—¿Y entonces? —le reiteró Pancho, mirando su reloj.
—El viejo aceptó. Me despedí de Mayalén y le di instrucciones proyectando que te dejara el sobre y tú vinieras a buscarme hoy a la tarde. Pero hubo un problemita y tuve que adelantar los planes.
—¿Por qué problemita? Esas muecas y gestos te los conozco desde chico. Ni que te hubiera parido. ¿Qué hiciste, pendejo? Desembucha de una puta vez.
—Cuando por la noche conocí a Evelyn, me volví loco. Una dama bella, joven, agraciada. Primo, ¿sabes cuántos años que no toco a una chaparra? Quince insoportables años. Ya ni recordaba cómo era una teta. No me acordaba, Pancho. Solo ver esa mujer, se me hizo agua la boca.
—¿Pero te le tiraste a la mujer del dueño del campo? Eres un desconsiderado y jodido cabrón. Encima te dan una oportunidad y te autorizan a que duermas en su casa. ¿Y te le tiras a la esposa? Eres un hijo de perra.
—No, no. No me entiendes. No era su esposa, era su hija.
—¿Cómo su hija? ¿Su hija? Peor que peor, entonces ¿encerraste a su mujer? Explícate. ¿Qué hiciste? Me estás poniendo muy nervioso.
—No le hice nada. La madre se había ido a visitar a un pariente no sé dónde. Y esa noche no regresaba.
—Pero cuéntame qué hiciste, Charly. Esto se ha convertido en una jodida película de suspenso.
—Pues que, a la mañana, me la llevé a la chica a un galpón y ella aceptó con ganas que tuviéramos sexo.
—¿Cómo, aceptó con ganas?
—Sí. Pero después… se arrepintió.
—Me estás confundiendo, güey. Sé más claro.
—Primero me dijo que sí y luego que no. Tú conoces a las mujeres. Son como “la gata Flora”. Entonces comenzó a resistirse. Se arrepintió. Se echó para atrás. Y yo me puse como loco. No me entraba en la cabeza que ahora se negara. Eso no lo podía tolerar.
—¿Y entonces qué pasó?
—Cuando a la noche estuvimos unos momentos solos, le acaricié las piernas y su sexo. Y eso le encantó. La sentí suspirar, ronroneando como una gatita. La había excitado. Se salvó por un pelo, con el llamado de su padre. Sino la trincaba ahí mismo en su habitación.
—Estás rematadamente loco. ¿Y entonces?
—Esta mañana me puse fuera de mí. No dormí en toda la noche pensando en ella. Me había enceguecido. Tantos años sin acariciar ni sentir el perfume de una mujer. No sabía lo que hacía. Ella se resistía y cuanto más se resistía, yo más me excitaba. Entonces la acomodé en un camastro de pasto dentro del galpón. La besé y la acaricié...
—¿Y qué más? Ya te conozco esos gestos. No pongas cara de perro que voltea la olla y se hace el distraído ¿Qué le hiciste, cabrón? Declara de una maldita vez. ¿Qué le hiciste a esa niña?
—Sin darme cuenta, la abracé con fuerza y se durmió.
—¿La abrazaste y se durmió? Déjate de pendejadas ¿Cómo que se durmió? ¿La golpeaste? ¿La drogaste?
—No, no. Mis dedos apretaron un poquito de más el cuello y empezó a toser, hasta que unos segundos después cerró los ojitos. No se movía. Se quedó quieta.
—¿Cómo que se quedó quieta? ¿Respiraba?
—¡No lo sé, no lo sé! Me estás volviendo loco con tantas preguntas, Pancho —resoplaba Charly exaltado y a punto de llorar—. Me pareció que no se movía. Además, no se veía una mierda. Estábamos en un lugar oscuro y afuera era de noche también.
—¡La has estrangulado! ¡La asfixiaste! Eres un reventado hijo de puta. Mataste a una joven que apenas conociste unas horas antes. Pero ¿qué bicho te picó? ¿Cómo has podido volverte tan violento y desconsiderado? Eres un lunático e impresentable, pendejo —le recriminaba Pancho, gritándole en un inquietante estado de nervios—. ¿Y ahora qué hacemos? Esto es peor de lo que me imaginaba. ¿A qué hora fue eso?
