La “tercera fuerza” reclama una mayor aproximación entre los teóricos del “estado vs. no estado” (Polito, Barnier y McConkey, 2014), conformando una versión débil de la controversia al plantear que, tan importante para definir la hipnosis es el producto (estado) como el procedimiento para alcanzar ese estado, en el que las variables sociocognitivas tienen un papel relevante.
Recientemente, Wickramasera (2015) propuso una teoría (teoría de la implicación empática, eit por sus iniciales en inglés) que pretende conciliar los aportes del enfoque sociocognitivo y de los teóricos del estado especial, a partir de las potencialidades que tiene el concepto empatía tanto desde lo psicológico, como desde lo neurofisiológico, incluyendo también su valor explicativo para otros fenómenos (como los que se logran a través de la meditación, por ejemplo).
La eit define la hipnosis como una experiencia en la que el sujeto hipnótico adopta de manera empática una perspectiva sugerida por el hipnotizador (o auto-generada), con el fin de experimentar cambios en sus sensaciones, afectos, comportamientos, pensamientos y/o modificar la experiencia de su relación mente-cuerpo. Afirma que la hipnosis es posible por la naturaleza empática de los seres humanos, y los procesos de yo/otro que subyacen a la forma en que experimentamos el mundo; sin embargo, como él mismo reconoce, esta teoría requiere de mayor investigación.
Los aportes y debates actuales de las diferentes explicaciones teóricas acerca de la hipnosis tienen una serie de implicaciones clínicas, señaladas por Lynn y Kirsch (2006), que no deben perderse de vista en el manejo hipnótico del dolor:
1 Los modelos psicoanalíticos recuerdan al clínico que no debe sorprenderse si emergen procesos primarios, afectos intensos y procesos de transferencia.
2 Los modelos también alertan sobre los posibles falsos recuerdos.
3 El observador oculto tiene valor en la práctica clínica, pero el paciente debe ser informado de que se trata de un fenómeno sugestivo.
4 Los modelos sociocognitivos y fenomenológicos aportan: a) importancia del rapport y la alianza terapéutica; b) importancia de la evaluación previa de creencias, expectativas y actitudes; c) necesidad de corregir mitos; d) necesidad de evaluar la conciencia (awareness) y el diálogo interno durante la hipnosis; e) necesidad de ayudar al paciente a actuar de manera “voluntariamente involuntaria”.
Agregaría que la concepción del estado hipnótico como meta es, a su vez, un camino para conseguir el éxito terapéutico. De igual forma, debemos prestar atención a los fenómenos de hipnosis espontánea de la vida cotidiana, así como al papel de la empatía para conseguir experiencias hipnóticas exitosas.
Fenómenos hipnóticos
No hay características ni fenómenos específicos de la hipnosis. De hecho, es imposible comprobar que una persona está hipnotizada, pues todos los fenómenos que ocurren en hipnosis también suelen ocurrir sin ella. Sin embargo, resulta útil con fines clínicos, comentar algunos fenómenos que se atribuyen a la hipnosis, ya que pueden ser utilizados para conseguir el alivio o eliminación del dolor y de sus correlatos psicosociales negativos, tales como los estados emocionales patológicos y la discapacidad.
Una característica básica de la hipnosis sería el cumplimiento de las sugestiones. Recordemos que una acepción de sugestión es descrita como un proceso psicológico por el cual aceptamos una idea de manera acrítica, sin que exista ninguna razón lógica para hacerlo, o bien como una instrucción verbalizada de forma que se experimenta con un carácter de involuntariedad o reducción del esfuerzo percibido (Sociedad Británica de Piscología, 2001/2002). Yapko (2008), en concordancia con las teorías sociocognitivas de la hipnosis, considera que el cliente es alentado a esperar cambios en sus experiencias y tiene la expectativa de que esto ocurra. Es decir, una característica de la respuesta hipnótica, la cual de alguna manera admiten quienes la usan, es que se aceptan determinadas sugerencias que no están necesariamente fundamentadas en razones lógicas.
Otra característica que debe tener una respuesta hipnótica –de acuerdo con la teoría dramatúrgica y la propia definición de hipnosis–, es que la situación haya sido rotulada como hipnosis, tanto por el hipnotizador, como por la persona (Capafons, 2001). En este último caso se presentan discrepancias, pues muchos profesionales utilizan procedimientos de inducción que consideran hipnóticos, diciéndole al paciente que se trata de “relajación” (Martínez-Perigod y Grenet, 1985). Así, es preferible proponer que al menos uno de los participantes rotule la situación como hipnosis. Esto tiene importancia a la luz de los estudios que demuestran que rotular la técnica como hipnosis incrementa su efectividad en el tratamiento del dolor (Schnur, Kafer, Marcus y Montgomery, 2008), aunque a veces no tenga tal efecto a corto plazo (Zitman, Van Dyck, Spinhoven y Linssen, 1992).
Si nos atenemos a la definición de hipnosis de la apa (Elkins, Barabasz, Council y Spiegel, 2015), también sería imprescindible la atención focalizada y la conciencia periférica reducida, lo cual se expresa en que la persona deja de prestar atención a una gran cantidad de cosas, mientras se concentra en otras. Sin embargo, esto es también frecuente en muchas otras situaciones de la vida cotidiana que no tienen nada que ver con la hipnosis (estudiar, sumergirse en la lectura de un buen libro, concentrarse en una tarea, etc.) por lo que, a mi juicio, es más bien un requisito que una propiedad particular de la hipnosis.
Otra característica en la que de alguna manera coinciden los expertos es cómo en la hipnosis juegan un papel importante los procesos y fenómenos inconscientes, independientemente de lo que cada uno entienda como tal –que es bien diferente–, pues va desde concebir como inconscientes los procesos y fenómenos a los que la persona no está prestando atención deliberada en un momento determinado, hasta concebir el inconsciente como un reservorio de recuerdos, sentimientos e ideas “reprimidas” que solo pueden ser conscientemente percibidas en virtud de ciertos procedimientos, tales como la asociación libre, el análisis de los sueños y la propia hipnosis.
Los fenómenos disociativos son ejemplos adecuados del papel que juegan los procesos inconscientes en la hipnosis. Mientras que la persona hipnotizada focaliza su atención en las sugestiones, pueden ocurrir asociaciones inconscientes y activarse significados simbólicos o vivencias pasadas que determinen las respuestas a las sugestiones. Otra faceta de los fenómenos disociativos que pueden ocurrir en la hipnosis es la denominada “consciencia (awareness) paralela”. Esta se refiere a que las personas manifiestan sentir que una parte de sí misma se da cuenta de lo que está diciendo el inductor, mientras que otra está esperando que las cosas ocurran (Yapko, 2008). El observador oculto que discutimos en páginas precedentes también se ha enmarcado como un fenómeno disociativo.
Orne (1959) subrayó como uno de los atributos más importantes de las experiencias hipnóticas el que la persona incrementa su habilidad para tolerar, de manera confortable, sugestiones incongruentes o incoherentes que no habría tolerado en otras situaciones. Un ejemplo puede ser cuando se le sugiere a la persona que “olvide” el número cinco, y lo acepta. A este fenómeno u otros asociados, como el propio observador oculto, se les denomina la “lógica del trance” y tiene una enorme utilidad clínica (aunque no es exclusivo de la hipnosis, si no de la misma vida cotidiana, ocurre cuando alguien experimenta un emoción intensa –como terror, por ejemplo– al observar un film) (Capafons, 2001).
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