Bien lo dijo Herbert Douglass respecto del uso de la Escritura por Elena de White: “El espacio que ella dedica a las personas y los eventos bíblicos no siempre es proporcional al espacio dado en la Biblia. El énfasis que pone en ciertos eventos o personas depende de cómo cree ella que esos eventos o personas contribuyen al desarrollo del tema del Gran Conflicto”.800
El énfasis de Elena de White en la Biblia se basa en su creencia de que la Biblia, como la Palabra de Dios, es un poder transformador en la vida de los que la aceptan. “El estudio de la Biblia ennoblecerá, como ningún otro estudio, el pensamiento, los sentimientos y las aspiraciones. Da constancia en los propósitos, paciencia, valor y perseverancia; refina el carácter y santifica el alma. Un estudio serio y reverente de las Escrituras, al poner la mente de quienes se dedicaran a él en contacto directo con la mente del Todopoderoso, daría al mundo hombres de intelecto más robusto y más activo, como también de principios más nobles, que los que pueden resultar de la más hábil enseñanza de la filosofía humana” ( CS 101).801
La segunda venida de Cristo
Otros tres temas son evidentes en los escritos de Elena de White y los tres están íntimamente interrelacionados. George Knight comenta que, para Elena de White, “la segunda venida de Cristo es el punto central de la verdad en la Biblia, es el clímax de la salvación en Cristo, señala el principio del fin del gran conflicto entre el bien y el mal, es la expresión suprema del amor de Dios, es el objetivo del mensaje de los tres ángeles, y provee un incentivo para la vida cristiana. No hay ninguna parte del pensamiento de Elena de White que no haya sido afectada por la Segunda Venida”.802 Parte de la prosa más hermosa e inspiradora de Elena de White fue escrita en conexión con los eventos que rodean la segunda venida de Cristo y la vida de los redimidos en la Tierra Nueva ( PE 310-314; CS 693-710).
La segunda venida de Cristo tuvo una importancia central para Elena de White desde el momento de su conversión, cuando la experiencia millerita de la década de 1840 y la realidad de la cercanía del Advenimiento dominaban su vida y formaron su carrera literaria. Elena de White le escribió al pastor C. W. Irwin, en 1902: “Las verdades de la profecía están unidas y, al estudiarlas, forman un hermoso conjunto de verdades prácticas. Todos los discursos que damos han de revelar claramente que estamos esperando, trabajando y orando por la venida del Hijo de Dios. Su venida es nuestra esperanza. Esta esperanza ha de estar vinculada con todas nuestras palabras y obras, con todas nuestras asociaciones y relaciones” ( Ct 150, 1902, en Ev 222).
El pensamiento de Elena de White sobre el Segundo Advenimiento ciertamente cae dentro del ambiente milenarista predominante del siglo XIX. Como ya se trató previamente, el milenarismo formó gran parte del pensamiento social estadounidense de su era y, ciertamente, este contexto efervescente afectó su pensamiento teológico. Sin embargo, así como la comprensión del Segundo Advenimiento de William Miller, el premilenarismo de Elena de White contrastaba claramente con el ambiente esperanzado del posmilenarismo que se enseñaba en la mayoría de las denominaciones cristianas de esa época. Ella rechazó categóricamente la creencia de que la Tierra y todas las sociedades humanas tal como existían en su época mejorarían y se encontrarían al final listas para la venida de Cristo. Por el contrario, ella creía que las profecías bíblicas respecto del segundo advenimiento de Cristo indican que la Tierra y todos sus malos caminos serían destruidos en la parusía. La Tierra sería purificada por un fuego destructor, y esperaría mil años antes de ser recreada por Dios para ser la morada eterna de la Nueva Jerusalén y de la humanidad redimida.
El escenario que Elena de White plantea respecto de los eventos que preceden la segunda venida de Cristo revela una serie de pasos íntimamente relacionados con la proclamación del mensaje de los tres ángeles, de Apocalipsis 14. Para Elena de White, toda la humanidad tiene un papel que jugar en el gran conflicto entre Cristo y Satanás, ya sea que lo reconozca o no; y así, gran parte de sus escritos sobre el Segundo Advenimiento también habla de cómo el pueblo de Dios debe prepararse para este evento trascendental.803
Elena de White creía que las señales de la venida de Cristo anuncian el pronto regreso del Salvador. “Jesús dijo: ‘Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra angustia de las gentes’. Quienes contemplen estos presagios de su venida deben saber que ‘está cerca, a las puertas’ ” ( CS 41, 42), y que los grandes eventos de la historia de la salvación están llegando a su cumplimiento. Aunque ella nunca presentó una cronología o un calendario detallados, ella entendía que los eventos finales de la historia de la Tierra girarán en torno a la cuestión de la plena lealtad del pueblo de Dios a la Ley de Dios, manifestada en su obediencia fiel al Mandamiento del sábado, y que los eventos finales comenzarán a desarrollarse una vez que las naciones cristianas legislen y comiencen a hacer cumplir una ley de observancia del domingo. Tal ley humana, al final, obligará a todos los seres humanos a tomar una decisión respecto a la Ley de Dios y su Mandamiento del sábado. A los que profesan ser cristianos, se les exigirá que adopten una postura, y solo a los que reconozcan el día de reposo de Dios se les dará un derramamiento especial y el sello del Espíritu Santo, y serán protegidos durante el tiempo de angustia. Mientras las naciones sufren las últimas siete plagas, el pueblo de Dios es protegido y es victorioso por fe para presenciar la segunda venida de Cristo. Los que han estado durmiendo en Cristo son resucitados y los que están vivos son mudados a cuerpos inmortales. El regreso de Cristo es tanto un momento de celebración y victoria para el pueblo de Dios como un juicio a las naciones que se rehusaron a reconocer la voluntad de Dios en su vida (ver ibíd . 639-710).804
El mensaje de los tres ángeles y la misión adventista
Dentro de este contexto escatológico, el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14 forma el fundamento tanto de la identidad adventista como del foco de su misión. Elena de White escribió, a principios del siglo XX: “En un sentido muy especial, los adventistas del séptimo día han sido colocados en el mundo como centinelas y transmisores de luz. A ellos ha sido confiada la tarea de dirigir la última amonestación a un mundo que perece. La Palabra de Dios proyecta sobre ellos una luz maravillosa. Una obra de la mayor importancia les ha sido confiada: proclamar los mensajes del primero, el segundo y el tercer ángel. Ninguna otra obra puede ser comparada con esta y nada debe desviar nuestra atención de ella. Las verdades que debemos proclamar al mundo son las más solemnes que jamás hayan sido confiadas a seres mortales. Nuestra tarea consiste en proclamarlas. El mundo debe ser amonestado, y el pueblo de Dios tiene que ser fiel a su cometido” ( TI 9:17).
Como Elena de White explica con tanta franqueza en este pasaje, el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6 al 13 es el núcleo central de la identidad adventista del séptimo día. Es aquí donde los creyentes reciben su sentido del llamado divino para ser una voz profética mundial en el fin del tiempo. La teología de los adventistas interpreta estos conflictos entre el bien y el mal, entre el pueblo fiel de Dios y los poderes del mal en el mundo, como resultados del odio de Satanás a la Ley de Dios y a la verdad como se la encuentra en las Escrituras. El mensaje de los tres ángeles tiene la intención de llamar la atención de todos los habitantes de la Tierra, tanto cristianos como no cristianos, a lo que Dios considera importante en preparación para la segunda venida de Cristo. El registro detallado de Elena de White del propósito y del cumplimiento de cada mensaje se encuentra en El conflicto de los siglos .
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