A lo largo de nuestro trabajo abordaremos conceptos de algunos autores para entender las formas de ver el mundo desde lo occidental y desde lo andino. Tomaremos el concepto de “actuación de la tradición” de Charles Briggs y Richard Bauman (1996), que consiste en “la puesta en acto de una situación dada, en un contexto significativo o simbólico”. Podemos decir que esto aparece como un acto relevante en la performance que se reproduce en cada ritual; en tal sentido, Gary Fine (1989) afirma que “la tradición va a depender de la necesidad de algunos de los miembros de la sociedad que deseen poner en práctica estos rituales o performance” . De esta forma, a partir de la elaboración social de mecanismos retóricos y simbólicos que reflejan, en el mundo ficcional propuesto por la performance, la tradición, y a la vez sostenida intersubjetivamente mediante la circulación en una red de relaciones sociales, tiene lugar la construcción de identidades sociales, vinculadas con el universo de creencias de cada grupo, en este caso la comunidad periqueña. Todos estos aportes contribuyen al estudio de la construcción discursiva de las creencias sobre los rituales mortuorios en las localidades de la provincia de Jujuy, a la que nos referiremos más adelante.
Debemos decir que los rituales mortuorios son celebraciones plenamente vigentes en la ciudad de Perico en Jujuy, así como en muchas otras regiones andinas. En este tipo de celebraciones la gente siente que se confirma como individuo dentro de su grupo social de pertenencia. El pasado y la creencia se reivindican en este tributo a los antepasados, que guían aún hoy el camino que han forjado la historia y la cultura que detenta el grupo. Así, una celebración particular adquiere trascendencia y brinda satisfacción, tranquilidad en los seres queridos que quedaron en esta tierra.
Los ritos que se realizan para esta ocasión están cargados de significaciones y símbolos profundos para las familias que los realizan. En estos distintos espacios sagrados podemos encontrar una gran variedad de signos, íconos y símbolos, componentes importantes para este análisis semiótico. Tomaremos los conceptos de Charles Peirce (1987), quien propone una división triádica del signo en icono, índice y símbolo. El ícono guarda una relación de analogía o semejanza con el objeto y se vincula con la primeridad. Así, por ejemplo, la fotografía de una escalera funciona como un ícono que guarda una relación de analogía con una escalera. El índice guarda, por su parte, una relación de existencia con el objeto, que se vincula con el dominio de la secundidad. Por ejemplo, en este caso podemos señalar el aroma de las flores del altar, el humo del incienso y la luz de las velas. El símbolo guarda una relación convencional de valor con respecto al objeto; por ejemplo, la palabra “escalera” o la palabra “fuego” con respecto al objeto que designan. Estos elementos tienen valor simbólico y se analizarán más adelante.
Las técnicas utilizadas en el desarrollo de nuestra investigación son propias de los análisis cualitativos, lo que habitualmente se denomina diseño abierto y flexible (Griaule, 1969; Ibáñez, 1985; Besse, Moro y Quintero, 2000; Sautu, 2003; Malinowski, 1922; Hubert y Mauss, 1946; Mendizábal, 2007; Andry, 1998; López-Aranguren, 2015; Mayer y Quellet, 1991; Mayntz, Holm y Hübner, 1980). Para conocer los motivos y significados de las conductas, experiencias y vivencias de los actores, en este caso los ritos mortuorios, optamos por la realización de una verdadera etnografía en el sentido antropológico del término.
En ciencias sociales, los métodos o técnicas cualitativas refieren a la investigación que produce datos descriptivos: las propias palabras de las personas y la conducta observable. Por ello, el diseño de investigación es flexible, ya que en este trabajo se desarrollan conceptos, intelecciones y comprensiones partiendo de los datos, experiencias y no recogiendo datos para evaluar modelos o teorías preconcebidas (Taylor y Bogdan, 1996). Los métodos cualitativos adoptan una perspectiva holística: las personas, los escenarios o los grupos no son reducidos a variables, sino que son considerados como un todo en el contexto de la cosmovisión del grupo.
Los rituales mortuorios se asocian con la noción de persona, las concepciones sobre la vida, la muerte, la existencia después de la muerte, la relación entre los vivos y los muertos, las relaciones entre los deudos y la comunidad y, por sobre todo, implican la manipulación de lo sagrado. No obstante, más allá y en virtud de estas afirmaciones, queremos señalar que no construimos hipótesis en el sentido de las ciencias duras o de los diseños fijos de investigación, puesto que carecen de pertinencia (Taylor y Bogdan, 1996). En este sentido, en los diseños flexibles no se construyen hipótesis ni se realizan experimentos, sino que el investigador en sí mismo es una insustituible herramienta de recolección de datos. Los investigadores son sensibles a los efectos que ellos mismos causan sobre las personas que son objeto de su estudio. El investigador suspende sus propias creencias y valoraciones; trata de comprender a las personas en sus marcos de referencia y no busca la verdad en un sentido esencial; para él todas las perspectivas son valiosas (Taylor y Bogdan, 1996). La investigación cualitativa es conducida con procedimientos rigurosos, aunque no necesariamente estandarizados. Se siguen lineamientos orientadores, pero no reglas. Los métodos sirven al investigador; nunca es el investigador el esclavo de un procedimiento o técnica (Taylor y Bogdan, 1996).
En la praxis, el método fenomenológico supone un primer momento que podríamos denominar negativo en cuanto implica la reducción o puesta entre paréntesis de conocimientos previos tanto teóricos como tradicionales y disposiciones pragmáticas y afectivas (Husserl, 1949; Merleau-Ponty, 1969). Supone reducir lo que Alfred Schütz (1972) denominó el mundo del sentido común, vale decir el conjunto de vivencias, experiencias y sentidos que son inmediatos para el investigador en su calidad de sujeto que es parte de una sociedad determinada. El sentido de la puesta entre paréntesis radica en acceder sin prejuicios previos a los significados que las acciones y los fenómenos tienen para los actores sociales, en cuanto contenidos de conciencia, esto es, sensaciones, percepciones, representaciones, conocimientos y emociones, en síntesis, vivencias.
El tema que nos ocupa supone la realización de un acabado fenomenismo de los significados, acciones y emociones que los actores sociales vivencian en relación con la muerte, incluyendo los ritos, el duelo, el tratamiento del cadáver, la concepción de la persona, las nociones de vida y muerte, y todo aquello que se asocie estructuralmente al hecho enfocado. La descripción fenoménica supone, por consiguiente, una etnografía de la atención de los rituales mortuorios, para dar cuenta de su contextualización en la cultura local. En un segundo momento, el enfoque fenomenológico recurre nuevamente a la reducción o puesta entre paréntesis, esta vez para alcanzar la esencia del fenómeno (Husserl, 1949; Landgrebe, 1968). Para ello, es necesario reducir todos aquellos aspectos de lo dado que sean secundarios o accesorios o que hagan a la existencia histórica del fenómeno, procedimiento que permite descubrir y comprender la esencia, la cual es una estructura de significación de carácter general. En este sentido, ubicamos los rituales mortuorios entre los ritos de pasajes o ritos de paso que permiten el paso de viviente a muertos, vale decir de una entidad humana a un ser de una calidad ontológica diferente, que define a los seres-otro o a la alteridad existencial. La unidad de análisis está constituida por los migrantes bolivianos asentados en las provincias de Salta y Jujuy, y se funda en la homogeneidad cultural que presenta el grupo de estudio.
Читать дальше