En la actualidad, la actividad antártica argentina se sostiene bajo la conducción de la Dirección Nacional del Antártico (DNA), materializada en la labor que se realiza en seis bases permanentes: Carlini (ex-Jubany), Marambio, Orcadas, Esperanza, San Martín y Belgrano 2; siete bases temporales (Cámara, Decepción, Melchior, Brown, Matienzo, Petrel, Primavera) y una serie de campamentos estivales que se habilitan en base a diversos proyectos científicos que difieren cada año.
Las actividades científicas en las mismas son coordinadas y dirigidas por el Instituto Antártico Argentino y la actividad logística tiene una responsabilidad distribuida entre la propia Dirección Nacional del Antártico y las tres Fuerzas Armadas a través del Comando Conjunto Antártico.
Base Belgrano 2, asentamiento que tiene relación directa con el tema de este libro, se encuentra ubicada sobre el Nunatak 1 Bertrab (Costa Confín, Tierra de Coats) a los 77°52’28’’»S - 34°37’25’’»O, al sur del Mar de Weddell y a 75 metros sobre el nivel del mar.
Solo es accesible una vez al año (durante el verano austral) debido a su situación geográfica. La base se encuentra sometida a fuertes vientos con velocidades de hasta 200 km/h. y allí se han registrado una temperatura máxima de -2 °C y una mínima de -54 °C.
Por su posición en latitud, transcurre por lo que llamamos «noche polar» durante cuatro meses del año, es la más austral de nuestro país a una distancia de 1348 kilómetros en línea recta del Polo Sur geográfico y fue el punto de partida como base de apoyo para la Expedición Científico-T écnica al Polo Sur Año 2000.
Esta base fue inaugurada el 5 de febrero de 1979 como resultado del traslado de la hoy inactiva Base Belgrano, que se encontraba 60 kilómetros al oeste, sobre la Barrera de Hielo Filchner, y que por la rotura de la porción donde se asentaba la misma, saliera a navegar como parte indivisible de un gigantesco témpano que se perdió en el océano. La misma fue clausurada en enero de 1980, luego del traspaso del laboratorio y de todos sus efectos a la nueva instalación. Invernan allí entre 15 y 20 hombres en situaciones normales (y entre 7 y 10 hombres en circunstancias de relevo de emergencia), en condiciones de aislamiento total durante un año.

Base Belgrano 2 - Vista general desde el sur.
1 Base Belgrano 2, asentamiento que tiene relación directa con el tema de este libro, se encuentra ubicada sobre el Nunatak 1 Bertrab (Costa Confín, Tierra de Coats) a los 77°52’28’’»S - 34°37’25’’»O, al sur del Mar de Weddell y a 75 metros sobre el nivel del mar. Solo es accesible una vez al año (durante el verano austral) debido a su situación geográfica. La base se encuentra sometida a fuertes vientos con velocidades de hasta 200 km/h. y allí se han registrado una temperatura máxima de -2 °C y una mínima de -54 °C. Por su posición en latitud, transcurre por lo que llamamos «noche polar» durante cuatro meses del año, es la más austral de nuestro país a una distancia de 1348 kilómetros en línea recta del Polo Sur geográfico y fue el punto de partida como base de apoyo para la Expedición Científico-T écnica al Polo Sur Año 2000. Esta base fue inaugurada el 5 de febrero de 1979 como resultado del traslado de la hoy inactiva Base Belgrano, que se encontraba 60 kilómetros al oeste, sobre la Barrera de Hielo Filchner, y que por la rotura de la porción donde se asentaba la misma, saliera a navegar como parte indivisible de un gigantesco témpano que se perdió en el océano. La misma fue clausurada en enero de 1980, luego del traspaso del laboratorio y de todos sus efectos a la nueva instalación. Invernan allí entre 15 y 20 hombres en situaciones normales (y entre 7 y 10 hombres en circunstancias de relevo de emergencia), en condiciones de aislamiento total durante un año. Base Belgrano 2 - Vista general desde el sur. 1 Pico montañoso solitario rodeado por un campo de hielo, afloramiento rocoso de un glaciar.
Pico montañoso solitario rodeado por un campo de hielo, afloramiento rocoso de un glaciar.
Capítulo 3
Expediciones emblemáticas
La historia de la exploración antártica y de las expediciones destinadas a alcanzar el Polo Sur geográfico en particular es muy extensa y de variadas características, empezando por la legendaria carrera llevada a cabo por el noruego Roald Amundsen y el británico Robert Falcon Scott, en la que el primero alcanzara el objetivo el 14 de diciembre de 1911, convirtiéndose en el primer hombre en pisar el extremo sur del planeta.
La expedición de Scott no correría con la misma suerte, llegando al mismo punto un mes después y en muy malas condiciones físicas. Esto lo llevaría a la muerte junto a sus cuatro compañeros, casi dos meses después de emprender el retorno y luego de padecer los tormentos de una climatología adversa los cuerpos de Scott y dos de sus colegas fueron encontrados en su tienda el verano siguiente junto a su diario de viaje.
Este hito histórico se llevó a cabo desde diferentes puntos elegidos por cada grupo en las cercanías de la Barrera de Ross y dejó para la posteridad una enseñanza muy importante sobre la forma de encarar este tipo de empresas; la manera de explotar los medios humanos, animales y tecnológicos encarados por los dos grupos y la planificación general de las operaciones reflejaron sin duda los diferentes resultados obtenidos.
Esta experiencia demostró, para la época, que los perros eran los animales más aptos para este tipo de terreno, razón por la cual se los siguió utilizando como tiro de trineos para los siguientes proyectos expedicionarios de diferentes orígenes que formaron parte de las últimas décadas de la llamada «etapa heroica de las exploraciones polares» (1895-1922).
Más tarde fueron incorporándose paulatinamente vehículos de diferentes capacidades en una clara competencia por demostrar sus prestaciones y robustez, reemplazando poco a poco el uso de animales de tiro.
Estas nuevas tecnologías también marcaron una época en lo que respecta a la logística asociada a estos emprendimientos y en la que se potenció el empleo de tractores especiales, motos de nieve y aeronaves que si bien obtuvieron éxito, este fue relativo ya que vino a incorporar una ense ñanza nueva a estas operaciones.
Recordemos que el medioambiente antártico es extremadamente hostil no solo a la presencia humana, sino también a cualquier tipo de tecnología, con lo cual los inconvenientes técnico-mecánicos asociados a estas patrullas fueron frecuentes, sumándose a ello la gran cantidad de volumen de carga que representaba el combustible que requerían los aparatos para cubrir grandes distancias, demostrando que para lograr alcanzar los objetivos primarios en la mayoría de los casos debía necesariamente sobredimensionarse la logística, previéndose de antemano un importante porcentaje de pérdidas materiales por desperfectos mecánicos o accidentes producidos por la significativa presencia de grietas y sastrugis en el terreno.
En este escenario igualmente se encararon grandes y costosos proyectos que abarcaron desde la década del cincuenta hasta la del ochenta aproximadamente, cuando poco a poco comenzó a retacearse el uso de los medios mecánicos, para retomar en algunos casos la utilización de perros y también del hombre como tiro de su carga.
El uso de animales se extendió hasta 1991, cuando una disposición del Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente ordenó la completa evacuación de los perros del territorio antártico por no formar parte de la fauna autóctona del lugar.
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