Nectalí Ariza - Las clientelas del general Wilches

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El lector no tiene entre las manos la biografía de Solón Wilches, que en estas páginas se va desgranando como un lazarillo que nos conduce a lo largo de la narración y nos sirve de guía en su transcurso, dándonos además continuadas referencias que nos ubican en el tiempo y el espacio. Este libro nos muestra que, más que decisiones espontáneas que podrían parecernos son las que estructuran estas historias familiares enlazadas, son en cambio la naturaleza y la entidad de las negociaciones urdidas entre ellas y establecidas con terceros, las que arman toda la trama de lo que vamos poco a poco, página a página, descubriendo, porque el autor así nos lo va desvelando.

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Familia y sociabilidad política

La red familiar de los Wilches Calderón

En los años cincuenta los Wilches aparecen en el escenario de Santander como la familia que acaparaba los cargos de la administración en La Concepción. Su liderazgo en la región obedecía a su notabilidad; quizá poseían alguna riqueza mediana, pero no gran fortuna, pues no había tal en García Rovira72. El grupo familiar mantenía vínculos políticos, aspecto evidente en su correspondencia; en esto quizá haya influido el que varios de sus miembros tuvieron educación superior, que entonces era una exigencia tácita para escalar socialmente; tanto don Andrés Wilches como su hijo cursaron estudios de derecho en los colegios mayores de Bogotá. Otro aspecto socialmente significativo para las familias notables era la tradición militar: la participación en las guerras con sus adornos, medallas, batallas, mártires, hechos heroicos, heridas, rangos y patriotismo que se pudiesen mostrar. De todo ello había una estela en la familia que Solón pudo continuar cuando tomó las armas en 1859, en la primera oportunidad que tuvo. La familia Wilches estaba a su vez ligada por diferentes vínculos a otras familias de la región, una red que representó para Wilches un soporte fundamental en su ascenso al poder político, si bien a mediados de 1880 rompió vínculos de manera definitiva con la mayor parte de su parentela y se vio enfrentado a sus primos y a otros familiares que ocupaban curules en la diputación del Estado.

Los ancestros de Wilches parecen haber tenido cierta notabilidad desde finales de la Colonia. Al parecer eran parte de una de las familias criollas reconocidas como principales, que incrementaron su poder social a finales del siglo XVIII con el apoyo de las autoridades españolas, pues estas quisieron prolongar su menguado control cooptando a los criollos ricos en las localidades73. La mayoría de tales familias tomaron partido con los patriotas en las guerras de Independencia e incrementaron su poder en la primera parte del siglo XIX. En los comienzos del federalismo sus expectativas aumentaron por la descentralización de la administración; entonces los Wilches coparon los cargos creados. Una circunstancia similar se observa en las provincias vecinas, donde unas pocas familias lo controlaban todo: en Ocaña estaban los Quintero, los Jácome y los Lobo Guerrero; en San Gil, los Rueda, los Durán y los Martínez; en Vélez, los Olarte y los Vanegas, etc. Se trataba de familias insertadas de manera tradicional en el aparato del poder político, caracterizado en la etapa federal por la precariedad y la improvisación. Tal tendencia fue general, aunque encontramos matices en las ciudades más comerciales, donde hubo más inmigrantes extranjeros y que se vieron favorecidas en cuanto a importaciones y exportaciones, como sucedía en Cúcuta y Bucaramanga, donde nuevos sectores sociales se disputaron el poder. En general, las familias de notables que animaron las guerras civiles en Colombia a lo largo del siglo XIX defendían tanto sus privilegios como los cargos en las administraciones locales.

La participación política de los Wilches Calderón se escenificaba en las elecciones y en los conflictos armados. Así, en 1859, cuando Solón Wilches se vinculó a las fuerzas gobiernistas que combatían a los revolucionarios conservadores, lo hizo con una tropa compuesta por primos, vecinos y amigos de La Concepción, que a su vez dirigían a sus peones y a la gente del común que se sumó a la contienda. En esa etapa el liderazgo político de la localidad recaía en su padre y en su tío Ramón, entonces diputado por García Rovira y quien asistió a los debates de la Asamblea entre 1859 y 1863. Ramón resultaba ser el diputado con más parentela en la Asamblea y en la política del Estado. Una hermana suya, tía de Solón, estaba casada con Braulio Cáceres, un abogado que fue juez, diputado y varias veces congresista. Además, tres de sus hijas se casaron con hombres de la política: Virginia Wilches, con el general Domnino Castro; Natalia, con el ya mencionado Rafael Otero, y Emilia, con el general Fortunato Bernal. Por otra parte, también aparece el médico y diputado José María Ruiz, quien se casó con Andrea, hermana menor de Solón. Además de los mencionados, también estuvieron en política Marco Aurelio y Joaquín Wilches, hijos de Ramón, quienes fueron diputados en la segunda parte de la década de 1870 y en el primer lustro de los ochenta, al menos hasta la guerra de 1885.

