Todo sucede por primera vez, pero de un modo eterno.
El que prende un fósforo en el oscuro está inventando el fuego.
El que desciende a un río desciende al Ganges.
El que lee mis palabras está inventándolas. (12)
El yoga es atemporal. Esto no significa que sea eterno o efímero, sino simplemente que está disponible siempre en cada momento que surge, cuando nos adentramos en la esencia de quiénes somos. Las grandes preguntas de la vida y la muerte se hallan en la quietud de la mente y en las acciones directas de un ser libre de sí mismo. Aunque en un principio parezca una paradoja, el practicante de yoga no es otra cosa que la gran amplitud del universo. El Ganges se vuelve el eje central del propio cuerpo; y la esencia del cuerpo se manifiesta como los grandes ríos de la tierra, el vasto cielo y los vientos de la respiración. Practicamos cualesquiera sean las condiciones en que nos encontremos: deprimidos, fluidos, contaminados, claros, transparentes, lentos, o espesos como el barro.
EL DESCENSO DEL CENTRO DE GRAVEDAD
La práctica de las posturas de yoga, a la que suele hacerse referencia como ha
ha yoga, forma parte del campo del tantra yoga. El término tantra es una combinación de dos raíces: tan (emerger, arquear la urdimbre o hacer algo con suma precisión) y tra (proteger). El tantra comienza con un reconocimiento meticuloso de la respiración y sus aspectos energéticos en el centro del cuerpo. Por ejemplo, lo que en un principio parece ser el ritmo obvio de la respiración acaba mostrándonos los vientos sutiles que crean dicha respiración, la naturaleza transitoria de todos nuestros pensamientos y sentimientos, y la no separación entre la respiración y la gran vibración que existe en toda realidad viviente. Esta atención precisa interrumpe nuestras habituales distracciones mentales, que son la causa principal del du
kha.
Aunque hay mucha confusión respecto del tantra como práctica sexual o modelo de visualización esotérico, aun cuando algunas formas de tantra incluyan efectivamente dichas prácticas, en su sentido más amplio el trantra corresponde al estudio de la relación energética entre la mente y el cuerpo, a fin de que la mente abandone sus hábitos de distracción para entablar una relación más profunda con los componentes básicos de la naturaleza. Cuando empezamos a trabajar con la mente y el cuerpo, nos volvemos plenamente conscientes de los movimientos energéticos que se producen en el cuerpo: las sensaciones, la temperatura, el sistema nervioso, la respiración. La práctica central del tantra consiste en aprender a trabajar con las energías de la mente y el cuerpo. El tantra es esencialmente psicológico porque debemos aprender a soltar el impulso de los hábitos mentales de distracción y reacción para poder sentir los cambios energéticos en el cuerpo y seguir su movimiento. El cuerpo puede ser estudiado y sentido, esculpido y examinado, hasta que se lo comienza a tratar como un microcosmos del vasto universo. El estudio de la realidad empieza con el cuerpo porque no existe un mundo percibido que sea independiente de la mente y el cuerpo.
En el ha
ha yoga, el centro del cuerpo es la base del diafragma pélvico. Tal como lo hace una rueda (chakra) o círculo, el diafragma pélvico se extiende por encima de los extremos densos de la pelvis: los dos isquiones, el hueso púbico y el coxis. Al igual que ocurre cuando miramos la base de una maceta desde arriba, la simetría interna del suelo pélvico es circular y posee un centro vacío que se halla por encima del perineo. Al final de una espiración, se produce una contracción detrás de la cavidad abdominal que termina en el centro del suelo pélvico. A esta se la conoce como mūla bandha (adhesión de raíz), donde la respiración hace que se contraiga el suelo pélvico y la mente está lo suficientemente presente para experimentar esta acción. He aquí dos puntos claves: en primer lugar, el ciclo de la respiración se organiza para lograr una espiración completa; y, en segundo lugar, la atención propia se mantiene lo suficientemente firme y centrada para permanecer presente hasta el final de dicha espiración. Este es tan solo un ejemplo de la unión de la mente, la respiración y el cuerpo. El tantra es la ciencia de prestar atención, y las prácticas de atención básicas empiezan en el cuerpo a través de la respiración. Al igual que muchas prácticas de yoga, la técnica física y la psicología no pueden separarse.
