Esta obra, titulada Currículo y prácticas pedagógicas: voces y miradas con sentido crítico, es una selección de escritos de educadores e investigadores del sector de la educación pertenecientes a la Universidad La Salle de Bogotá, en Colombia, y al Centro Universitario La Salle (Unilasalle), de Canoas, en Brasil. Se trata de una colaboración internacional digna de elogios, que delimita un campo de suma importancia para los educadores Lasallistas de América Latina: la investigación y la producción teórica en la educación.
Esta obra une los esfuerzos de varios investigadores y educadores con el objetivo de buscar una nueva comprensión de los fundamentos teórico-prácticos del fenómeno educativo. La misma se propone enfrentar las temáticas citadas anteriormente desde los aspectos dialógico, reflexivo y crítico, donde la mirada crítica de los autores, en relación con el conocimiento y con los procesos formativos implementados en los centros educativos y en las universidades, se articula con el deseo profundo de que la educación cumpla con su ideal formativo y con su papel de ayudar a mejorar el mundo y las personas. Una mirada plural, multidisciplinaria y multicultural digna del auténtico ejercicio hermenéutico, en su grado más alto de calidad y de pertinencia.
Hermano Cledes Antonio Casagrande, fsc.
Vicerrector
Unillasalle, Canoas, Brasil
Presentación
Nuevo paradigma curricular para prácticas pedagógicas autorreflexivas
Este libro concreta la iniciativa de dos equipos de profesores e investigadores lasallistas de Colombia y de Brasil comprometidos con el ámbito universitario, quienes decidieron hacer alianza para un trabajo compartido de reflexión y búsqueda que aportara horizontes a la construcción de nuevos derroteros para la educación. Sus análisis y propuestas se centran en el currículo y en las prácticas pedagógicas, dos elementos clave para toda innovación en el campo pedagógico. En un mundo donde están a la orden del día dinamismos como la relatividad, la probabilidad, la incompletud y la complejidad, con sus correspondientes incidencias en la realidad formativa, es más que oportuno que un grupo de académicos se pregunte de nuevo por el sentido y alcance de los actuales discursos curriculares y prácticas pedagógicas en boga para, tras un ejercicio riguroso de deconstrucción, plantear posibles rutas por las cuales continuar la marcha.
Las nuevas generaciones se educan, entre otras múltiples formas, gracias a una relación pedagógica que establecen con las generaciones adultas, ya sea en los ambientes de aula o en los espacios arquitectónicos de las instituciones educativas. Son los procesos que logran crear maestros inquietos, curiosos y críticos los que animan tales ambientes y espacios por donde discurren las juventudes. He aquí pues una propuesta sugestiva que puede proporcionar una nueva mirada a las acciones de los profesores y de los administradores educativos responsables de agenciar itinerarios formativos cada vez más pertinentes a las sensibilidades propias de las culturas juveniles de hoy.
El talante lasallista del equipo de autores de este libro nos convoca a no dejar pasar la oportunidad para, siguiendo su ejemplo, examinar, al menos someramente, el ideario lasallista en el cual se inserta tanto su visión curricular como su aproximación a las prácticas pedagógicas. A nadie escapa la importancia que conlleva el contexto laboral y su ethos particular dentro del cual se inscribe un cuerpo profesoral, por todo lo que implica como impronta en su propia praxis educativa. De esta manera, a partir de él, podremos dar una mirada al aporte de la teoría crítica y las pedagogías críticas, en las cuales se inspira este juicioso estudio de los autores.
