Lo primero que hizo nada más sentarse fue darle al buscador de Google y poner “hermano Andrés Aguilera incendio buscar”. Salieron no pocos enlaces de noticias relacionadas con diversos incendios, así como unos pocos Andrés Aguilera y sus respectivas páginas de Facebook. Incluso un enlace con una historia del Madrid antiguo, y se dio cuenta de que la tarea no iba a ser sencilla. Fue acotando las palabras clave en el buscador, incluyendo Santa Fe, tocando esto y lo otro, rebuscando entre las diversas biografías publicadas en soporte digital, hasta que al final dio con algo que parecía hacer referencia al incendio de Andrés Aguilera. Era algo así como un foro de vecinos de la localidad granadina de Santa Fe. El blog de referencia, con imágenes de una calle dominada por un arco, rezaba “Amigos de Santa Fe”. En uno de los hilos, donde se estaba recordando y elogiando la bondad de la gente “malita” del pueblo, el Nick iker63 decía: “Como el pobre de Luisito Aguilera, que después del accidente ya no fue el mismo”. Fue buscando más referencias, pero no había contestación a su entrada en el foro. Una tremenda oleada de impotencia le recorrió el cuerpo, ya que por fin había visto algo y se había quedado con la miel en los labios. Era una sensación parecida a cuando te metes de lleno en una película, la saboreas, y termina, dejándote con ganas de continuar viendo la evolución de los personajes. Decidió tomar un sándwich y continuar después con ganas reforzadas.
A falta de un bocado para terminarlo sonó el móvil. Era Anahid.
―Hola, nena, ¿Qué tal tu búsqueda?
―Wouwouwou… alarma infundada.
―¿Por?
―Resulta que no me lo había inventado. Hay una noticia de un periódico local, que publicó que el hermano sobrevivió al incendio, por eso me había equivocado.
―¿Equivocado?
―Sí, ahí está la cosa. Es que he repasado todas las biografías y reportajes y no hay ninguno que indique la supervivencia del hermano… pobre hombre.
―¿Cómo se llama el periódico?
―¿Qué periódico?
―El que publicó la noticia.
―Santa Fe hoy. Pero ya sé a dónde quieres llegar. Desapareció en el noventa y seis, y no hay manera de dar con su archivo.
―¿No tenías a ese compi del Ideal?
―¿Braulio? ¿Para qué, para que vuelva a tirarme los tejos y te vuelvas a enfadar?
―Business is business.
―Pero a ver si te crees que El Ideal es omnipotente en Granada. Disponen de muy buen archivo, pero no tiene por qué haber sido el depósito del periódico de Santa Fe. Aunque ahora que lo dices, es posible.
―¿Ves? ¿Qué harías tú sin mí?
Por un momento Anahid se había ilusionado, pero pronto volvió al derrotismo que le había invadido horas antes.
―Pero, ¡qué estoy diciendo! Vamos a ver, si me he leído mil biografías que dicen lo contrario, ¿por una errata voy a ir contracorriente? Es más, puede que no fuese ni siquiera eso, que sobreviviese en un primer instante y falleciese en el hospital… vete tú a saber.
―Tú, aparte de esa entrevista, ¿qué tienes que hacer los dos próximos días?
―Poca cosa, la verdad. ¿Qué estás pensando, loco?
―En darnos una mini escapada a la ciudad de la mala follá.
―Anda ya, no te emparanoies con eso, que no hay nada que rascar.
―Bueno, pues si no hay nada que rascar, al menos nos habremos tomado unas tapitas y hecho un viajecito romántico.
―Eres de lo que no hay. No te digo que no me guste la idea, pero mañana quería dejar terminada la entrevista.
―Ya, cari, pero es que yo creo haber encontrado algo…
Cuando Javier le contó esa mísera frase de aquel blog, la coraza de sensatez y objetividad de Anahid fue dando paso a un pequeño hilo de curiosidad e intriga. Al fin y al cabo, esas tapas granadinas la volvían loca…
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