Durante la Edad Media no se produjeron grandes hitos en relación con el conocimiento del cerebro. Se dejaron de lado las disecciones anatómicas, la doctrina galénica se leía en las facultades de medicina europeas como un dogma: lo que había escrito “el divino Galeno” era incontrovertible y nadie osaba refutarlo ( 15).
La era de ‘los espíritus’ y la doctrina cavitaria
Los ‘espíritus’
Inicia este relato volviendo a Galeno que, con base en teorías expuestas previamente por médicos alejandrinos, tres siglos antes de nuestra era común, apuntó que los nervios eran tubos huecos por los que circulaban “espíritus animales” producidos en la “sustancia del cerebro”, almacenados en los ventrículos, y en caso de ser necesarios, circulaban por los nervios para asegurar la generación de movimiento o de sensaciones ( 6, 9). Galeno integró estas viejas teorías a sus conceptos de anatomía y fisiología del cuerpo humano.
Consideraba que los espíritus animales se derivaban de los pneumas vitales, que para el pensamiento griego de ese entonces correspondían a un soplo, hálito, aire o espíritu. A su vez, proviene de ideas surgidas en la antigua Alejandría que planteaban que la vida estaba asociada a un sutil vapor o pneuma directamente vinculado con la respiración ( 8).
De acuerdo con sus teorías, el aire presente en la naturaleza ingresaba al organismo por la vía respiratoria superior, llegando a los pulmones en donde se transformaba en pneuma vital, este nuevo elemento se mezclaba con la sangre y, a través de las arterias, llegaba a la base del cerebro donde se transformaba en pneuma psíquico o espíritu animal. La extraordinaria transformación se producía, como se mencionó, en la base del cerebro, y se lograba, según Galeno, gracias a la rete mirabile (red milagrosa), que estaba constituida por una compleja malla de vasos sanguíneos dispuesta en varias capas. Una vez realizada la transformación, los espíritus animales quedaban alojados en los ventrículos, y de ahí fluían a través de los nervios (tubos huecos) hacia los órganos para llevar a cabo funciones específicas. Hoy es claro que dicha red no existe y no debemos olvidar que Galeno no practicó disecciones anatómicas en humanos por razones ya expuestas. No obstante, observó la red de vasos sanguíneos mencionados en otras especies y asumió que los humanos también la teníamos ( 6, 8).
La doctrina cavitaria
Durante este período se consideraba que los seres humanos teníamos en el cerebro tres ventrículos y no cuatro, como sabemos hoy. A su vez, y como variante muy importante a la doctrina galénica, se empezó a considerar que las cavidades ventriculares eran, ni más ni menos, que el asiento del alma. Los grandes jerarcas de la Iglesia católica consideraban que el alma estaba radicada en la cabeza, la parte del cuerpo más cercana al cielo y, por lo tanto, a Dios. Sin embargo, la sustancia cerebral no era pulcra, e incluso era comestible (para ese entonces ya se consumía torta de sesos de diferentes bovinos). No podía entonces el alma estar localizada en el tejido cerebral, sino que su mejor ubicación era en las cavidades cerebrales, es decir, los ventrículos ( 9).
Reviste especial interés mencionar que el tema no se circunscribía a una simple ubicación en los ventrículos, sino que se les atribuía funciones específicas. Nemesio, médico y obispo de Emesa en Siria, mezclando teoría galénica y cristianismo, señalaba, hacia el año 390 de nuestra era, que “el ventrículo anterior”, que vendría a corresponder a los cuernos frontales de los ventrículos laterales, percibía sensaciones de todos los sentidos, y era el responsable del sentido común y la imaginación. Lo anterior tal vez debido a su proximidad con órganos sensoriales, entre ellos los ojos, oídos, nariz y lengua, donde se percibe el gusto ( 9, 16).
