Cuando la escuadra enviada a Frennia retornó a casa, que informó de las malas noticias a su majestad, este quedó indignado, pero lejos de encapricharse en hacer las cosas por su lado, sin preocuparse qué le sucediera a los demás, decidió partir hacia la ciudad de Al Prince, para una entrevista personal con este. Ambos eran amigos desde hacía mucho tiempo, quizás solo fue un momento de flaqueo, y lo podía convencer. Centraba todas sus esperanzas, en que nunca es suficiente cuando lo que se hace es por el bien de un pueblo, y por eso es que trataría de convencer a su homólogo freezzies.
Al llegar hasta Frennia fue recibido de la manera más cordial posible, desde que se le divisó a lo lejos, las puertas de las murallas se abrieron y Al Prince en persona lo esperó para abrazarlo y conducirlo hasta su trono. El monarca anfitrión quedó bastante sorprendido con la visita y se dio cuenta que las cosas no estaban bien. Ambos líderes se reunieron, la propuesta de Sandiers fue la de abandonar ambas ciudades e ir hasta Cauto Cero, una ciudadela que tenía en su reino, entre bosques, que solo existía una entrada a través de un inmenso cañón, después quedaba un campo de batalla, y las altas murallas estaban fortificadas y serían prácticamente imposibles de penetrar, ahí podían colocar soldados con flechas y aniquilar a miles de enemigos, ya que la entrada era estrecha. Por la parte de atrás lo que existía era la selva más profunda jamás conocida. Había túneles y almacenes de agua y comida para un par de años, y tenían buenas áreas de cultivo para poner a laborar a los campesinos más productivos de forma tal que no se agotaran los alimentos, y así repeler el ataque del enemigo y vencerlo.
Al Prince no estuvo de acuerdo con la propuesta y dijo que jamás se moverían de la ciudad de Frennia, ahí es donde los freezzies habían nacido y no se la iban a regalar a nadie. A pesar de la insistencia del líder de Boswat, este no cambió su respuesta, pero en lo que estaba de acuerdo era en el hecho de que todo el mundo merecía estar informado de lo que se avecinaba, por lo que estaría dispuesto a colaborar respecto a este tema. Otra de las cosas que apuntó fue que se mantuvieran las comunicaciones y la colaboración tanto desde el punto de vista médico, como comercial y militar, no debían parar por ninguna razón, al menos no bajo estas circunstancias, si empeoraba la situación, sería diferente. El máximo dirigente de la ciudad de los freezzies no quería crear ningún tipo de alarma entre su gente y por tales motivos decidió actuar con la mayor cautela posible. Nada lo había pensado a mal, aunque no siempre cuando se actúa creyendo en el bien, se obra de tal forma.
Sandiers decidió prepararse para regresar hasta su casa, y trasladar su pueblo para la ciudadela de Cauto Cero en el momento que más preciso lo considerara. Se despidió del incomprensible líder Al Prince, quizás fuese la última vez que lo haría, porque si los vulcanos se lanzaban sobre ellos no habría inmortalidad que los detuviera, e inició su viaje de regreso hasta la ciudad de Boswat. Cuando arribara a su reino tenía que tomar las medidas más pertinentes para lograr colocar la ciudad en el punto culminante de la preparación. Durante el traslado no tuvo grandes contratiempos, excepto que en una noche oscura, mientras dormían —solo permanecían levantados los soldados de guardia—, se produjo un ataque vulcano, los mismos no superaban los diez efectivos, pero se hacían acompañar por tres waiks, la sangre comenzó a correr, los felinos devoraron varios soldados anders, mientras las flechas de los militares atacantes acabaron con la vida de otro gran número. Pero la épica fue significativa, todos los anders se pusieron en pies de combate contra los agresores, y lograron en pocos minutos, no sin tener grandes pérdidas, eliminar a los vulcanos, los waiks fueron un poco más difíciles, porque mataban sin cesar. En grupos de cinco o seis anders, atacando al mismo tiempo, lograron matar a las fieras que mostraban ser mucho más poderosas que cualquier otra conocida hasta el momento. Rugían mucho más fuertes que los leones y ante la penetración de lanzas y flechas sobre su carne no emitían ningún gemido de lamentación. Eran bestias que estaban preparadas para matar y morir.
