DIARIO DEL NUEVO MUNDO
Juan Larrea
DIARIO DEL NUEVO MUNDO
Introducciones de Gabriele Morelli y Juan Manuel Díaz de Guereñu
Edición de
Gabriele Morelli
CUADERNOS DE OBRA FUNDAMENTAL
CUADERNOS DE OBRA FUNDAMENTAL
Responsable literario: Javier Expósito Lorenzo
Diseño y cuidado de la edición: Armero Ediciones
© Herederos de Juan Larrea
© De esta edición, Fundación Banco Santander, 2015
© Del prólogo «Nace un nuevo ser», Gabriele Morelli
© Del prólogo «La escritura y los días de Juan Larrea»,
Juan Manuel Díaz de Guereñu
ISBN: 978-84-92543-71-7
Reservados todos los derechos. De conformidad con lo dispuesto en el artículo 534-bis del Código Penal vigente, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica fijada en cualquier tipo de soporte sin la preceptiva autorización.
ÍNDICE
Gabriele Morelli
NACE UN NUEVO SER SOBRE ESTA EDICIÓN
Juan Manuel Díaz de Guereñu
LA ESCRITURA Y LOS DÍAS DE JUAN LARREA
Juan Larrea
DIARIO DEL NUEVO MUNDO
Gabriele Morelli
NACE UN NUEVO SER
Ante todo, aclaremos que este manuscrito inédito no es continuación de Orbe, aunque, como ese texto, traduce una profunda crisis espiritual, reflejo de la que sufre el mundo occidental y que se manifiesta con la nueva residencia de Larrea en México, al fin y al cabo con un pie en la tierra prometida. En efecto, este Diario, que hemos llamado del Nuevo Mundo, describe el nacimiento de un nuevo ser que rechaza su pasado, es decir, la historia, la cultura y la civilización europeas con sus viejos mitos y principios. El camino se inició con la crónica de Orbe y se proyectó como posibilidad de fuga hacia el nuevo mundo en el relato surrealista Ilegible, hijo de flauta, cuyo origen se remonta a 1928, pero cuyo guion se realiza concretamente en América en dos etapas, en 1947 y 1957, con la colaboración de Buñuel. Tras el abandono en noviembre de 1939 de un París a punto de ser ocupado por las tropas nazis y la posterior llegada de Larrea con su familia a México, el sueño americano se hace real para nuestro autor, que ve su yo disgregarse y confluir en una cosmovisión de valor superior.
Lo que antes era una fuerza oscura que guiaba el inconsciente del ser ahora es un impulso consciente que vive y experimenta un verdadero arrebato místico. No en balde el cambio a la nueva existencia, que el poeta llama «resurrección», tiene como tiempo ideal la noche, porque entonces empieza el proceso de transformación de su yo. Lo confirma la primera entrada del Diario, que reza: «Desde anoche estoy cambiado interiormente. Se diría que está comenzando a licuarse algo que hasta este momento era sólido». La vida anterior, que él sentía «completamente atrofiada», empieza a ofrecer sus primeros brotes de regeneración, producto de la síntesis ideal que contempla una doble fase: amar y ser amado. Dentro de esta visión espiritual, que nace del interior y se concreta en la integración del poeta en el nuevo mundo, cualquier suceso cotidiano, aunque fortuito como la pérdida del reloj regalado por su madre, basta a Larrea para alimentar su simbología visionaria. La anotación del día 1 de junio de 1941 aporta una serie de explicaciones lógicas y congruentes para el autor bilbaíno sobre el evento ligado al episodio del reloj perdido:
Esta tarde he perdido el reloj. Me lo había regalado mi madre hace más de quince años cuando salí de España. Ha sucedido esto hoy que he estado escribiendo sobre la muerte de la madre o padre, es decir del elemento procreador, y la investidura del hijo que asciende a aquel plano, por lo que se refiere a España y a América, al viejo y al nuevo mundo. Coincide con que mi madre murió en cuanto desembarqué en América. Ahora que parece llegar un momento de transformación decisiva en mi vida, cuando se va a realizar de un modo más concreto y efectivo la promesa de un nuevo mundo, desaparece el regalo de mi madre, el reloj.
