No es sorpresivo, por ende, que el último hijo desarrolle una actitud de “ya van a ver quién soy”.
Los hijos únicos
Este es un libro acerca de los hermanos. Se podría suponer que ningún hijo único debería estar leyéndolo.
Sin embargo, es posible que algunos hijos únicos lo lean para entender la relación de sus padres y sus tíos, o la relación de sus hijos entre sí. Por tal motivo describiremos brevemente las características de los hijos únicos.
Se debe resaltar que ellos congregan una mezcla de las características de los mayores, los del medio y los menores. En gran medida, pues, resulta significativa la historia que rodea su condición de hijo único, en el sentido de si es tal como consecuencia de:
•el fallecimiento de un hermano,
•la pérdida de embarazos anteriores por parte de la madre,
•el hecho de que haya nacido sin experiencias de pérdidas anteriores, pero luego de que se haya producido una imposibilidad de concebir nuevos hijos,
•que se perdieron embarazos posteriores,
•que murió un hermano más pequeño,
•o de que finalizó la relación entre los padres.
Es probable que las características dominantes de cada hijo único respondan a las circunstancias de su propia historia, por lo que serán muy diferentes los hijos únicos según la causa principal por la que no poseen hermanos.
Mi mamá solía decir respecto de mí, muy orgullosa: “Leonardito nació después de quince años de casados”.
Y yo me sentía tan especial… hasta que, después de varios años de análisis y algunos golpes contra la pared, logré decirle: “No, mamá, yo nací después de nueve meses de embarazo”.
Esa es, en definitiva, la pugna del hijo único: por un lado, sentirse especial con todos los privilegios que ello supone, pero, por otro lado, buscar la normalidad, porque a veces ser especial conlleva costos elevados, particularmente en cuanto a criterios de soledad y exceso de responsabilidades.
Los hijos únicos suelen ser críticos, solitarios y, a veces, más que “un poquito” centrados en sí mismos. Después de todo, ser hijo único tiene una ventaja/desventaja: nunca se necesita competir con los hermanos para obtener la atención de los padres.
El lado positivo es que ello colabora a que tenga más confianza en sí mismo, pero el lado negativo es que no tiene hermanos con quienes competir, compararse; no tiene a nadie que lo coloque como segundo en algo.
Para ilustrar, casos de hijos únicos en el mundo del espectáculo: Robert De Niro, Anthony Hopkins, Tommy Lee Jones y Robin Williams.
Aplicaciones de la “Teoría del orden de nacimiento” respecto de la empresa de familia
La información que nos brinda el orden de nacimiento es un dato más a tomar en cuenta en la estrategia de formación de los hermanos, para su interacción más adecuada en la empresa de familia, para la formación de equipos, la identificación de líderes e, incluso, para comprender con mayor claridad la tendencia de algunos de ellos a no involucrarse.
Sin llegar al extremo de convertir dicha teoría en un indicador infalible, es necesario saber que brinda herramientas muy interesantes para comprender mejor la realidad de cada uno.
CAPÍTULO 4 - HERMANOS Y HERMANAS
Caso 6: “Mi sucesor tiene que ser varón”
“Juan, lamento ser tan duro, pero observo que tu hijo mayor no tiene la vocación, ni la formación, ni las aptitudes para ser tu sucesor en la empresa. En cambio, María Victoria es una chica muy capaz, tiene ganas de emprender y seguramente podrá aprender lo que le falta para liderar la empresa en muy poco tiempo”.
Juan, padre de cinco hijos, se quedó pensando un rato y, finalmente, dijo: “O sea que si María Victoria fuera varón, y fuera el mayor, yo no tendría ningún problema”.
Ese es el esquema mental de muchos empresarios que apuestan a su hijo mayor como el sucesor natural. En ese punto, “mayor” significa, también, varón. Por lo tanto, responden a paradigmas culturales heredados que, con seguridad, no revisaron a fondo.
Es posible que se trate de pautas en las que también creían sus padres. Si nos remontamos en el tiempo, podremos concluir que se trataba de normas culturales oficialmente vigentes en épocas en que, por ejemplo, la mujer no podía votar, ni asistir a determinados clubes reservados exclusivamente para varones, ni administrar su propio patrimonio después de casada.
La lucha por la igualdad de la mujer reconoce muchos hitos a lo largo, especialmente, del siglo XX, pero los avances no son armónicos. Sin embargo, los resultados no son equivalentes en todos los ámbitos y en todas las zonas geográficas.
El desconocimiento de la igualdad entre hombres y mujeres es más pronunciado en las sociedades más tradicionalistas, y en determinados rubros de la actividad empresarial.
Hay industrias que se consideran reservadas a los hombres y, por lo tanto, a una mujer se le hace difícil escalar posiciones y encontrar allí su lugar.
Evidentemente, quienes justifican la discriminación en tal sentido no toman en cuenta datos irrefutables de la realidad. Por ejemplo, más de veinte mujeres han sido presidentas de diferentes naciones del mundo; grandes empresas (por ejemplo Yahoo!) tienen, o han tenido, como responsable principal a una mujer; la tercera parte de la Magistratura y del Poder Legislativo, por ley, deben ser ocupados por mujeres...
Por lo tanto, cuando el titular de un pequeño taller afirma que su hija nunca podría dirigirlo, está incurriendo en una afirmación dogmática, basada –probablemente– en mandatos antiguos, o en una vieja concepción del lugar de la mujer en la sociedad o en la empresa.
Caso 7: “¿Una mujer en un negocio de hombres?”
“Andrea no puede quedar al frente de la ferretería; jamás cambió una bombita, ni aflojó un tornillo”– sostiene, convencido, su padre.
“Bueno si es por eso, yo no podría haber sido obstetra: nunca estuve embarazado, ni creo que vaya a estarlo en el futuro”– le contesta irónicamente su cuñado.
Es muy habitual que, cuando se trata de cuestiones de género, las personas confundan los requerimientos para ser un empresario con el conocimiento técnico y práctico del rubro del que se trata. No es necesario saber cambiar una bombita para poder dirigir al personal, o para llevar los números de un negocio, o para hacer buenas compras sobre la base de un entrenamiento adecuado.
Todavía son muchos quienes consideran que ciertas áreas no pueden ser comprendidas por una mujer, por su condición de tal, sin tomar conciencia de que, simplemente, están aplicando un prejuicio.
Ser empresario no significa, necesariamente, tener que opinar u operar respecto de cuestiones técnicas propias de los productos que se fabrican o venden.
Sin duda, la presencia de una mujer para ocupar un puesto de responsabilidad en una empresa causa cambios en la cultura de los hombres que la rodean. Es, en definitiva, parte de la evolución de la sociedad.
En estos tiempos de cambio cultural se producen situaciones paradójicas. Por ejemplo, son muchos quienes creen que las mujeres no están en condiciones de dirigir una fábrica metalúrgica, porque se trata de un rubro “de hombres”.
En cambio, a nadie se le ocurriría que los hombres no puedan dirigir una fábrica de cosméticos, pese a que se trata de un rubro especialmente dirigido a mujeres.
Es remarcable que las capacidades necesarias para manejar una empresa en el presente difieren de las que resultaban necesarias en el pasado, en especial a partir de la aparición de los sistemas informáticos, razón por la cual, cada vez en mayor medida, los espacios reservados para los hombres se originan más en una restricción mental de la sociedad que en un verdadero requerimiento del tipo de actividad del que se trata.
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