—¿Por qué se suicida la gente?–preguntó de súbito.
—Ah, ¿ya se enteraron de lo de esa pobre chica?–preguntó a su vez Ifis, entristecido.
— ¿Que si nos enteramos? ... Nos tocó verlo en primera fila, por desgracia–contestó Amsil.
—No sé por qué se suicida la gente–contestó al fin Ifis, pensativo–. Pero ustedes están más cerca de saberlo que yo, supongo.
—¿Qué te hace pensar eso?–preguntó Azrabul.
—Porque ustedes estuvieron en El Pueblo Condenado –replicó Ifis–. No sé qué vieron ahí exactamente, pero algo me dice que tiene relación con el suicidio de esa chica. Por cierto, puede que encuentren que mucha gente ahora los evite a ustedes tres. No es nada personal. Simplemente, corren acerca de ustedes rumores extraños.
—Dicen que estamos locos, ¿no?–preguntó sombríamente Azrabul.
—Digamos que algunos creen eso y otros prefieren creerlo.
—¿Qué crees tú?–preguntó Gurlok.
—Que son excelentes personas y buenos amigos.
—¿Y de nuestra supuesta locura?–insistió Gurlok.
—No puedo juzgar la locura de otros si yo mismo no estoy muy cuerdo que digamos, dulce. Además, no me interesa. Mejor locos como ustedes que cuerdos como Mofrêt y Lipe.
—Tatas–interrumpió Amsil–, ¿no tendríamos que ir a ver al juez para notificarlo de nuestra llegada y después al abogado?
— Hmmm,,, Sí–aprobó Azrabul.
—Ese misterioso abogado tuyo...–murmuró Ifis.
El comentario se debía a que en el asunto de los hijos de ricachones golpeados en las escalinatas de la Biblioteca, defendía a Azrabul un abogado que intervenía por cuenta de un desconocido benefactor, cuya identidad conocían Crictio y algunos de sus subalternos, pero no muchas personas más. Gurlok había intentado sonsacarle ese dato a Crictio, pero sin éxito.
—Tienen que comprarse una esfera humeante nueva. Es más práctico–dijo Ifis.
—Tenemos, pero preferimos no usarla. Ya sabes qué dolor de cabeza son para nosotros esos chirimbolos–respondió Gurlok.
Ifis lo miró indignado.
—¿Tienen una nueva esfera humeante... y no fueron capaces de llamarme ni una vez en siete meses ?–protestó.
—Ahora estamos aquí y nos tendrás un tiempo en persona–respondió Azrabul.
—Sí, cuatro, cinco días a lo sumo, antes de que se vayan corriendo a otra parte. No te entiendo, Amsil–se lamentó Ifis, volviéndose hacia el adolescente–. Que estos dos se sientan perdidos ante las innovaciones, vaya y pase; pero tú eres joven. Los chicos de tu edad generalmente se sienten como peces en el agua con estas cosas.
Amsil sonrió tímidamente.
—Supongo que soy chango de mis Tatas–se disculpó.
— Msé –gruñó Ifis–. Bueno, ya es casi mediodía. Voy a comunicarme con el juez Eklund usando mi propia esfera humeante y te paso la comunicación, Azrabul. Luego los invito a los cuatro a almorzar, que ya es casi mediodía. Pueden ir luego a ver al dichoso abogado, aunque no estaría de más concertar cita previa, no sea que vayan y no lo encuentren o no pueda atenderlos.
Azrabul y Gurlok se miraron y asintieron: aquella era una sugerencia práctica, aunque hubieran preferido ver cuanto antes al abogado. No tenían buenas noticias. Al retirarse Lipe del despacho de Ude, éste lo había hecho acompañar por Igu, y no por casualidad: vanidosos como Mofrêm y Lipe solían creer que el mundo reprimía el aliento a la espera de oír sus perlas de sabiduría, por lo que con frecuencia hablaban de más. Y así, tras pomposos discursos saturados de moralina, Lipe había admitido a Igu que efectivamente había intenciones de quitar a Azrabul y Gurlok la tenencia de Amsil. Sería un trámite muy sencillo, porque ninguno de los dos había hecho trámites legales que les concedieran la tutela del chico. Lipe hasta había exhortado a Igu a declarar contra ambos en el juicio. Astutamente, el cipangueño había respondido que sí , claro , cómo no , seguro , para evitar que se buscaran otros testigos. Lo cierto era que él no tenía la menor intención de presentarse a declarar.
