1 ...6 7 8 10 11 12 ...24 La trayectoria del caudillo santandereano resulta interesante, pues representaba a García Rovira, una de las provincias más pobres de Santander en comparación con el resto, pero principalmente con las más ricas, como eran Soto, Cúcuta, Guanentá y Socorro. Además, debe señalarse que muchos de los notables de estas provincias lo apoyaron. En Soto, por ejemplo, su éxito puede explicarse por su perfil como empresario, concretamente por su empeño en construir el ferrocarril que conectaba la capital, Bucaramanga, con los puertos del río Magdalena; también por las alianzas y negocios que mantuvo con empresarios de la región. Con todo es probable que, como político, Wilches no hubiera llegado lejos sin el respaldo de las familias notables de García Rovira, y que tampoco hubiese tenido mayor trascendencia sin el prestigio como general del ejército y sin el apoyo de otros caudillos militares, como el general Julián Trujillo, quien desde la presidencia de la Unión garantizó su triunfo en la campaña de 1878.
En el manejo de sus empresas, en las campañas electorales y en la guerra, Wilches se apoyó en amigos, socios, familiares y copartidarios de García Rovira. Pero con el transcurrir de los años sus vínculos y clientelas se ampliaron a otras provincias y a los demás estados de la Confederación. Sus clientes pudieron acceder a los negocios y a cargos facilitados por Wilches desde el poder, y en tal sentido se perfiló lo que Weber denominó partido de patronazgo46, cuyo modelo podríamos observar en cualquier tiempo y lugar en el que diseccionemos las formas de los partidos tradicionales del país, pues tal es su soporte organizacional desde el siglo XIX. Wilches actuaba en una estructura de clientelas piramidal, pero igualmente mantuvo intercambios directos de tipo diádico con clientes a los que otorgaba desde un destino (puesto de trabajo) hasta la entrega de dinero en efectivo (un tipo de ayuda que solicitaban clientes muy pobres o en desgracia)47.
Acerca del espacio en el que Wilches escenificó su actuación política se tienen noticias de Manuel Ancízar, acompañante de la expedición que hizo el geógrafo Agustín Codazzi entre 1850 y 185148. Ancízar relata que había una pobreza generalizada por doquier, sumada a la inexistencia de lo público, y señalaba que el poco Estado estaba representado «en unas escuelas y algunos hospitales de caridad», ubicados en los poblados más grandes, donde la única autoridad reconocida era la de los curas y la ejercida por los hacendados y las familias principales. El cargo de alcalde en los pueblecillos más olvidados implicaba entonces una carga de trabajo sin remuneración y, en consecuencia, una responsabilidad que todos evadían y de la que pocos entendían su función. Por esos años la principal producción en la región era la caña de azúcar, seguida del tabaco, principal producto de exportación. En su detallada descripción, Ancízar hizo énfasis en que todos los vecinos estaban dedicados a la producción de artesanías, entre las que destacaban los lienzos y los sombreros de nacuma (especie de palma endémica), conocidos como jipijapa. También señaló los incipientes cultivos de café49, que en las siguientes décadas dominarían el paisaje de las provincias del Norte: Soto, Ocaña, Pamplona y Cúcuta.
En 1857 se creó el Estado de Santander, que para entonces tenía 392.840 habitantes en sus 92 distritos parroquiales50. Según el censo de 1870 había 425.427 habitantes, de los cuales un 6 % estaba asentado en las cabeceras urbanas y el resto era población rural. En el cuadro de población, que aparece debajo de estas líneas, se observan las tendencias dadas en la segunda parte del siglo; es evidente que hubo un crecimiento en las provincias del norte y un estancamiento relativo en las del sur. Cúcuta registró el mayor crecimiento, pues pasó de 18.519 habitantes en 1851 a tener 97.203 en 1912; en esta última fecha dentro del conjunto de provincias su población ocupaba el segundo lugar, después de Guanentá. En esos sesenta y dos años Ocaña y Soto también incrementaron su población, mientras que las restantes −entre ellas García Rovira− tuvieron un crecimiento mínimo. El profesor Johnson concluyó al respecto que la dinámica poblacional de las provincias del norte obedeció al auge comercial y cafetero, facilitado por la navegación en los ríos Magdalena y Zulia. Mientras tanto la población del Socorro decreció, pues gran parte de sus habitantes emigraron al norte tras los cultivos del café y el comercio51.
