Gonzalo España - El santero
Здесь есть возможность читать онлайн «Gonzalo España - El santero» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:El santero
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
El santero: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El santero»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
El santero es la historia de una familia y del nacimiento de un pueblo, Los santos. Narra una serie de anécdotas de personas que, generación tras generación, viven la vida contradiciendo la lógica humana, cometiendo locuras y desafiando las leyes de la evolución social. Esta novela nos atrapa de comienzo a fin, ofreciéndonos momentos de verdadera diversión, invitándonos de, tanto en tanto, a reír a carcajadas.
El santero — читать онлайн ознакомительный отрывок
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El santero», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
VI
Esta historia del diablo en persona empezó con la carrera de un jinete que dio en escucharse todas las noches. Era un galopar desaforado y penoso, como si aquel jinete huyera de la misma muerte. Los dinteles de las puertas, los postigos y las vigas se estremecían y crujían. “¡Adiós, don Relincha Madre, llévele saludes a su mujer la diabla, que le vaya bien!”, decía el bisabuelo en voz alta, para que lo oyeran los muchachos que dormían en las piezas contiguas, y más tardaba en decirlo que la camada en revolverse de espanto. “No los asustes”, le reclamaba Briceida en la oscuridad mientras se santiguaba temerosa. Un minuto después los tenían a todos en la alcoba. Se colaban en la cama matrimonial y se acurrunchaban donde podían, y luego ella se veía obligada a levantarse y distribuirlos dormidos en sus respectivas camas. Era como acarrear fardos de yuca. “Un día de estos la pagarás”, le reñía huraña, pero para entonces el bueno de su marido roncaba como un bendito.
Cierta noche, en lugar de seguir de largo, el jinete se detuvo y desmontó. El bisabuelo lo escuchó botarse al suelo y rastrillar unas ruidosas espuelas en las baldosas del corredor, hasta detenerse frente a la puerta, donde descargó once poderosos golpes. Supo que el siguiente sería el último, y que de inmediato procedería a tumbar la puerta, así que empuñó el revólver que mantenía en la mesa de noche y salió con resolución, pero ya no lo encontró allí, sino sentado en el banco de madera donde se contaban las mentiras. Era un hombre corpulento, de más de dos metros de estatura, moreno lustroso, de humo en la cara. “¿Por qué no me abrías?”, preguntó, entre amoscado e insolente, mirándolo por debajo del ala del sombrero con ojos rencorosos. El bisabuelo no supo qué decirle. Resultaba demasiado vergonzoso aceptar que había tardado en abrir por físico miedo, pero tampoco se atrevía a mentirle, de modo que simplemente se quedó parado como una estaca, viéndole sacarse del bolsillo de la camisa un largo puro que despuntó en la guillotina de unos dientes de cocodrilo. “Deme candela, amigo”, ladró con voz de perro atufado y, sin saber de dónde, al bisabuelo le resultó una caja de fósforos en la mano. Se acercó y le encendió el puro, y cuando el reflejo de la lumbre iluminó la cara del tipo, no le quedó duda alguna de que era el diablo en persona. Sus ojos ardían como dos bolas de fuego, despedía un fuerte olor de azufre cloratado, se parecía mucho a un cabro viejo y al lanzar el humo dejó ver una lengua bífida. El bisabuelo quiso correr, pero los pies le habían echado raíces en el piso.
—¿Tiene trabajo, amigo? —preguntó entonces el personaje.
¿Quién iba a negarle trabajo al diablo? El bisabuelo dijo que sí, agregando con suavidad:
—Tengo pendiente terminar un caney, aquí al costado de la casa.
El diablo no lo dejó terminar. “Yo lo acabo”, declaró, apartándolo con rudeza, y prosiguió por el corredor rastrillando sus pezuñas en las baldosas hasta perderse en la oscuridad.
Cierto o no, al bisabuelo lo hallaron esa mañana tendido en el suelo, medio cuerpo afuera y medio cuerpo adentro de la puerta desatrancada. Como les fue posible, Briceida y los muchachos lo llevaron a rastras hasta la alcoba y trataron de revivirlo a punta de infusiones de acónito y mejorana, sin lograr sacarlo de su sopor. Hacia el mediodía, cuando todos estaban afuera, despertó sobresaltado y corrió al patio envuelto en una manta. Desde la pila del agua se puso a mirar hacia el lado del caney, en cuyo techo descubrió al corpulento visitante, que amarraba las varas de guadua y enfardaba la paja con habilidades de maromero. Una nube de pájaros oscuros volaba a su alrededor.
