— Aksil es el nombre del méhari de Izem...–murmuró Darma, como quien explica algo a un niño tonto.
— Ah –murmuró Azrabul, dejando súbitamente de reír.
Y acercándose a Gurlok, preguntó a éste en un murmullo:
— ¿Tú entendiste siquiera media palabra de lo que dijo Darma?
— Sí, sí, hombre, sí...– refunfuñó Gurlok, también en susurros–. Así como tú te llamas Azrabul y perteneces a la especie imbéciles descomunales , parece que Amsil es el nombre de esa bestia en particular, pero la especie a la que pertenece se llama izem , y el tipo que iba arriba, su propietario, se llama... Bueno, ese dato no lo recuerdo.
— Ya te diré qué clase de bestia eres cuando también metas la pata –replicó Azrabul indignado.
Amsil sonreía, entre divertido e incómodo. Tan dudosas hazañas eran habituales en sus Tatas, pero ya se estaba acostumbrando.
En cuanto a los cuatro hijos de Bambang, ya parecían haber olvidado el incidente. Gurlok se preguntaba si sus rostros impasibles no serían simples fachadas. La verdad, no le importaba qué pensaran del incidente Guntur y Darma, que eran conocidos suyos, ni Cinta, a quien referencias previas pintaban de carácter dulce y comprensivo; pero hubiera convenido causar buena impresión a Kuwat. Qué pensaba este de los gun , ni sus hermanos lo sabían exactamente; pero siendo tan parecido a su padre y, como él, devoto eliuísta mehmetista15, las perspectivas en ese sentido no eran muy alentadoras.
Pero lo hecho, hecho estaba, y por más buena impresión que quisieran causar, no podían dejar de ser ellos mismos. Gurlok se resignó. Era un misterio, también, si Kuwat sabía exactamente quiénes o qué eran ellos. Por supuesto, tanto él como Azrabul eran célebres en todo Largen: los campeones gun de lucha beocia que llevaban nombres de demonios; pero siempre aparecía alguien que parecía haber vivido en absoluto aislamiento y que jamás había oído mencionarlos.
Ciertamente, Kuwat no había intentado ocultar su extrañeza ante la metida de pata de Azrabul, que sin embargo era entendible, si se lo pensaba un poco. Aquella bestia jorobada y su hierático jinete envuelto en flotantes ropajes azules no podían menos que llamar la atención; pero quizás Kuwat y sus hermanos estuvieran tan acostumbrados a verlos, que su sorpresa ante la ignorancia de Kuwat fuera inevitablemente mayúscula. Admitiendo que el razonamiento fuera exacto, ¿no habría demostrado Kuwat idéntica perplejidad por el hecho de que dos gun pidieran hospitalidad en un hogar en el que se condenaban sus preferencias sexuales? Que no la demostrara, ¿probaba que desconocía dichas preferencias? ¿Que realmente lo ignoraba todo sobre ellos, salvo su relación con Guntur?
El muchacho era extraordinariamente amable. Se excusó por no ofrecer llevar a Azrabul, Gurlok y Amsil en la carreta conducida por su hermana, para entonces ya en movimiento y con el resto del grupo caminando detrás: no había ya espacio en la caja del vehículo. Azrabul le sonrió y respondió que no importaba; y mientras lo hacía, le palmeó afectuosamente la espalda. Pareció a Gurlok que ese contacto incomodaba a Kuwat, pero se relajó enseguida. Difícil saber si simplemente no estaba acostumbrado al contacto físico o si lo asqueaba cualquier caricia que viniera de un gun , lo que requería información acerca de quien acababa de tocarlo.
Llegados a las barriadas de los inmigrantes pobres, a La Tipûmbue Invisible , como se la llamaba, se habían puesto a conversar por pares: Gurlok con Kuwat, Azrabul con Guntur, Amsil con Darma. En ello estaban, cuando pasaron por un baldío donde unos chicos jugaban ulama 16 con una improvisada pelota de trapo.
—¿Juegas ulama ?–preguntó Amsil a Darma.
—No, no sé jugar–respondió el interrogado.
—Te enseño, si quieres.
