En una entrevista otorgada al diario español El País, Sulloway expresa: “En líneas generales, los hermanos compiten por el favor de los padres, y son sus diferentes estrategias, basadas a su vez en diferencias de edad, tamaño, poder y estatus, las que conducen a diferencias de personalidad”.
Concluye el autor mencionado: “El entorno explica al menos el 50% de las variaciones en la personalidad, como sabemos gracias a los estudios en genética del comportamiento, así que también influye bastante en el desarrollo de las diferencias. El orden de nacimiento conforma la personalidad y el comportamiento mediante mecanismos biológicos, psicológicos, sociales y antropológicos”.
En las familias existe una tendencia a que las características, o los roles, se repartan en forma excluyente: “el estudioso”, “la buena vendedora”, “el práctico”, etcétera.
De esta manera, una vez que alguien recibe un rótulo se comporta, alternativamente, de una de las siguientes maneras: o trata de responder a ese rótulo lo más intensamente posible o, por el contrario, se rebela y se pelea contra el mundo cuando le asignan un rol, o características personales, que no reconoce como propias.
A su vez, esos rótulos constituyen un elemento diferenciador entre los hermanos, lo que da lugar a “especializaciones”. Así, el “estudioso” es uno solo y, probablemente, los hermanos se distingan por ser diferentes de él. Lo mismo ocurre con el deporte, con el hecho de “ser ordenado”, con el talento para los números, etcétera.
Hay reglas estándar sobre el orden de nacimiento, y hay excepciones que, a su vez, se pueden explicar en función de factores que generan un desvío.
De todos modos, los rasgos asociados con el orden de nacimiento implican una relación de probabilidad, no de causa-efecto. Es decir que el hecho de ser primogénito, o benjamín, no determina necesariamente una característica, sino que incrementa la probabilidad de tenerla.
La “Teoría del orden de nacimiento” se sustenta en dos pilares: en la cantidad y la calidad de la dedicación de los padres, por un lado y, por el otro, en el reparto de papeles entre hermanos.
¿Para qué sirve conocer el orden de nacimiento?
Más allá de todas las aclaraciones que formulemos y de nuestras prevenciones o escepticismo al respecto, el estudio del orden de nacimiento puede dar pistas acerca de la personalidad, las relaciones sociales, el tipo de trabajo, el enfoque respecto de ese trabajo y cómo cada cual encara la resolución de los problemas.
¿Por qué es tan importante el orden de nacimiento en la descripción de las características de cada hermano?
Los hermanos son, en muchos casos, la primera experiencia de socialización con pares por parte de los niños. Aunque un niño pase mucho tiempo en la escuela, asista a clases especiales, realice deportes, etc., todo eso es como una gota en un balde si lo comparamos con la intensidad emocional de lo que ocurre en el hogar.
Los padres y los hermanos, o la ausencia de ellos, dejan una huella indeleble que afecta la personalidad de cada uno. Esta huella suele mantenerse a través de los años. Después de todo, a lo largo de la vida, la relación con los hermanos suele ser más antigua y, muchas veces, más permanente que muchas relaciones de amistad o de pareja.
Vivir en una familia, una experiencia única y fluida
Cuando nace cada hijo todo el ambiente familiar se revoluciona. La forma en que los padres interactúan cuando un nuevo hijo llega a la familia determina en gran parte cómo forjará su carácter y su personalidad.
A menudo existen circunstancias que cambian la secuencia natural del orden de nacimiento. El resultado es, por ejemplo, que el hijo que nació en el último lugar actúe como el primero.
Sucede que la teoría del orden de nacimiento no es simple y de aplicación automática, ya que hay muchos factores que pueden afectar los resultados.
La razón por la cual algunas personas perciben el orden como inconsistente se vincula con que piensan –como la mayoría de los expertos– que es un sistema ordinal basado en el rango de nacimiento; que el primero debe ser así, y el segundo asá.
Pero algunos niños actúan y realmente parecen muy diferentes a su orden original. Es entonces cuando comienzan a jugar las variables. Ello puede dar lugar a que un niño de una posición actúe como el de otra.
Todos los rangos tienen distintas características y tendencias generales, pero la clave para entenderlos es identificar y examinar la dinámica y la relación que existe entre los miembros de una familia. Así, por ejemplo, hay variaciones que han sido muy estudiadas:
Lapsos de más de cinco años desde el nacimiento del hermano anterior pueden crear “otra familia”, y el menor podría ser funcionalmente, al mismo tiempo, el primogénito, en tanto que el hermano mayor podría tener características propias de un hijo único.
A su vez, una diferencia mayor, digamos de siete u ocho años, puede producir que el último hijo se sienta como un hijo único.
Los mellizos pueden establecer entre sí roles de hermano mayor y menor y, a su vez, ser diferentes en su interacción con los otros hermanos.
El hijo que nace después de la pérdida de un hermano, aunque sea el mayor, puede adoptar conductas de un hermano menor.
Dado que existe una identificación de los hijos con los rasgos de su progenitor del mismo sexo, el padre puede transmitir rasgos propios de su orden de nacimiento a sus hijos varones y la madre puede transmitir rasgos de su propio orden de nacimiento a sus hijas. Entonces, podría ocurrir que el hijo varón mayor presente rasgos propios de un hijo menor, si ese es el orden de nacimiento de su padre.
La “destronación”
Kevin Leman describe la “destronación” como el fenómeno que ocurre cuando nace un nuevo hermanito o hermanita.
Hasta ese momento, el primogénito ha sido el número uno y el centro de la atención de todos. De repente hay un nuevo ser, más pequeño, que requiere más atención. El primogénito ya no es tratado de manera especial y puede sentir una gran falta de autoestima si los padres no se aseguran de hacerle saber que lo siguen amando.
Muchos padres tratan de que sus hijos tengan, al menos, una diferencia de dos años (aunque tres sea lo “ideal”), en el sentido de que hay más posibilidades de contener al hijo mayor, ya que comienza a ser capaz de expresarse por medio de palabras. Sin embargo, estos planes no siempre evolucionan como resulta deseable.
La variable del género
Siempre que el segundo hijo es del mismo sexo que el primero es probable que haya cierto grado de fricción. Cuando la diferencia de género provoca que un hijo sea “especial” (por ejemplo, una hija muy deseada después de varios varones, o viceversa), ello puede poner presión en su hermano o hermana inmediatamente mayor, quien sentirá un desplazamiento de la atención por parte de sus padres.
La adopción
En este caso, el orden no se afecta, siempre y cuando el niño continúe en su etapa de infante. No obstante, ocurre que, en la actualidad, existe una tendencia a adoptar niños más grandes; por ejemplo, de más de cuatro años.
Es necesario que los padres adoptivos sepan que un niño adoptado a la edad de cuatro años o más, ya ha tenido un orden familiar (aunque sea en un orfanato).
A su vez, en el caso de que en la familia también haya hijos biológicos, los padres deberían evitar por todos los medios cualquier discriminación basada en el origen entre unos y otros. Como principio elemental orientado a la unidad y felicidad familiar: los hijos deben amarse y aceptarse de manera igualitaria.
Hermanos mayores
Los primogénitos suelen ser organizados y confiables. Muchas veces, perfeccionistas.
Читать дальше