En lugar de devolverse a la alcoba y acabar de vestirse, corrió derecho al establo y montó a pelo en su caballo palomo, sobre el que partió a galope tendido hacia Piedecuesta en busca de un cura. Arribó cayendo la tarde. Quienes a esa hora acudían a misa lo vieron desmontarse en el atrio de la iglesia. Envuelto en su manta semejaba un jinete del Apocalipsis, pero al descabalgar mostró unos calzoncillos a rayas que habían estado de moda treinta años atrás. Penetró corriendo en la iglesia y se echó a los pies del cura gritando que el diablo se había apoderado de su casa, que por Dios lo ayudara y se fuera con él en el anca de su caballo, pero el cura lo tomó por un loco y les cuchicheó a las beatas que acudieran a la Policía para prenderlo y llevarlo al frenocomio. Unos minutos después se libró a pescozones de los uniformados y huyó por entre los bancos, dejando la manta enganchada en un reclinatorio. Emprendió el camino de vuelta muerto de furia, sin cura y sin esperanzas, y arrepentido de haber abandonado a su familia en manos del diablo, pensando que solo faltaba que en la cueva de La Pisca lo asaltaran unos bandidos que tenían puesta guarida allí. No ocurrió nada de eso, pero al llegar a la famosa madriguera se cruzó con un jinete que descendía impetuoso. El tipo paró en seco a su lado. “Deme candela, compadre”, dijo, y nuevamente el bisabuelo raspó un fósforo y se encontró dando fuego a la punta de un largo cigarro sostenido por la boca de un chivo.
—El caney está terminado —aclaró el fumador, tras echarle una espesa bocanada de humo en la cara.
—¿Cuánto le debo? —acertó a preguntarle Samuel Arenas.
El diablo lo midió de hito en hito, con ganas de pedirle el alma, pero comprendió que el bisabuelo no se la entregaría. Entonces soltó una siniestra carcajada.
—No me debe nada, compadre, pero cambie de calzoncillos, que esos que lleva puestos parecen pantaletas de beata de los tiempos de santa Brígida.
Despertó manoteando y espueleando a Briceida, como si ella fuera la causante de la burla que le había hecho el diablo. La pobre se debatía en vano gritando y tratando de quitárselo de encima, a punto de morir sofocada. Cuando por fin abrió los ojos se hallaba tan cansado, tan dolorido de todas partes y tan desmirriado, que tras desayunar volvió a dormir seis horas seguidas, bañado en sudor y temblando como un poseso. Esa mañana, Briceida regañó a los muchachos, diciéndoles que le parecía el colmo que no ayudaran con más empeño a su padre, pues aquella calentura no podía ser otra cosa que exceso de trabajo e insolación. Ellos fueron a mirarlo y se compadecieron de su estado. Les pareció bien ayudarle en algo y se propusieron terminar el caney. El tío Víctor les colaboró entusiasmado. Cuando el pobre despertó, el caney ya estaba terminado. No le quedó duda alguna de que lo había concluido el diablo.
Aquel caney, levantado por el diablo en los ardores de una pesadilla, llegó a albergar hasta dos mil cabuyas de tabaco y no menos de treinta cargas de maíz. Daba gusto olerlo y contemplarlo atestado hasta las crujías con la cosecha del semestre, acuñada laboriosamente por todos los miembros de la familia. El bisabuelo y el tío Víctor pasaban horas enteras en su penumbroso amparo, colgando y descolgando las olorosas ristras de hojas ensartadas, para orearlas y refrescarlas, embriagados en su delicioso aroma.
Una calurosa mañana, mientras removían fardos y petacas como sombríos estibadores en la bodega de un buque, del techo recalentado les cayó un joto de avispas patiamarillas. Huyeron despavoridos, tratando de quitárselas de encima a los sombrerazos y arrancándose con desesperación las que los picaban sobre los ojos. El tío Víctor no se detuvo hasta llegar a la cocina de la casa y retirar del fogón un leño encendido, con el que entró de nuevo al caney para poner fuego al avispero. Al segundo prendieron las sartas de tabaco, los carapachos resecos de las mazorcas, la paja del techo y las varas de la armazón. Mientras trataban de salvar la cosecha y apagar aquel endiablado incendio, una lengua de candela lamió el techo de la casa. Las secas cañabravas que servían de cama a las tejas ardieron como yesca en pocos minutos, el edificio se convirtió en una bola incandescente, todo acabó convertido en carbón, con excepción de las gruesas tapias de tierra pisada, las únicas que quedaron en pie cual mudos y tiznados testigos de los arrebatos del tío.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «El santero»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El santero» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «El santero» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.