusión sobre la naturaleza y caracterización del conflicto armado colombiano, en el marco de los distintos enfoques teóricos y puntos de vista que se han venido construyendo al respecto, con el propósito de aplicarlos al estudio del ELN, en un ejercicio investigativo que analiza y contrasta su historia; el tercero centra su atención en la construcción del discurso, como referente de identidad y fundamento de la cultura política del actor desde una perspectiva fundamentalmente histórico-politológica.
El primer capítulo toma en consideración el contexto en el que surge la organización armada (1958-1965) —es decir, en el marco del desarrollo de La Violencia y el Frente Nacional—. A partir de ahí, señala los procesos en que se van generando sus mitos fundacionales, los aspectos que la identifican y la diferencian, y sus referentes programáticos básicos.
El segundo capítulo aborda los desarrollos organizativos y políticos, los reveses militares y las dificultades político-organizativas recurrentes (1965-1974).
El tercer capítulo centra su atención en los desarrollos de la Organización en una fase en la que se agudizan las crisis y se inician los procesos de recuperación y refundación de la Organización (1974-1982).
El cuarto capítulo cubre un periodo en que la historia del país atraviesa por uno de sus más agudos problemas de gobernabilidad, y de mayor recrudecimiento de la violencia, en la segunda mitad del siglo XX (1982-1994). En ella se convocan los actores que se han de confrontar durante las dos décadas siguientes: el Estado a través de sus fuerzas armadas, el paramilitarismo, el narcotráfico y la insurgencia, en la primera fase del periodo que he denominado de degradación y enrarecimiento de los conflictos.
Los capítulos quinto y sexto toman en consideración doce años de la historia del ELN, en el marco de los gobiernos de Ernesto Samper Pizano (1994-1998), Andrés Pastrana Arango (1998-2002), Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) y Juan Manuel Santos (2010-2014). Durante estas administraciones el conflicto armado se desarrolla y se transforma en un proceso que va del crecimiento exitoso de las operaciones militares de las FARC-EP contra las instituciones armadas del Estado (1994 a 1998), pasando por frustrados e inacabables procesos de paz (1998-2002), la reactivación de la ofensiva militar institucional contra la insurgencia, en el marco de la política de Seguridad Democrática del gobierno Uribe Vélez (2002-2010), hasta el retorno a las mesas de conversaciones y la búsqueda de una salida política negociada al conflicto armado, durante la administración del presidente Juan Manuel Santos (2010-2014).
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