Plasmado por un ángel volando por el aire, el primer mensajero proclama el evangelio eterno a toda nación, tribu, lengua y pueblo de la Tierra. Este ángel representa un grupo de personas a las que Dios llama a proclamar a todo el mundo su evangelio eterno. Este es el cumplimiento escatológico de la gran comisión de Jesús (Mat. 28:19, 20). Este primer mensaje tiene tres partes: el llamado a temer a Dios, el anuncio de que la hora de su Juicio ha llegado y el llamado a adorar al Dios Creador.
Elena de White entendía que el mensaje del primer ángel se refería al movimiento millerita de las décadas de 1830 y de 1840, y continuaba en el tiempo con la proclamación del pronto regreso de Cristo. Con el estudio de las profecías del libro de Daniel y la predicción de que el segundo advenimiento de Cristo ocurriría alrededor de 1843, William Miller y sus asociados pusieron en marcha, en el tiempo del fin, la proclamación del mensaje de los tres ángeles. La proclamación de estas profecías y el pronto regreso anticipado de Cristo aumentó en la gente la conciencia de que llegaban el tiempo del fin y el Juicio del mundo por parte de Dios, y produjo el “gran despertar religioso” predicho en “la profecía del primer mensaje angélico de Apocalipsis 14” ( CS 404). Este despertar no fue solo en Norteamérica, sino también se sintió en otras partes del mundo ( ibíd . 405-419).
Mientras el primer ángel proclama un mensaje de buenas nuevas que debe llegar a todo habitante de la Tierra, el segundo y el tercer ángel envían mensajes de advertencia. El segundo sigue con un mensaje crítico: “Ha caído, ha caído Babilonia” (Apoc. 14:8). En su significado etimológico, Babilonia es una referencia a la confusión y, en su interpretación más amplia, este concepto se refiere a la confusión religiosa y a la apostasía. Su proclamación es un llamado a rechazar o renunciar a las falsas creencias, en particular las creencias antibíblicas que se infiltraron en las iglesias desde los primeros años del cristianismo ( CS 53-65). Para Elena de White, la advertencia del ángel contrasta el mensaje del evangelio eterno de Dios con lo espurio, falso y apóstata de las creencias religiosas al momento del Segundo Advenimiento. El día vendrá cuando se verán las religiones falsas como la vanidad que son y que conducen a la destrucción en vez de a la vida. Según Elena de White, este mensaje se predicó primero en el verano de 1843 durante el movimiento millerita, y se continúa pregonando desde entonces. Ella concluye que, cuando las denominaciones cristianas protestantes rechazaron “la advertencia del primer ángel [durante el movimiento millerita], rechazaron los medios que el Cielo había provisto para su rehabilitación” ( ibíd . 431).
Para Elena de White, la Babilonia del libro de Apocalipsis es una representación simbólica del catolicismo romano, y de todas las iglesias y organizaciones religiosas protestantes “que adhieren a sus doctrinas y tradiciones, y siguen su ejemplo, sacrificando la verdad y la aprobación de Dios, para formar una alianza ilícita con el mundo” ( ibíd . 433). Sin embargo, la caída de Babilonia, aunque comenzó en 1843 cuando las iglesias rehusaron aceptar el mensaje del primer ángel, no está completa y “el cumplimiento perfecto de Apocalipsis 14:8 está aún en el futuro” ( ibíd . 440). La caída de Babilonia es progresiva mientras las iglesias cristianas, rehusando corregir sus creencias y prácticas erróneas, se unen más y más con los principios pecaminosos del mundo. Sin embargo, mientras tanto, Elena de White admite que “la mayoría de los verdaderos seguidores de Cristo aún se encuentra en el seno de ellas” ( ibíd . 441).805
Los primeros dos mensajes culminan en el tercero. Según George Knight: “En el tercer mensaje es donde el adventismo del séptimo día encontró su comisión y su identidad única”.806 El mensaje del tercer ángel señala al enfrentamiento final entre el bien y el mal al momento del Segundo Advenimiento. Elena de White entendía que este mensaje indica el final de los que han rechazado la verdad, se permitieron ser engañados por la bestia y su imagen, y han recibido su marca. Este es un mensaje terrible, es la advertencia más fuerte, pero su intención también es conducir a la gente a experimentar el evangelio eterno descrito en el primer mensaje.
