Diversos ámbitos culturales −desde la sociología a la antropología, de la filosofía política a la filosofía de la ciencia, de la psicología a la arquitectura y urbanística, de la climatología a las ciencias ambientales− sostienen la validez de las temáticas ecológicas y la necesidad de afirmar el derecho/deber en el equilibrio climático, en la conservación de los recursos del planeta, en la valorización de la biodiversidad 6, en la utilización de energías alternativas al petróleo (como la solar y la eólica), en la lucha por los desperdicios alimenticios 7y al vencimiento programado 8, dando lugar a la reutilización, a la regeneración y al reciclaje, evitando la continua artificialización del terreno (sobre todo los litorales) y el deterioro ambiental, por ejemplo, a la formación de islas de desechos viajando en los océanos 9, de la muerte de delfines y pájaros ahogados por las bolsas plásticas, del depósito de microplásticos 10que ponen en peligro la salud de los mares 11, ya gravemente heridos por la acidificación de las aguas y por la pesca a destajo.
Hay que oponerse a los graves deterioros de la naturaleza y de la biodiversidad, que van desde la desforestación salvaje a la suba del nivel de los mares con graves consecuencias para las costas y las islas, a la destrucción progresiva de las barreras de coral, consideradas los bosques de los océanos, a la drástica reducción (casi hasta la extinción) de las especies vegetales y animales 12de quienes depende el equilibrio de la biosfera.
Sería necesario frenar la extracción continua y el uso inmoderado y desmedido de los combustibles fósiles y, consecuentemente, el incremento de las emisiones de gases con efecto invernadero (en particular, el anhídrido carbónico 13) y los relativos desequilibrios climáticos, portadores de enormes desastres ambientales, que van desde aluviones a olas de calor siempre más calientes y a olas de frío siempre más frías.
Convendría darse cuenta de que los trastornos que van desde las sequías extendidas −con el consecuente descenso de la producción alimentaria− al abuso de los fitofármacos en los campos, tanto pesticidas como fertilizantes no siempre aceptados por las leyes, que, además de contaminar nuestro alimento (frutas, verduras y cereales) para conseguir una apariencia estética apetecible −con un desplazamiento de lo “bueno” a lo “bello”, del placer del cuerpo al placer de los ojos− 14matan las abejas y otros insectos polinizadores.
Si bien es cierto que los cambios climáticos, con fenómenos extremos como la glaciación y desglaciación, han existido siempre en la historia del planeta, ellos se han manifestado, sin embargo, en fases temporales mucho más amplias, no tan comprimidas, con tanto aceleramiento, tal como ha sido registrado en nuestro siglo. 15
En Hielos. Viaje en el continente que desaparece (2019), escrito con la colaboración de Alberto Flores D´Arcais, el glaciólogo Marco Tedesco, uno de los máximos expertos mundiales en cambio climático, habla de Groenlandia, del país de los hielos, describiendo el peligroso descenso del nivel de las aguas, las locas marchas de los osos blancos hacia el interior en busca de alimento, así como el recorrido siempre mayor de rutas hasta hace un tiempo inviolables, como el legendario “pasaje al noroeste”.
Se debería considerar responsablemente los desequilibrios que van desde la carencia hídrica a la contaminación ambiental, de la cementación sin reglas a la urbanización descontrolada, en suma, aquello que Ron Giblett (2019) llama psicogeopatologías y reequilibrar la relación hombre-naturaleza respecto a los reclamos ocho-novecentistas de un desarrollo ilimitado 16, para evitar el riesgo del llamado “efecto mariposa”, por el cual un movimiento de las moléculas generado por el aleteo del insecto puede causar un movimiento de otras moléculas hasta desencadenar un huracán a miles de kilómetros de distancia. La metáfora de la mariposa describe el riesgo que pequeñas variaciones en las condiciones iniciales pueden producir grandes variaciones a distancia y en el comportamiento a largo plazo de un sistema complejo.
