Kirsch y Braffman (2001) distinguen las sugestiones dirigidas a que la persona crea que la realidad es diferente (por ejemplo, lo que ocurre con los placebos), de las sugestiones imaginativas (“imagina que…”), las cuales se usan en la mayoría de escalas de evaluación de la sugestionabilidad. Entre estas últimas, diferencian la sugestionabilidad hipnótica y la no hipnótica, refiriéndose esta última a la sugestionabilidad imaginativa evaluada fuera de la hipnosis. Así, plantean que,
La sugestionabilidad imaginativa no hipnótica es un constructo egregiamente ignorado, y su comprensión es una tarea de excepcional importancia. La sugestionabilidad imaginativa es la habilidad o rasgo subyacente a los movimientos automáticos, las parálisis parciales, las amnesias selectivas, la reducción del dolor y las alucinaciones que son comunmente observadas en el contexto de la hipnosis. Estas conductas imitan los síntomas disociativos y conversivos que hasta hace pocos años llamábamos histeria […] pero todas estas respuestas y expectativas pueden ser elicitadas sin hipnosis, y algunas pueden producirse fácilmente en la vasta mayoría de las personas. Esto indica que la habilidad de responder a sugestiones imaginativas es una caracaterística humana normal y tiene efectos sustanciales en importantes áreas clínicas como el manejo del dolor. (p. 264)
A finales de la década de los noventa del siglo xx, se realizaron una serie de estudios que permitieron afirmar que la sugestionabilidad hipnótica es simplemente la sugestionabilidad no hipnótica incrementada por la propensión a responder a las sugestiones hipnóticas, y modificada por los cambios en las expectativas y la motivación producidos en el contexto hipnótico. Exceptuando la sugestionabilidad no hipnótica, solo cuatro variables mostratron correlaciones significativas con la sugestionabilidad hipnótica. En orden ascendente estas eran: las expectativas de respuesta; las actitudes hacia la hipnosis; la propensión a la fantasía; y la absorción. Posteriormente, hallaron que la absorción no tenía correlaciones significativas, pero sí el tiempo de reacción (Kirsch y Braffman, 2001).
Dado que estos factores contextuales (expectativas y actitudes hacia la hipnosis) explican una parte importante de la varianza en la sugestionabilidad, e incluso se puede modificar el nivel de sugestionabilidad modificando las expectativas, los clínicos prefieren optimizar los factores contextuales que incrementan la responsividad, ya que esto permite un mayor número de personas beneficiadas por la hipnosis (Yapko, 2006).
En mi opinión, lo que ocurre con la sugestionabilidad hipnótica es lo mismo que ocurre con muchas otras capacidades humanas: aunque existan diferencias individuales que pueden influir en la ejecución, a la larga lo determinante es el entrenamiento, así como la actitud de la persona ante la tarea. Por mucho “don natural” que una persona posea para la música, no logrará tocar un instrumento si no es entrenado y no siente motivación hacia ello. Por otra parte, personas con menores dotes pueden llegar a ser ejecutantes bastante buenos si tienen la disposición y reciben el adiestramiento necesario. Como se verá más adelante, esto es especialmente válido para el control hipnótico del dolor.
1En realidad, los fenómenos que ocurren en la hipnosis, como veremos más adelante, son habituales también en ausencia de la misma (Cardeña, Lynn y Krippner, 2000).
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