El centro del suelo pélvico es también el centro de gravedad para un ser humano. En yoga, siempre nos movemos hacia el centro de las cosas, ya sean pensamientos, sensaciones, sentimientos o ciclos de respiración. Todo movimiento se inicia en el centro del suelo pélvico, y la respiración en tanto patrón energético se completa al detenerse en mūla bandha para volver a comenzar allí donde finaliza. La muerte y renacimiento del ciclo de respiración se percibe físicamente con mayor intensidad en el diafragma pélvico cuando entramos en contacto directo con el impulso inicial, la ampliación y la contracción y desintegración final de cada movimiento que se siente en el fluir de cada respiración. En las posturas de yoga y las prácticas de respiración, prestamos atención al diafragma pélvico no solo porque desafía nuestra capacidad de mantenernos presentes respecto de una sola cosa, sino también porque constituye el centro del cuerpo humano y abre una ventana microcósmica hacia el centro de la realidad.
En el centro del cuerpo humano hallamos el centro de todas las cosas, ya que, cuando la respiración, la mente y el cuerpo se unen en un instante de la experiencia, la realidad se revela. Esto ocurre cuando la mente es capaz de permanecer absolutamente presente durante un ciclo de respiración, en particular, cuando termina una espiración. Esta finaliza en el suelo pélvico, el centro de gravedad, el lugar de descanso de la mente. El Chandogya Upani
ad lo describe claramente:
Así como un pájaro atado a una cuerda, luego de volar en diversas direcciones sin hallar por ninguna parte un sitio donde descansar, se posa (por fin) en el lugar donde está atado, también la mente, querido mío, luego de volar en diversas direcciones sin hallar por ninguna parte un sitio donde descansar, se posa en la respiración, pues la mente está atada a ella. (13)
La psicología del yoga considera que la mente y la respiración están unidas en la estructura del cuerpo humano. No hay mente sin respiración; no hay quietud en el cuerpo sin quietud en la mente, ni quietud en la mente sin una respiración que se ha aquietado.
El mūla bandha, así como el propio yoga, no es algo que haces, sino más bien algo que ocurre de manera espontánea cuando estás presente en el momento en que termina una espiración. Cuando la respiración culmina naturalmente, se produce una sensación de fortalecimiento y elevación en el centro de la zona pélvica, justo por encima del perineo. Una vez que el diafragma pélvico se tonifica, cuando la espiración cambia el sentido y se vuelve una inspiración, el centro del suelo pélvico se enrolla y se eleva hacia el techo de la boca para pasar de ser un ápice cóncavo a uno convexo. Al descubrir esto, los yoguis lo consideraron un objeto de meditación perfecto, pues requiere concentración, una excelente respiración, estabilidad nerviosa, paciencia y un interés en el cuerpo y en la mente en el momento preciso; y esta verdad puede ser descubierta por todos nosotros cuando centramos nuestra atención en un solo lugar durante el tiempo suficiente. El mūla bandha es un acto espontáneo en el centro del cuerpo humano, que ocurre cuando el ciclo de la respiración logra completarse sin que la mente interfiera. El ha
ha yoga consiste en cultivar una observación atenta y precisa por medio de la imaginación y la sensibilidad, para crear la base de las técnicas psicológicas que se aplicarán a la hora de practicar la meditación. Tratar nuestras posturas de yoga y nuestras prácticas de respiración como técnicas meditativas abre senderos de sensaciones cada vez más profundos, y es por estos senderos que el mundo nos atraviesa.
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