El capítulo tres, “Pertinencia del currículo crítico en el ámbito universitario”, de Guillermo Londoño Orozco, instala una mirada crítica en torno al currículo desde sus conceptualizaciones hasta sus mecanismos de aplicación en el contexto de la educación superior. A partir de una serie de cuestionamientos que someten a revisión la idea de currículo como documento o como plan de estudios, el autor desarrolla una serie de argumentos que sostienen una concepción sociocultural a propósito del mismo, que podría facultar una efectiva y real transformación de las dinámicas, visiones y posturas que sobre este circulan en la educación superior.
No cabe duda que comprender en una orientación crítica los procesos curriculares que tienen lugar en la universidad es un desafío que jalona y moviliza acciones que los resignifican en vinculación con problemáticas específicas de naturaleza social, económica, política y cultural, más que con disciplinas o contenidos enciclopédicos como lo plantean algunas perspectivas clásicas sobre el currículo. A su vez, interpretar el currículo en esta misma clave de reflexión crítica implica reconocer los intereses instrumentales que se materializan en prácticas pedagógicas de corte parametral, que postulan la formación humana en función de estándares, productividad, medición y rendimiento, con el fin de promover su pertinencia histórica en orden a provocar un impacto social y cultural transformador que rebase el sentido tecnocrático al cual ha estado supeditado con frecuencia.
Por otra parte, en el capítulo cuatro, denominado “Formación y currículo emancipatorio”, Javier Ricardo Salcedo Casallas señala la importancia de significar el currículo y la formación humana desde una perspectiva en la cual se reconozca la posibilidad que tienen los sujetos que participan del acto educativo para desplegar sus potencialidades como seres pensantes y críticos, capaces de proponer y crear opciones de vida basadas en la intersubjetividad, el compartir saberes, la vivencia de valores y la producción de ambientes formativos adecuados para su desarrollo particular y colectivo.
En esta misma línea de reflexión y análisis, aborda la idea de currículo técnico y currículo práctico, para luego proponer el diseño de un currículo emancipatorio basado en prácticas pedagógicas de corte ideográfico, que problematicen los primeros poniendo en discusión la necesidad de asumir la historicidad de las prácticas pedagógicas y su vinculación con los intereses que permean cada uno de estos modelos curriculares. Inscribirse en la comprensión y realización de un currículo emancipatorio y su relación con la formación implica, en concordancia con Hugo Zemelman y Estela Quintar, pensar la formación humana como la posibilidad de hacer rupturas y construir sentidos que permitan a los sujetos potenciarse en el plano de su condición histórica.
La tercera parte del libro, “Otras miradas”, trae a colación algunos acercamientos desde la perspectiva de los estudios culturales, la psicología del pensamiento de corte vigotskyano, y las elaboraciones conceptuales surgidas del posestructuralismo francés en torno a la estética, llevadas al campo de la didáctica.
El capítulo cinco, “Cuerpos, destinos y lugares: problematizando las identidades y las prácticas pedagógicas a partir de los estudios culturales”, escrito por Denise Quaresma da Silva, hace una problematización en la que se conjugan los aportes provenientes de los estudios culturales (EC), los estudios de género y las prácticas de educación sexual que acontecen en la escuela, atravesadas por el poder que clasifica, nombra, distribuye, legitima, e incluye y excluye.
Apelando a una interpretación histórica y antiesencialista en torno a la sexualidad humana, la autora indica que esta es una construcción sociocultural que ha sido naturalizada y, al mismo tiempo, deshistorizada. Con ello, procura mostrar que las prácticas pedagógicas son dispositivos para la producción de la subjetividad en las que tienen lugar las diferencias sexuales y de género. En este orden de ideas, la educación sexual se convierte también en dispositivo para formación de identidades que legitiman diferencias y reproducen órdenes simbólicos encaminados a establecer qué es aceptado y qué no lo es.
El capítulo seis, “La teoría histórico-cultural de L. S. Vigotsky: una perspectiva crítica sobre los procesos de desarrollo y aprendizaje en la infancia”, escrito por Dirléia Fanfa Sarmento, es un abordaje reflexivo sobre algunos elementos que se han apropiado en Brasil sobre esta reconocida teoría. Partiendo de una teorización básica sobre los aportes del enfoque histórico-cultural —y en este de los procesos psicológicos superiores—, vuelve a poner sobre la mesa la importancia que las dimensiones social, política y cultural tienen en la generación de aprendizajes.
De acuerdo con lo anterior, aprender y pensar críticamente es un proceso más que un producto, construido en la interacción con los otros en una apuesta por la intersubjetividad, de la cual se derivan una serie de mediaciones culturales que recalcan el sentido social de la cognición humana. Por tanto, vincular prácticas pedagógicas con desarrollo del pensamiento crítico es otorgar a los mecanismos y procesos de mediación simbólica un papel preponderante que no debe ser olvidado en el momento de educar.
El capítulo siete, “Aproximaciones a una didáctica estética como posibilidad de horizonte crítico”, escrito por Luis Ernesto Vásquez Alape, siguiendo a Michael Foucault y a Humberto Maturana, esboza un concepto de didáctica que propugna su significación no tanto como disciplina o ciencia, sino como lugar, espacio y temporalidad de encuentro, que se configura a partir de la interacción con el lenguaje permitiendo la reinvención y recreación existencial de quienes participan en el acto educativo.
A tenor de lo anterior, presenta la posibilidad de conceptualizar la didáctica como mirada estética, es decir, como reflexión crítica sobre el ser simbólico, en la cual se asume al educador y al educando como obras de arte que se constituyen a partir de una variedad de elementos, significaciones y sentidos, desde donde se hace factible la reactualización de la existencia dotando de sentido sus espacio-temporalidades. En este mismo sentido, retoma el planteamiento de una ontología histórica de nosotros mismos, donde tiene lugar la configuración de los sujetos en relación con la ética y la estética.
Por último, la cuarta parte del libro, “Horizontes de acción”, que contiene el capítulo ocho, “Pensar y orientar prácticas pedagógicas y currículos desde un enfoque crítico”, escrito por Guillermo Londoño Orozco y Cristhian James Díaz Meza, quiere ser, a manera de cierre y al mismo tiempo de apertura, un espacio para proponer posibles realizaciones o líneas de acción que desde un enfoque de naturaleza crítica recupere la necesidad de una política pedagógica focalizada en un interés emancipatorio.
Como se observa, este libro es un amplio análisis que en perspectiva crítica visita diversos lugares y problemáticas alusivas al currículo y a las prácticas pedagógicas. Anuda contextos, promueve miradas diferentes, instala reflexiones, discurre sobre posibilidades de transformación, e invita sugestiva y propositivamente a desnaturalizar lo que históricamente ha sido considerado como obvio. Por ello, esperamos que este producto de saber se convierta en una oportunidad a fin de cuestionar y, particularmente, proponer diferentes vías para la concreción de prácticas pedagógicas y currículos que sean construidos a partir de voces y miradas con sentido crítico.
Cristhian James Díaz Meza, fsc.
Dirléia Fanfa Sarmento
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