El proceso analítico que caracteriza la escritura del Diario revierte en una continua auscultación, una inmersión en la bipolaridad del yo, alimentada por el deseo de una vida superior a la cual el poeta aspira y de la que se siente portador. Aunque la realidad exterior no desaparece, el ámbito de indagación se limita a la esfera privada y familiar. Larrea busca una síntesis entre el sujeto y la realidad colectiva, entre «amar y ser amado, tesis y antítesis de un estado de síntesis verdaderamente deseable», según comenta al final de la primera nota. Numerosas páginas del Diario expresan esta voluntad de tránsito del rincón «oscuro» del yo acongojado a la ribera universal del alma, donde triunfa la palabra «Amor». Se trata de un viaje iniciático de evidente índole espiritual. En la anotación número 80, el anhelo mesiánico hacia la realidad americana parece haber llegado a buen puerto:
Se abre, por fin, el sepulcro. Yo soy Él. Aquí, en este Nuevo Mundo o cielo, en el reino del Amor.
Se agolpan todas las ventanas del recuerdo, todas las madrugadas de ojos grises, todos los perfumes de las actividades marchitas se apiñan en este platillo de la balanza que asciende, que sube a la actividad diáfana del cielo. El cuerpo es de cualquiera, pero el Amor es Él. La efusión y la sonrisa verdadera son Él. Soy yo, puesto que la sensación de ser, imprescindible para la vida, ha de identificarse con Él, de manera que puede decirse que, teórica, mentalmente, yo no existo, mas sensiblemente, según la sensación subjetiva, yo soy Él.
Muerte y resurrección. Vivo y estoy muerto, el misterio se ha cumplido. El reino del Amor empieza.
La declaración es sincera y traduce con su lenguaje poético-onírico («Se agolpan todas las ventanas del recuerdo, todas las madrugadas de ojos grises…») el propósito del viaje liberador que el poeta, afligido en su aislamiento por una neurosis permanente, emprende para conseguir esa unión. El ideal de la misma se precisa teóricamente en el libro Rendición de espíritu, escrito durante su estancia mexicana, y al que alude en varios momentos, en particular en la página final del Diario para marcar el triunfo del reino del espíritu:
Aquí en América puede percibirse con entera claridad cómo todo se ha dispuesto para que en un instante cristalizaran todas las adquisiciones de conciencia en una diafanidad que permita actuar bajo la visión de la realidad creadora. Este es el nuevo estado de conciencia. Ver lo que es preciso hacer porque lo reclama el conjunto del complejo creador y hacerlo. Hacerlo a sabiendas de que no es uno, de que no es América, sino que es el Creador cuya percepción se verifica. Esto equivale al paraíso, evidentísimamente, la salida al reino de la luz, de la videncia. Esto es universalidad consciente.
A partir de la primera hoja del manuscrito, el poeta asigna gran relevancia a la realidad de los sueños, cuya sugerencia enriquece su ya efervescente imaginación. En este sentido, y con respuesta afirmativa implícita, Larrea se pregunta: el psiquismo, la vida espiritual del yo anhelante hacia el infinito ¿es el resultado de una experiencia limitada al yo subjetivo o, en cambio, es el reflejo de una instancia universal? En el análisis sistemático sobre su sustancia onírica y sus enfermedades físicas y mentales, nuestro autor descubre el nexo inconsciente entre su yo y la realidad colectiva. En esta visión encaja su pensamiento de carácter evolutivo, presente en las páginas de Orbe y en el estudio Razón de ser 1. Fue anticipado por Carl Gustav Jung en su ensayo «Instinto e inconsciente» y más explícito en el libro La dinámica de lo inconsciente. Según Carlos Peinado Elliot, la tesis acogida por Larrea une la teoría a la antropología del superpsiquismo inconsciente de la cultura de la vida del individuo 2. Además, el autor ve una estrecha relación entre psiquismo y fisiología, pues ambos conforman un unicum. El 30 de noviembre de 1943, apunta:
Читать дальше