Marilé Truscello de Manson
Los duelosHuellas en el carácter y registro corporal
PRIMERA EDICIÓN
A Alfredo, Hernán y Andrés
Estas líneas son mi reconocimiento a los colegas amigos por el intercambio sostenido a lo largo de mi trayectoria profesional. En un principio, luego de mi egreso como psicóloga, más adelante durante mi doctorado en Psicología y en mi formación como psicoanalista. Son muchos los colegas que han contribuido directa e indirectamente a las ideas plasmadas en este libro. Me resulta muy difícil nombrarlos en su totalidad. Sólo hago una apretada síntesis. Este libro es el resultado de muchos años de trabajo e investigación en vínculo con todos ellos.
Mi interés profundo por la obra de Freud me llevó a la Lic. Elvira Nicolini quien luego de mi egreso de la carrera de licenciatura en Psicología me aportó mayores conocimientos de la teoría freudiana en una lectura minuciosa durante muchos años en un grupo de estudio con colegas. El corolario de esos tiempos es, además, una entrañable amistad con ella.
Desde esa época data mi vínculo con David Maldavsky, a quien agradezco el despertar en mí la necesidad de investigar y escribir. En el recorrido conjunto de todos estos años, destaco sus valiosos aportes a mi formación académica y al conocimiento más refinado de la metapsicología freudiana. Al mismo tiempo me une con Clara Roitman y David un vínculo afectivo; con ellos compartí trabajos de investigación psicoanalítica sistemática y empírica en numerosos congresos y grupos de investigación.
Agradezco a mis queridas maestras, profesoras y colegas en quienes encontré las palabras de reflexión en el intercambio clínico y teórico, y me ayudaron a pensar la diversidad de la experiencia clínica, durante mi formación psicoanalítica. También a la querida Alicia Sirota, mi primera supervisora, a Berta Manticow y Lilia Bordone que brindaron su apoyo y generosa contribución a mi formación; con ellas continuamos realizando un intercambio fructífero en la tarea académica de la carrera de Especialización en Psicoanálisis. También deseo mencionar a Héctor Ferrari, quien depositó su confianza en mí todos estos años compartiendo la docencia como profesores de la cátedra de Freud, en la carrera de Especialización en Psicoanálisis del Instituto Universitario de Salud Mental (APdeBA); y a Jorge Maldonado por sus valiosos comentarios y estímulo acerca de la obra que hoy presento. A la Lic. Diana Blumenfeld, por la ayuda recibida en la corrección literaria del libro.
Gracias a todos.
por David Maldavsky
Conozco a Marilé Manson desde hace unos 35 años, cuando comenzó a interesarse en la articulación entre metapsicología freudiana y clínica. Por ese entonces yo recibía los influjos de la creatividad y la inspiración de Liberman, quien dejó una huella profunda en mi pensamiento, y creo que también en el de Marilé. Continuamos trabajando juntos durante muchos años y fue acompañando una parte importante de mi evolución, incluyendo mi más reciente orientación en el terreno académico y de investigación. A mi vez, tuve la ocasión de acompañarla en la redacción de su tesis de Doctorado en Psicología, y por su parte ella asistió a los seminarios de posgrado sobre el lenguaje del paciente y la investigación psicoanalítica que durante diez años dicté en la Asociación Psicoanalítica Argentina, fue jurado de tesis de doctorado e integró equipos de investigación sistemática de casos presentados en congresos internacionales.
En las investigaciones que hicimos en común aplicamos un método de cuño freudo-libermaniano (algoritmo David Liberman, ADL), diseñado para estudiar los deseos y las defensas en el discurso. Se trata de un método que suele captar numerosos matices en el discurso de los pacientes. Hemos realizado estudios comparativos entre los resultados de los análisis de casos en que se empleó el camino clásico de investigación y los resultados de estos mismos casos con el ADL.
En varias oportunidades, los resultados de uno y otro análisis han sido prácticamente coincidentes, lo cual por un lado muestra que es posible la articulación fecunda entre la investigación clínica y la investigación sistemática y por otro lado pone nuevamente en evidencia la sutileza de la autora en la captación y el estudio minucioso de detalles que requieren tanto de andamiaje conceptual como de rigor analítico.
El trabajo en común a lo largo de tantos años tuvo en todo momento un carácter fecundo, ya que dio lugar a numerosos textos de su autoría, en los que tuve el placer de acompañarla, y en los cuales se ponía en evidencia su compromiso con la práctica clínica y su exposición detallada, acompañada por argumentos teóricos que en su mayoría eran de cuño freudiano.
Uno de los rasgos más destacados de Marilé, que se conserva en el presente, es su pasión por encarar problemas clínicos complejos en el curso de las sesiones y por articular el enfoque de estos problemas con conceptualizaciones psicoanalíticas de diferente orientación, tanto las que predominaron en los años ’70 y ’80 como las más recientes. De cada una de estas conceptualizaciones Marilé ha intentado rescatar aquellos sectores que le permitieron entender con mayor sutileza algún aspecto complejo de los problemas clínicos que debía encarar. A menudo el compromiso con la comprensión de las situaciones clínicas la llevó también a dar importancia a su conexión empática con cada paciente y a examinar inclusive su propia participación en las sesiones como terapeuta, para lo cual tomaba en cuenta los afectos que le promovían en algunos momentos las manifestaciones de un paciente, y en ocasiones enriquecía la descripción de sus sentimientos con algún relato de un episodio que hubiera vivido y que tenía un carácter esclarecedor no solo de su propio vivenciar sino de la escena que el paciente tendía a desplegar en el intercambio terapéutico.
Pues bien, esta misma preocupación por la comprensión de los casos complejos y por disponer de conceptos para pensar su práctica clínica constituye también un sello distintivo en la estrategia expositiva del presente libro, en que es posible observar un incesante pasaje de ida y vuelta desde las descripciones clínicas hasta los conceptos. Del total de los capítulos, la mitad está dedicada a exponer conceptualizaciones sobre diferentes puntos (entre ellos, los psicodinamismos, el duelo patológico, las situaciones traumáticas para lo anímico) y la otra mitad está destinada a exponer con gran detalle casos clínicos y la relación entre las manifestaciones que presentan los pacientes y los conceptos.
También puede observarse un rasgo en la exposición conceptual, sea en los capítulos más teóricos, sea en los clínicos: la diversidad de las orientaciones teóricas a las que Marilé recurre. Sin embargo, esta diversidad no resulta acrítica y carente de coherencia. Su estrategia tampoco es la de quien intenta presentarse como original al agregar algún matiz (probablemente ya expuesto por otros autores) a conceptos psicoanalíticos clásicos y recientes. Es, en cambio, una estrategia más humilde y honesta, y en el fondo, más rendidora. Esta estrategia tiene un doble ordenamiento: cada concepto que selecciona por un lado le permite entender de manera más precisa algún matiz de un sector complejo de una manifestación clínica, y por otro lado se ensambla de manera coherente con los conceptos freudianos que constituyen el fundamento de su enfoque.
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