2El anhídrido carbónico es un gas insípido, inodoro, invisible y detectable sólo a través de sofisticadas técnicas de monitoreo y reconstrucción. En un artículo de 1896, el químico sueco Svante Arrhenius (1859-1927) estimó que la duplicación del anhídrido carbónico en la atmósfera podría aumentar la temperatura de 5 a 6 grados y, con un cierto sentido ingenuo, sostuvo que el consumo de combustibles fósiles propio de la industrialización aportaría beneficios a la agricultura por causa del fenómeno del efecto invernadero natural y haría más leve el clima de Estocolmo. Calculó que serían necesarios milenios, pero no pudo prever el desmesurado incremento del consumo que se produjo en el siglo XX. En el Códice Arundel , hace unos 500 años, Leonardo da Vinci anticipó el tema del recalentamiento global, imaginando lo que sucedería en el futuro en el planeta y describiendo una tierra quemada por el sol, donde el calor de su superficie extinguiría los seres vivientes “hasta terminar con la naturaleza terrestre”. El Códice Arundel (toma el nombre de su primer dueño reconocido, Henry Howard, XXII° conde de Arundel) es una colección de diseños y escritos de Leonardo da Vinci que comprende 283 folios fechados entre 1478 y 1518, actualmente conservado en la British Library de Londres.
3Se trata de International Emissions Trading . Los Estados que adhirieron al protocolo de Kioto aceptaron respetar los objetivos de limitación/reducción de las emisiones de gases que provocan el efecto invernadero. Estos objetivos son expresados como niveles de emisiones consentida o “cantidad designada” en un cierto período. Las emisiones consentidas por cada Estado están subdivididas en “unidades de cantidad designada”. El intercambio de emisiones, como establece el art. 17 del Protocolo de Kyoto, permite a sujetos que disponen de unidad de emisión asignada que han sido “guardadas” (emisiones que deberían haber sido consentidas pero que no han sido “utilizadas”) vender estas cantidades a sujetos que superan sus propios límites. Porque el dióxido de carbono es el principal gas del efecto invernadero se habla simplemente de “comercio de carbono”. Las emisiones de carbono están monitoreadas e intercambiadas como cualquier otro bien. Este mecanismo se conoce como “mercado del carbono” ( carbon market ).
4El tema de la dieta y, por lo tanto, de la drástica reducción del consumo de productos de origen animal para contrarrestar las emisiones de gas con efecto invernadero, está señalado por el escritor Jonathan Safran Foer (2009; 2019), quien escribe: “Cambiar nuestro modo de comer no será suficiente por sí mismo para salvar el planeta, pero no podremos salvar el planeta sin cambiar nuestro modo de comer.” (Foer, 2019, p. 110)
5En el 2010, por iniciativa de algunos países latinoamericanos, la Asamblea General de la ONU y después el Consejo de Derechos Humanos aprobaron dos importantes Resoluciones que establecen el derecho el agua y a los servicios higiénico-sanitarios como un derecho humano universal, autónomo y específico. Fue reconocido que se trata de un derecho del hombre esencial para su calidad de vida y al ejercicio de todos los derechos del hombre.
6La agricultura industrial es responsable en gran parte de la pérdida de la biodiversidad global, por lo que necesitaría pasarse a un sistema agroecológico diversificado y sustentable. Desde mediados del siglo 20 en adelante, con el desarrollo de las semillas híbridas primero y después con las modificaciones genéticas de sus núcleos, se desarrolló un mercado de las patentes. El patentamiento de los productos de la tierra por parte de las grandes multinacionales, generalmente las mismas que producen los fitofármacos y los herbicidas, determina un desequilibrio de los sistemas agrícolas y obliga a los agricultores a abastecerse con ellos, en un régimen de dependencia, incrementando el riesgo de fragilizar sectores enteros a través del abandono de las tradiciones autóctonas de cultivo. En Europa, por ejemplo, según un informe de la OCSE publicado en 2018, las multinacionales detentan el 72% de los derechos de las semillas de tomate cultivado, el 94% de las variedades de pepinos, el 95% de los tipos de zanahorias. Contra las patentes de los productos naturales se expresó en septiembre de 2019 el Parlamento europeo con una moción que reitera que: “Las variedades vegetales y animales, los procedimientos esencialmente biológicos y sus productos, no son de ninguna manera patentables” (Sironi, 2019).
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