Darma no dijo ni sí ni no. Amsil le hizo señas de detenerse para explicarle las reglas. Le rodeó los hombros con su brazo en gesto amistoso y protector.
—El campo de juego se llama taste –informó–. Una línea llamada analco lo divide en dos partes iguales. La pelota por lo general es de goma, pero los pobres nos tenemos que arreglar con cualquier cosa, y tampoco pidas exactitud respecto a la medida de la cancha, ¿no?... Son cuatro jugadores o tahures por equipo. El saque de pelota lo hace el male ...–miró de reojo y notó que habían quedado lo bastante rezagados para hablar tranquilos. Entonces continuó, sin dejar de mirar hacia el taste de ocasión, señalando como si continuara explicando el reglamento:–. Nos alojaremos en casa de ustedes para evaluar mejor la situación. Además, Gurlok cree que será interesante ver cómo reaccionan tu padre y Kuwat si se enteran de que tres huéspedes suyos son gun .
—No sé si demostrarían enterarse–respondió Darma–. Tuvimos huéspedes gun en casa, aunque nosotros no sabíamos que lo eran al momento de alojarlos.
—¿Sí? ¿Muchos?
—Que sepa, yo tres: Anazâr, Amestan e Izem. Casualmente, hoy viste a Izem: el que montaba sobre Aksil , el méhari .
—Ah, sí. El raro animal de la joroba.
—Vinieron de un lugar llamado Azawad , sometido, parece, al... Imperio de Mali –explicó Darma, cuyo hispanio era bastante fluido aunque titubeara por momentos–. Izem llegó con dos hermanos menores, un varón y una chica; pero que yo sepa, ni Agerzam es gun ni Tiziri es leibi . Tenían pensado establecerse en Tipûmbue, y de hecho, según sus... papeles, residen aquí; pero enseguida les entraron nostalgias de su país y se fueron a vivir al desierto de más allá de El Pueblo Condenado , que es lo más parecido que hay a Azawad, según parece.
—Vaya gente rara–murmuró pensativamente Amsil.
—No se lo digas a Ayah ... a Papá–aconsejó Darma–. El les tomó respeto y admiración el tiempo que vivieron con nosotros.
—¿Y sigue haciéndolo ahora que sabe que son gun ?
—No cree que lo sean. Se enojó mucho conmigo cuando se lo conté. Dijo que no se debe difamar a ex huéspedes, y menos a ex huéspedes honorables como ellos.
—Pero no termino de entender–dijo Amsil, indicando con gestos a Darma que volvieran a caminar, ya que estaban quedando demasiado en zaga–. ¿Tu padre albergó a cinco huéspedes al mismo tiempo?
—Más o menos. Ayah e Ibu ... padre y madre, en realidad. En nuestra sociedad, las mujeres son muy estimadas. También en la sociedad... garamante, según entendimos.
— ¿Garamante?
—Sí: la de estos... forasteros de Azawad, aunque ellos se dieron otro nombre que nunca recuerdo.
—Bueno, sea como sea, tu padre debe ser muy rico si pudo mantener a tanta gente.
—No creas. Económicamente estábamos mejor que ahora, pero Ayah reacomendó reducir nuestras raciones para compartir alimentos con aquellos cinco huéspedes. Finalmente no fue necesario. Primero, porque comían tan poco, que terminaba incluso sobrando. Y segundo, porque no tardaron en irse al desierto más allá de El Pueblo Condenado , que es lo más parecido al suyo que hay aquí. Igual me pregunto si no se fueron porque les dio asco vernos comer–Darma sonrió–. Tendrías que habernos visto a nosotros engullendo cuanto se pusiera a nuestro alcance y a ellos picoteando como pajaritos...
—¿Y cómo llegó a respetarlos tanto tu padre?
—Comparten con nosotros muchas cosas: religión, respeto por la mujer como ya te lo he dicho, una cierta filosofía; incluso el mismo sagrado sentido de la hospitalidad. Además, Ayah los honra por ser guerreros vencidos que de algún modo siguen luchando. Se le ha metido en la cabeza que no es por... cobardía que dejaron Azawad y que seguirán luchando por la liberación de su país.
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