El ventrículo medio, que vendría a corresponder al tercer ventrículo, tenía un papel muy importante dada su posición central: la razón y actividad mental y espiritual. Este recibía información del ventrículo anterior, que le permitía al cerebro hacer una estimación sobre su entorno para poder tomar decisiones con base en ella ( 8, 9, 16).
Finalmente, el ventrículo posterior era el responsable de la memoria. Se integraba la función de los tres ventrículos: el anterior, que percibía las condiciones del entorno gracias a su conexión con los órganos sensoriales; el medio, que tenía funciones cognitivas; y el posterior encargado de la memoria, que almacenaría la información recibida para su utilización posterior ( 8, 9, 16). La doctrina cavitaria fue también promulgada y apoyada por Agustín de Hipona (354-430), san Agustín ( 16).
La Edad Media fue avanzando y, pese a que todavía existían algunas restricciones, empezaron a llevarse a cabo disecciones anatómicas de seres humanos. Se trataba generalmente de cuerpos que habían pertenecido a criminales condenados a muerte y, aunque la mayoría de las veces se hacían en anfiteatros destinados para tal fin en las facultades de medicina, en otras se llevaban a cabo como un acto público que atraía gran cantidad de personas ( 8).
Sin embargo, de nuevo no se establecieron grandes cambios en el conocimiento del cuerpo humano, en gran parte por la enorme influencia de la doctrina galénica, que, como anotamos previamente, era absolutamente incontrovertible ( 8).
Uno de los anatomistas más célebres de la época fue Mondino de Luzzi (c. 1270-1326), anatomista y profesor de cirugía de la Universidad de Bolonia. Fue el primer anatomista que llevó a cabo una disección de un cuerpo humano en forma pública después de Herófilo y Erasístrato, y, posteriormente, dirigió muchas más durante su cátedra ( 17).
De Luzzi realizaba sus estudios anatómicos en forma sistemática y ordenada, y es el autor del primer texto médico sobre anatomía llamado Anathomia y publicado en 1316. Esta obra fue un tratado de anatomía galénica pura en el que describe en detalle el cuerpo humano, pero sin mayores novedades, ya que el profesor leía la doctrina galénica desde una silla elevada y lejos de sus alumnos (la cátedra) y la disección la hacía un prosector (básicamente un técnico, sin formación científica) que escuchaba la lectura del texto de Galeno por parte del médico y seguía sus instrucciones; así mismo, había un ‘ostensor’ que con una vara indicaba las estructuras anatómicas que el maestro iba leyendo. A pesar de ello, y como se mencionó antes, se sabe que este médico realizó varias autopsias y en su obra hay hallazgos de que no habían sido mencionados por Galeno, porque que este no practicó disecciones en seres humanos ( 17).
La influencia y perdurabilidad de esta obra fue enorme, pues durante unos 300 años fue el libro de texto de las principales universidades europeas ( 8).
Y llega el Renacimiento
Una de las principales características de este período, de este ‘renacer’ intelectual, fue dejar de lado los viejos dogmas expuestos en los textos clásicos, para pasar a explorar, analizar, diseñar, publicar y crear nuevo conocimiento, al igual que extraordinarias obras de arte que hoy siguen causando la más grande admiración.
En el contexto de la anatomía, es indispensable mencionar a Leonardo da Vinci (1452-1519), quien encarna de manera excelsa al hombre renacentista. Además de ser uno de los más grandes artistas de la historia de la humanidad, se interesó por la ciencia, la ingeniería, el diseño de artículos que hoy conocemos como el helicóptero o el submarino, varios siglos antes de que llegaran a convertirse en realidad, y demostró un gran interés en la anatomía. Como muchos otros artistas del renacimiento, Da Vinci se interesaba en la anatomía del cuerpo humano para poder dibujarlo o esculpirlo a la perfección, pero Leonardo fue mucho más allá, hay evidencia de que llevó a cabo por lo menos 30 disecciones anatómicas en Florencia, Milán y Roma ( 5, 18).
Читать дальше