1 ...6 7 8 10 11 12 ...16 La concepción de la hipnosis como un estado de consciencia especial se apoya en modelos recientes que explican la cognición y la conciencia como estados emergentes de múltiples y diversas regiones cerebrales funcionalmente coordinadas (Canales-Jhonson, Lanfranco, Vargas e Ibáñez, 2012), de manera que la hipnosis sería un estado cerebral neurofisiológicamente específico y diferente de otros estados de conciencia, tales como la vigilia o el sueño (Rodríguez Sánchez y Rodríguez Rodríguez, 2011).
Las investigaciones que intentan sustentar que la hipnosis es un estado especial se basan en la identificación de correlatos neurobiológicos de los estados hipnóticos, utilizando la denominada “hipnosis neutra”, en la que el hipnotizador induce la hipnosis sin sugerir posteriormente cambios en las percepciones de los sujetos. Se han realizado múltiples estudios de neuroimagen y análisis de señales electromagnéticas, los cuales sugieren evidencia, tanto anatómica como funcional, de un posible estado de conciencia hipnótico durante hipnosis neutral. Esta incluye la participación de diversas regiones corticales y subcorticales, con especial énfasis en la corteza cingulada anterior y la corteza lateral dorsolateral. Sobre la base de estudios de coordinación funcional, el estado hipnótico se caracterizaría además por una disminución en la conectividad cortical (Canales-Jhonson, Lanfranco, Vargas e Ibáñez, 2012).
Sin embargo, dado que la “hipnosis neutral” en sí misma implica sugestión, la evidencia neurofisiológica expuesta a favor de los teóricos del estado no permite determinar de forma concluyente si los cambios observados son debidos a la existencia de un estado de conciencia, o son un efecto del procedimiento sugestivo, como sostienen los teóricos del no estado.
Ellos plantean que la experiencia de un estado de conciencia podría ser una manifestación más de los muchos efectos subjetivos de la sugestión, de manera que cierto tipo de sugestiones específicas (en este caso, las que se dan para conseguir la llamada “hipnosis neutra”), provocaría cambios neurofisiológicos particulares. Aportes empíricos recientes de las neurociencias sugieren que existen, a nivel cognitivo, múltiples efectos dependientes del contexto (Ibáñez, 2007), por lo que variables tales como la interpretación de las sugestiones, las expectativas o las motivaciones, son suficientes para caracterizar las experiencias bajo hipnosis y producir cambios neurofisiológicos, que es el postulado subyacente al modelo sociocognitivo de la hipnosis (Lynn, Lawrewnce y Kirsh, 2015).
El modelo sociocognitivo o cognitivo-comportamental de la hipnosis es el que más ha fustigado la concepción de la hipnosis como un estado especial de conciencia, siendo incluso criticado por exagerar la idea según la cual las conductas hipnóticas son estratégicas, dirigidas a metas y volitivas (Lynn y Kirsch, 2006). Recientemente, los autores han reformulado su modelo integrando lo social, lo cultural, lo cognitivo y las variables neurofisiológicas que están en juego, tanto dentro, como fuera de la hipnosis, considerando la interacción dinámica de estos aspectos como determinantes de la experiencia multifacética de la hipnosis (Lynn, Laurence y Kirsch, 2015).
Este paradigma alternativo considera que, tanto las personas que son hipnóticamente sugestionables, como aquellas que no lo son, poseen determinadas actitudes, motivaciones y expectativas hacia las instrucciones que están recibiendo. Quienes responden mucho a las sugestiones hipnóticas de prueba, activan actitudes, motivaciones y expectativas positivas hacia esa tarea; o, lo que es lo mismo, intentan actuar, pensar e imaginar las sugestiones tal y como el operador espera que lo hagan. Las personas hipnóticamente poco sugestionables, emplean actitudes, motivaciones y expectativas negativas hacia la tarea en las pruebas hipnóticas. Es decir, procuran no pensar, actuar o imaginar las sugestiones en la dirección deseada por quien hipnotiza. Los tres factores (actitudes, motivaciones y expectativas) varían en relación con un continuo (negativa-neutral-positiva) para converger e interactuar de forma compleja, junto con las atribuciones de causalidad sobre lo que se observa, determinando hasta dónde un individuo puede imaginar y dejarse llevar por las sugestiones administradas.
Para los partidarios del enfoque sociocognitivo, los denominados “fenómenos hipnóticos” pueden ser explicados dentro de los planteamientos de la psicología cognitiva y la psicología social, sin necesidad de acudir a constructos hipotéticos como el trance, el sonambulismo, o un estado de alteración de la consciencia (Lynn et al., 2015). Así, los fenómenos hipnóticos se fundamentarían en una compleja interacción de variables tales como las actitudes, las motivaciones, las expectativas y las habilidades cognitivas e imaginativas (Kirsch, 1993).
Entre las diversas teorías que se adscriben a este modelo, se encuentra la teoría dramatúrgica de la hipnosis, en la que se asume que se “activan roles” –role enacting o taking, según textos– (Coe y Sarbin, 1991), una vez la persona está hipnotizada. Es decir, enfatiza que la persona hipnotizada adopta e interioriza este rol, socialmente determinado, a la manera en que adoptamos otros roles en nuestra vida (el de madre, profesor, el duelo, etc.), actuando “como si” creyera en su imaginación y sus fantasías (en este caso hipnóticas).
Desde las aproximaciones sociocognitivas, la persona, además de mantener el control sobre sus conductas en todo momento, estaría continuamente esforzándose de un modo activo –pero no necesariamente consciente– para experimentar las sugestiones hipnóticas, y así adaptar sus respuestas a los cambios contextuales y las demandas relacionadas con el rol. En este sentido, los informes de involuntariedad asociados a dichas sugestiones y la experiencia de los fenómenos hipnóticos (como la amnesia poshipnótica), serían reflejo del uso que la persona hace de las estrategias cognitivas (incluyendo la imaginación, la fantasía, la atención y la distracción), y su esfuerzo por crear esas experiencias subjetivas.
Otra de las explicaciones que se enmarcan en el modelo sociocognitivo es la teoría del set de respuesta (Kirsch y Lynn, 1997; 1998; Lynn, 1997), la cual se centra en plantear cómo la mayoría de la actividad humana no es planificada sino automática. Son momentos de activación que inician automáticamente, más que por una intención consciente. El set de respuestas prepara para la activación automática e incluye las intenciones y expectativas, las cuales difieren solo en la atribución que hace la persona del carácter volitivo del acto anticipado. Las personas con alta sugestionabilidad hipnótica tienen la expectativa de responder muy bien a su inducción. Las respuestas se perciben como involuntarias no solo por el set de respuesta preestablecido, sino también por la valoración culturalmente extendida según la cual deben ser involuntarias.
En estrecha relación con lo anterior (y quizás también sean en parte, base de ello) se encuentran las teorías que proponen la hipnosis como un estado de disociación de la consciencia.
Los estudios acerca de la disociación comenzaron a mediados del siglo xix con los trabajos de Jackson y Janet, y tienen una marcada influencia del desarrollo del psicoanálisis (Nakatani, 2000). En la década de los setenta del siglo pasado, el interés en la disociación fue reavivado en diferentes áreas. Por una parte, el movimiento feminista hizo hincapié en la importancia del abuso sexual infantil como factor etiopatogénico de muchos trastornos psíquicos. También la curiosidad del público por el trastorno de personalidad múltiple se incrementó gracias al cine y la literatura. Además, en esta época comenzó la descripción del trastorno de estrés postraumático (tep) en los veteranos de la guerra de Vietnam.
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