—Entonces eso era lo otro que Mofrêm venía a pedirme a través de Lipe–había deducido Ude–: que declarase contra ustedes dos. Interpretando el silencio de Igu a su modo, habrá pensado que él sería más dócil.
Azrabul y Gurlok estaban pesimistas. Los rumores de locura que pesaban sobre ambos seguramente no les atraería el favor del jurado, y el hecho de haber visto lo ocurrido en El Pueblo Condenado , por lo que decía Ifis, menos todavía.
Y aquel mismo día Azrabul había visto o creído ver a Ogave. De vez en cuando, Gurlok oteaba los alrededores, buscándola con la mirada. Siempre solía ser más racional que su compañero; y sin embargo, no podía librarse de la horrenda sensación de que la aparición de la temible Hierofante era un mal presagio.
12 Kopi luwak : variedad muy apreciada de café, oriunda de Srivijaya, que se obtiene alimentando con granos de café a cierta especie animal conocida allí como luwak . La infusión preparada con ell grano parcialmente digerido en el estómago del luwak resulta especialmente sabrosa.
13 Batik : técnica de decoración de tejidos consistente en la aplicación de varias capas de cera líquida sobre la tela antes de teñirla, de modo que la parte cubierta por la cera no se coloree.
4
Bambang y su familia
Azrabul, Gurlok y Amsil almorzaron con Ifis, tal y como habían acordado con éste, y luego fueron por su cuenta a ver al abogado. No es necesario referir esa entrevista, y baste con decir que volvieron justo a tiempo para ayudar a los hijos de Bambang a desarmar el puesto y subir todo a una especie de carreta techada, que arrastraba un kerbau , curiosa bestia similar a un buey, y que llegó conducida por Guntur, el hermano adoptivo de Cinta, Darma y Kuwat: un joven extraordinariamente robusto, de brazos largos y poderosos, cabello largo y facciones demasiado toscas, pero expresión mansa y dulce, como si en el cuerpo de un bruto se hubiera aprisionado el alma de un poeta, que sufriera penosamente ese cruel encierro.
— Orang–orang terhormat ini akan tinggal di rumah, Guntur .–informó Kuwat al recién llegado, que se apeó de la carreta para ayudar a guardar todo y subirlo al vehículo mientras Cinta ocupaba su lugar a las riendas–. Ellos son... Perdón –se disculpó, dirigiéndose a Azrabul, Gurlok y Amsil–, pero creo no pregunté nombres suyos.
—Yo soy Azrabul, mi compañero es Guntur y nuestro chango se llama Amsil... pero Guntur ya nos conoce.
Kuwat se asombró, pero luego pareció recordar algo y asintió con la cabeza. Pues en efecto, Guntur, único hijo adoptivo de Bambang y Cahaya, los había conocido siete meses antes. Les había prestado dinero confiadamente, en un momento de extrema necesidad, sin nunca haberlos tratado antes y pidiéndoles, de paso, un favor; de lo que Kuwat no estaba enterado. Ellos habían devuelto el dinero, pero debían el favor; y ahora venían a saldar secretamente esa deuda.
—Tenemos que pensar bien esto–les habían dicho a él y a Darma, a quien habían conocido también justo antes de dejar Tipûmbue–. Dennos un tiempo razonable; volveremos para cumplir nuestra promesa, pero no sabemos cuándo.
Al cabo de unos meses, Darma se había desilusionado al no verlos regresar, pero no Guntur. Este último necesitaba mucho creer en la gente, aunque la conducta general de ésta no alentara tal fe. Se decía que era medio genderuwo por parte del padre, lo que explicaba la desmesurada longitud de sus brazos y su habitual postura no del todo erecta. Los genderuwo eran unas criaturas simiescas que habitaban en lo más profundo de las selvas de su Srivijaya natal. Este extraño origen hacía que Guntur se cohibiera e incluso que se sintiera, en cierto modo, sucio. Y ese sentimiento se incrementaba debido a otro hecho, a saber:
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