Los tres mensajes encuentran su consumación en el mensaje del tercer ángel. Se hace caso a la advertencia de evitar la marca de la bestia cuando los cristianos “temen a Dios” en el sentido de respetar su voluntad y sus Mandamientos dados a la humanidad, cuando preparan su corazón y su vida para el Juicio de Dios, cuando adoran voluntariamente a Dios como Creador, y cuando rechazan a Babilonia y sus enseñanzas.
En contraste con los que reciben la marca de la bestia, al final del mensaje del tercer ángel se identifica al pueblo de Dios en términos claros: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apoc. 14:12). Estas dos características de la identidad del pueblo de Dios del tiempo del fin son indicadores cruciales para Elena de White.
Lejos de ser un medio para alcanzar la salvación, porque esta solo se recibe por gracia por fe en Cristo, la obediencia a los Mandamientos de Dios es, en realidad, nuestra respuesta a su amor y redención. Así, el verdadero temor a Dios involucra dedicación total, de parte de sus hijos, a obedecer voluntariamente sus Mandamientos. “Con el fin de estar preparado para el Juicio, el hombre tiene que guardar la Ley de Dios. Esta ley será el patrón para medir el carácter en el Juicio” ( CS 489).
Elena de White veía una conexión íntima entre el llamado del primer ángel a adorar a Dios el Creador y la identidad del último pueblo de Dios como guardadores de los Mandamientos. El mensaje del primer ángel advierte que todas las personas de la Tierra deben adorar a Dios el Creador: “Adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apoc. 14:7). Es significativo que este llamado cita el cuarto mandamiento del Decálogo de Éxodo 20:11, el único Mandamiento en el cual Dios describe quién es él. Elena de White entendía este mensaje del primer ángel como un llamado a toda la humanidad a adorar al único Dios verdadero en su día de adoración, el sábado de la Creación, dado a la humanidad (y no solo al pueblo judío) como monumento conmemorativo de la Creación y del amor de Dios. El sábado es la buena noticia que nos habla de creación y de recreación, de nuestras raíces y nuestro destino. El nexo general entre amar a Dios, obedecer sus Mandamientos y el anuncio de su Juicio describe un mensaje integral de dedicación total a Dios por parte de los habitantes de la Tierra. Así, este mensaje es un llamado urgente a toda la humanidad a conocer a Dios como el Dios del evangelio eterno y a adorarlo en su día, el sábado. “Si el sábado se hubiese observado universalmente, los pensamientos y las inclinaciones de los hombres se habrían dirigido hacia el Creador como objeto de reverencia y adoración, y jamás habría habido un idólatra, un ateo o un infiel. La observancia del sábado es una señal de lealtad al Dios verdadero [...]. De esto se desprende que el mensaje que manda a los hombres adorar a Dios y guardar sus Mandamientos los ha de invitar especialmente a observar el cuarto Mandamiento” ( CS 491).
Al final del tiempo, el pueblo de Dios también está identificado como los que tienen la fe de Jesús. Para Elena de White, esta señal de identidad se refiere a confiar en Jesús como el Salvador que perdona el pecado ( Ms 24, 1888, en 1888M 217) y a creer en las enseñanzas de Jesús como se las encuentra en la Biblia ( Bio 1: 404). Como la proclamación del mensaje del tercer ángel coincide con el comienzo del Juicio de Dios, este Juicio, que ya empezó en el cielo antes de la segunda venida de Cristo, tiene la intención de identificar al pueblo de Dios verdadero y sincero. El ministerio de Cristo en el Santuario celestial es crucial en este tiempo del fin mientras el pueblo de Dios es identificado, preparado y recibe el sello de Dios, en contraste con los que reciben la marca de la bestia.
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