En la política también estuvieron Milciades y Horacio Wilches. Sabemos que Horacio era hermano de Solón, al parecer un hijo natural de don Andrés, pues en varias de las herencias de las tías a favor de sus sobrinos nunca se lo menciona entre los legítimos, y tampoco lo hacía don Andrés. No obstante, sabemos que sí lo era, porque en enero de 1883 Horacio se presentó en la notaría de La Concepción y dijo que su padre Andrés Wilches había muerto74. Igual sucede con Milciades, al que nunca se lo menciona como hijo legítimo ni de Andrés ni de Ramón Wilches. Quizás estaba en la misma condición de Horacio, y sería hijo de alguno de los dos patriarcas de la familia. Los llamados hijos naturales, aun viviendo bajo el mismo techo, eran un asunto tabú de las familias, a tal punto que ni los propios hermanos llegaban a enterarse de su parentesco, una consecuencia del estigma y la condena social que acarreaba tal circunstancia.

Por la vía materna, la de los Calderón, Wilches también tuvo una pléyade de primos, varios de los cuales aparecen referenciados en las cartas relacionadas con la explotación de quinas y demás actividades empresariales en que se ocupó. En la política el que más destacó fue Joaquín Calderón, quien lo acompañó en la guerra de 1859; entonces lideraba parte de las fuerzas de García Rovira. Téngase en cuenta además que con los Wilches Calderón también se emparentaron los Rangel, Prada, Montero, Cáceres, Uzcátegui y los Otero75. Y más allá del parentesco directo, un grupo significativo de familias rovirenses mantenía vínculos tanto con los Wilches como con las otras familias mencionadas, todas con alguna prestancia social, según los cánones de la época. En tal grupo debemos incluir los apellidos Espinel, García, Barón, Meneses, Angarita, Paz, Castro, Bernal, Carvajal, Higuera, Carreño y Fonseca. Se trataba de un grupo de familias en el que destacaban los Wilches. Quizá como sucede hoy en las poblaciones pequeñas de cualquier parte, el conjunto social estaba conformado por diferentes cruces y ramificaciones de unos pocos linajes.

Los Wilches en la Asamblea del Estado

El listado de representantes por García Rovira a la Asamblea durante el periodo federal muestra la persistencia de los apellidos de la red familiar que lideraban los Wilches. Estos aparecen a continuación, con letras representativas del tipo de vínculo que mantuvieron con Wilches, así: P: pariente, M: militar, A: amigo, N: socio en negocios, S: subalterno, C: copartidario.

Braulio Cáceres (P)(C) General Fortunato Bernal (P)(M)(C)
Ramón Wilches (P)(C) General Domnino Castro (P)(M)(C)
Milciades Wilches (P)(M)(C) Vicente Uzcátegui (A) (P) (C)
Solón Wilches (P)(M)(C) Antonio Suárez (C)
Timoteo Hurtado (A)(C) Antonio Clavijo (C)
Antenor Montero (P)(M)(C) José de la Paz Ortiz (S)(C)
Fructuoso Higuera (N)(M)(C) José María Ruiz (P)(M)(C)
Gabriel Silva (A)(C) Guillermo León (C)
Eladio Mantilla (A)(C) Cenón Fonseca (C)
Teófilo Forero (C) Manuel J. Valencia (C)
José María Ramírez (C) Horacio Wilches (P)(C)
José M. Fonseca (C) Moisés García (S)(C)
Crisanto Duarte (C) Fausto Reyes (C)
David Granados (A)(S)(M)(C) Moisés Barón(N)(M)(C)
Celso Serna (N)(C) Cenón Salas (C)
Ramón Afanador (C) Joaquín Wilches (P)(M)(C)
Francisco Peña (C) Juan de Dios Orduz (C)
Marco Aurelio Wilches (P)(M)(C) Aníbal Carvajal (M)(S)(C)

Si se analiza que fueron veintinueve años de federalismo santandereano (finales de 1857 hasta 1886), y que la provincia tenía derecho a 4 representantes en cada legislatura, que antes de 1880 se elegían anualmente y desde entonces hasta 1885 bienalmente, se obtendría cupo para 104 representantes, en caso de haber una rotación total. Ahora bien, si no hubiese existido alternancia de diputados, el resultado hubiese sido de 4 representantes durante todo el federalismo. Las dos situaciones resultan extremas y excepcionales, con pocas probabilidades de que ocurriesen. Realmente hubo 36 representantes, una cantidad mesurada, cercana a la media de una rotación total, 54, más aún si se considera la tendencia reeleccionista en las cámaras de cualquier organismo representativo. Quizá lo excepcional esté en los vínculos existentes entre ellos. Con respecto a la rotación, debe observarse que de los 36 representantes, solo 6 asistieron a una o dos legislaturas, tales fueron los casos de Gabriel Silva, Eladio Mantilla, Guillermo León, Antonio Suárez, Antonio Clavijo y Fausto Reyes.

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