—No me grites, primo. Déjame pensar. Espera que recuerde. Estoy muy alterado. Ella se levantó a las cuatro de la mañana, porque era la hora del ordeñe. Así que eso sucedió como… una hora después. Ponle que fue a las cinco, creo yo, aún estaba oscuro.
—¿Y alguien está enterado de lo que hiciste? ¿Y el padre y la madre? ¿No me digas que los mataste? ¿O solo al padre? No lo puedo creer. Estás rematadamente loco. ¡Locooooo!
—Espera, espera. Cálmate, Pancho. Estoy muy nervioso y me siento muy mal. No maté al padre. Él continuaba durmiendo. Y nadie sabe nada. Ella lo iba a despertar como a las 7:30 horas, cuando terminara su ordeñe, y luego desayunarían juntos como todos los días. Pobre viejo, ja, ja. Todavía debe estar esperando el café en la cama.
—¿Pero de que te ríes? Eres un malnacido hijo de perra. Mataste a una joven, ¿y eso te causa gracia? Y encima me llamas pidiendo socorro para que te saque las castañas del fuego. No me lo puedo creer, primo. Esto prueba que tú estás enfermo. ¡En fer mo!
»Charly, no hace ni 24 horas que te escapaste del presidio y te están buscando por todo el estado. Pero eres egocéntrico y tan listo, que no te bastaba salir en la plana de todos los diarios, que encima asesinas a una pobre chica. De esta no te salva ni el genio de Aladino. Ahora sí, te encuentras bien fregado.
—Ayúdame, Pancho, te lo ruego. Te lo imploro. Te pagaré todos tus servicios y tu gran apoyo. Pídeme lo que quieras y te cancelaré hasta el último centavo.
—No importa el dinero. Hablaremos de eso en algún momento. La cagada es que los controles están en todas las rutas y accesos, multiplicados por mil, por un millón. En estos momentos, te deben estar rastreando con todos los satélites desde el espacio.
—¿No viste la televisión, algún noticiero, una alerta sobre mí?
—¿De qué hablas? Si no tuve tiempo. Desde anoche que estoy como loco preparando todo lo que me habías pedido, corriendo de un lado para el otro, llamando aquí y allá. Es una mala noticia, Charly. Muy mala. Con que tuviste un “problemita”, ¿no? No me entra en la cabeza la pendejada que acabas de cometer. ¿No podías aguantar un par de días más? Si tenías tantas ganas, te hubieras encamado con una chaparra de un bar o de donde coño fuera. Mataste a una joven de familia, una adolescente que recién comenzaba a vivir. ¿Puedes ser tan perverso y desmadrado?
»Cuando se despierte el padre y se entere, avisará a la policía y entonces tu cabeza valdrá dos millones de dólares. Saldrás en todos los diarios y noticieros del planeta. Te perseguirán por todas las galaxias del sistema solar, hasta dar contigo. No lo olvides, por si acaso.
»¿Otro “problemita” u odisea que deba saber? —lo hostigó Pancho en forma socarrona—. No me ocultes nada Charly, porque te dejo aquí en el campo y vivirás con tu amigo inseparable, el espantapájaros, por el resto de tu vida, alimentándote solo con maíz.
»¿Y qué hiciste luego con la joven?
—La dejé dormida en el camastro.
—¿Seguro? No me engañes, pendejo, que lo veo en tus ojos y además te tiembla la voz ¿Qué hiciste con la joven? Dímelo de una puñetera vez.
—La dejé allí dormida en el camastro. Te lo juro.
—No me alarmes más y relátame la verdad de la historia. De aquí no nos movemos hasta que me lo digas. ¡Empieza de una vez cabrón!
—Ok., Pancho. No te alteres, primo. Me tienes acorralado y sin escapatoria. Tendré que contarte toda la verdad.
CAPÍTULO 15
SIN SABER QUÉ HACER
Campo “La Preciosa”.
Viernes 20 de mayo de 2011, al amanecer…
Algo anda mal dentro del granero en desuso. En medio de la locura y su lucha asimétrica, se detiene. Se paraliza. Se da cuenta que Evelyn no ofrece ninguna resistencia; no habla, no reacciona, no se mueve. ¡No se mueve! Se percata en ese instante.
—Eh, nena, ¿qué te pasa? Contesta linda. Di una palabra, por favor.
Читать дальше