De la tradición educativa lasallista
El dinamismo histórico del lasallismo desde los tiempos fundacionales ha consagrado ciertos rasgos que tipifican un currículo en perspectiva lasallista. Al respecto podríamos señalar los siguientes: su punto de partida es el contexto realidad al cual quiere responder educativamente. Le sigue una metodología de reflexión y construcción colectiva con los de más experiencia en las labores educativas. Luego conjuga la discusión de las realidades aportadas por las prácticas pedagógicas cotidianas con el diálogo sobre las teorías contemporáneas más sobresalientes. Finalmente, todo lo anterior se traduce en escritos que no son definitivos, sino guías de apoyo y orientación con los cuales volver al aula, y que serán pretexto para nuevas elaboraciones ad infinitum. En La Salle siempre ha habido conciencia desde tiempos inmemoriales sobre lo provisorio de los acuerdos y consensos en todo lo que tiene que ver con lo educativo, pues no hay nada más cambiante que las nuevas generaciones y los contextos de realidad en los cuales transcurre su vida. Siempre hay que volver a comenzar en un perpetuo movimiento de búsqueda y experimentación.
Para La Salle, la percepción y toma de conciencia sobre el aquí y ahora, sobre el contexto realidad del momento histórico, sus necesidades y problemáticas más apremiantes, es lo que permite desencadenar todo un proceso de creación curricular. Es este contexto el que hace posible un diseño curricular situacional. El análisis social crítico es lo que ha permitido a los lasallistas de todos los tiempos inventar propuestas educativas pertinentes y audaces. Decir currículo en perspectiva lasallista no es otra cosa que una respuesta educativa a un aquí y ahora juzgado, valorado y analizado con la ayuda de los mejores aportes de las ciencias sociales contemporáneas. Entonces, es todo lo contrario a una propuesta enajenada, alienada, ciega, que de ninguna manera responde a las urgencias de transformación social. Por tanto, habrá tantos currículos como presencias diversificadas en las realidades en donde los lasallistas se encuentren insertos.
La mirada a la realidad y la respuesta educativa a la misma no son en solitario, se viven en un equipo interdisciplinar integrado principalmente por aquellos más probados y de más experticia en las lides educativas. Esto último, la palabra aquilatada por la sabiduría que dan los años, parece rayar un poco con la sensibilidad y metodologías contemporáneas, que privilegian la participación de todos aquellos que tienen que ver con determinados intereses ya sean educativos o de otro orden, sin importar la edad, la formación y mucho menos la experiencia, ya que nuestro mundo contemporáneo considera a todos iguales sin discriminación de ningún orden. Sin embargo, la tradición educativa lasallista enseña que en cuestiones educativas, la última palabra no la tienen los niños y los jóvenes, sino los adultos; lo cual no quiere decir que no se les consulte, o que no sean protagonistas de su propia formación.
El binomio teoría-práctica es muy apreciado por los lasallistas de todas las épocas. La vida educativa ha enseñado que solo la sabia combinación de la reflexión de lo que acontece en el aula, en el diario transcurrir de una institución educativa, junto con conversaciones sobre las teorías de frontera y en boga, proporcionan los elementos necesarios para suscitar nuevos derroteros educativos. Todavía más, cuando de cuestiones curriculares se trata. El saber pedagógico del maestro se renueva en la medida que pone en acto cotidianamente esa investigación sobre su propia práctica junto con el ejercicio del pensar filosófico profundo ayudado por los teóricos y pensadores creadores de nuevos paradigmas y perspectivas. Es casi condición esencial de los lasallistas la permanente actualización tanto de sus marcos teóricos, constructos teóricos e idearios mentales, como de sus correspondientes prácticas pedagógicas.
Finalmente, la oralidad (entiéndase como diálogo de maestros, debates y discusiones colectivas, análisis y miradas críticas) es vertida en escrituras de textos guías. El currículo previamente debatido, concertado y diseñado como creación colectiva, llega a hacerse documento, con el dinamismo interno de no ser la palabra definitiva sobre lo curricular, sino el punto de partida para nuevas discusiones y reelaboraciones. Más que publicaciones definitivas primorosamente editadas, son textos que circulan en correos electrónicos, fotocopias, impresos que pasan de mano en mano, y que los maestros utilizan y reformulan permanentemente. Son escrituras movibles, circulantes, de autoría colectiva, sin una edición definitiva. Para los lasallistas, la tradición de escritura en lo curricular es más una metodología del arte del reflexionar en conjunto y del pensar colectivo, que la prescripción de modos de proceder y hacer lo educativo.
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