Población de Santander en la segunda parte del siglo XIX
Departamentos |
1851 |
1870 |
1890 |
1912 |
Cúcuta |
18.519 |
34.776 |
51.888 |
97.203 |
Ocaña |
17.208 |
27.136 |
37.586 |
63.816 |
Pamplona |
21.514 |
25.663 |
30.030 |
43.362 |
Soto |
51.225 |
50.711 |
50.169 |
86.241 |
García Rovira |
39.969 |
55.947 |
72.765 |
70.157 |
Guanentá |
67.487 |
73.781 |
79.985 |
101.492 |
Socorro |
81.243 |
87.581 |
75.661 |
65.741 |
Vélez |
62.748 |
69.832 |
77.288 |
76.453 |
Totales |
359.908 |
425.427 |
493.963 |
604.465 |
Fuente: censos de 1851, 1870 y 1912.
Si se compara la representatividad poblacional de Santander con el resto de Colombia durante el periodo federal, se observa una tendencia al estancamiento. Según el censo de 1851, la República de la Nueva Granada contaba con 2.243.730 habitantes, a los que las provincias de Santander aportaban cerca de una quinta parte; y en 1895, cuando el total de población colombiana era de 4.100.000 habitantes, Santander tenía cerca de 500.000, que representaban aproximadamente una octava parte del total52.
El arribo del capital financiero internacional y la esperanza en una economía agrícola de exportación
La vida política del caudillo santandereano coincidió con la expansión del capitalismo mundial de la segunda parte del siglo XIX. Quizá Wilches no tuvo conciencia de ello, pero al igual que sus contemporáneos percibió el impacto de la ola librecambista que se impuso por doquier y despertó en los políticos neogranadinos y latinoamericanos el entusiasmo por los ferrocarriles. Durante ese tiempo en Santander, como en el resto del país, hubo cambios socioeconómicos dinamizados por la penetración de capital extranjero. En el escenario socioeconómico de las apacibles provincias irrumpió un nutrido grupo de comerciantes y empresarios con nuevas iniciativas productivas, que a medida que aumentaban su poder social procuraban controlar el aparato del Estado, motivando diversos conflictos con otros sectores sociales, algunos de los cuales se empobrecieron hasta extremos nunca antes vistos, como fue el caso de los artesanos.
El arribo de capital internacional y el afán de los políticos por controlar tanto las exportaciones agrícolas como la apertura de vías incidieron en la lucha partidista facciosa. Durante este periodo se realizaron tres guerras civiles en el contexto de la unión y un sinnúmero de guerras regionales, en virtud de las cuales se abrió paso una prolífica generación de caudillos militares. En las ciudades se constituyeron grupos de poder socioeconómico con raíces en las haciendas, con vínculos empresariales tanto en otras ciudades del subcontinente como en Europa y en los Estados Unidos. Un entramado empresarial que se dedicaba a exportar productos de la tierra y a importar herramientas, maquinaria, armas, textiles, licores y un sinfín de bártulos de uso cotidiano.
Al comercio y a la apertura con los mercados internacionales contribuyó la inmigración europea asentada en Santander, principalmente desde los años cincuenta. Pues si bien estaban desde antes, a partir de ese momento su presencia fue más notoria, quizá porque se implementó la navegación a vapor por el río Magdalena. La inmigración fue promovida en la Nueva Granada desde el momento de la Independencia: entonces a los recién llegados se les entregaban tierras, se los protegía de la expropiación en las guerras civiles y se les daba la nacionalidad con dos años de residencia, y aun con menos tiempo. Desde luego que nadie venía buscando nacionalidad, sino fortuna. Los inmigrantes que arribaron a comienzos de siglo inicialmente se asentaron en las ciudades costeras y en los puertos53, pero desde mediados de siglo su presencia aumentó en las provincias del interior. Por los vapores que remontaban el Magdalena empezaron a llegar ingleses, franceses y alemanes, entre otros. Los recién llegados, una vez establecidos, tejieron vínculos con la élite criolla; además potenciaban sus negocios con sus nexos familiares allende el océano. En Santander dejó huella el alemán Geo von Lengerke, porque empedró un sinnúmero de caminos coloniales, algunos de impronta indígena, que todavía se usan, por los que movilizaba tabaco y quinas hacia los puertos de los ríos, desde donde exportaba hacia el Atlántico y Europa. El alemán llegó a ser uno de los hombres más ricos de la Provincia de Soto, según las declaraciones de impuesto a la riqueza correspondientes a los años 1870-1874.
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