Cuando Sandiers llegó a Boswat lo primero que hizo fue la convocatoria de una junta militar, había una decisión muy importante que tomar, en pos de la situación agravante que vivía la ciudad en ese momento. Declarar el Estado de Emergencia por Peligro Inminente de Guerra, lo cual le daba la facultad de abolir el Consejo de Ancianos, para que las decisiones fuesen tomadas por la junta militar. Algo bastante prudencial cuando se trata de guerra, en la que no hay tiempo para pedir permiso para las estrategias y tácticas a seguir. No era que Sandiers estuviese sediento de poder, sino que resultaba ser necesario. La junta militar estuvo totalmente de acuerdo con aquella decisión, todos sabían que se avecinaban tiempos como los jamás vistos, por eso había que poner mano dura aunque los ancianos no se mostraran de acuerdo. Otra de las cosas que Sandiers decidió es que todo el mundo debía vincularse a la producción de alimentos, armas y forrajes, tan importante para poder sobrevivir, no debían ceder un solo metro de terreno ante los vulcanos por no haber sido lo suficientemente precavidos, por no haber estado lo preparados que necesitaban estar. Nadie debía descansar mientras la seguridad colectiva estuviera en peligro. Sandiers era de esos líderes capaces de hacer buenas obras, no por gusto había sido nombrado como tal por el Consejo de Ancianos que acababa de disolver. Por esas cualidades el líder de los anders no encontró oposición entre los más viejos de la ciudad, que consideraban las pruebas presentadas como irrefutables.
La declaración de la disolución del Consejo de Ancianos se produjo en la Plaza Pública, lugar poco visitado dentro de la ciudad por los altos militares, los Ancianos y el rey Sandiers, pero que en una ocasión como esta era el más importante del mundo. El decreto se dio a conocer a viva voz por un orador, con la presencia de los líderes más importantes, y se distribuyeron pancartas, para los que no escucharon al menos pudieran leer lo que se decía, que nadie se quedara sin saber lo que estaba sucediendo en el reino, y lo que podía suceder en el mundo. La plaza estaba llena de almas, esperanzadas de que no se tratara de la hecatombe, porque desde hacía bastante tiempo no había una reunión tan importante en aquel lugar.
La última reunión dada en aquel sitio, había sido cuando se dio a conocer el nombramiento de Sandiers como líder del reino. Por eso era la cara que tenían todos, de asustados, esperando las peores noticias que se podían recibir. Y fue así, aunque había sus comentarios, y la gente siempre se enteraba de los problemas, no les daban la importancia vital, al no ser que se anunciara por el gobierno. Cuando todos escucharon que se esperaba una guerra contra Vulcania que podría ser el fin de los tiempos, y que debían trasladarse hasta la ciudadela de Cauto Cero, el murmullo y los gritos de desesperación no fueron pocos. Pero se había hecho lo correcto, informarle al pueblo, informarle a la gente lo que tiene derecho a conocer.
Posterior a la reunión en la plaza que duró algo menos de una hora, todo el mundo se retiró, los ancianos sin pertenecer al consejo, Sandiers, siendo un absolutista, el resto de las personas hacia el hogar con la indicación que tendrían que incorporarse a las actividades de la defensa, la producción y otras supervisadas o dirigidas directamente por la monarquía. La inseguridad había aumentado, por lo que la seguridad también tendría que aumentar. Las puertas permanecerían cerradas, y la menor cantidad de personal posible podría estar fuera de las murallas, las actividades de mercadeo se harían fundamentalmente en el interior. Se colocaron sistemas de avanzada cuya misión era detectar el avance del enemigo, o la presencia de espías vulcanos, aunque conocían bien que los habitantes de Vulcania se regían por lo que detectaba Von Cross en sus premoniciones. Independientemente de todo ese movimiento no se hizo nada de manera arbitraria, los delincuentes eran culpados mediante juicios justos, los detenidos recibían la mejor atención posible y aquellos que estaban detenidos por cargos menores se colocaron en libertad bajo supervisión, de forma tal que todo el mundo estuviese en función de la defensa. Con todo lo que se venía en el reino de los anders no se veía nada gris, en cambio, la ciudad estaba más viva que nunca, la gente se metió de lleno en el problema, porque cuando la vida se pone en peligro, el instinto de preservación dice que hay que defenderse. Puede que los vulcanos ganaran la guerra, pero iban a tener grandes pérdidas si se lanzaban a ella. El escenario de enfrentamiento no sería la ciudad cabecera, sino la fortaleza de Cauto Cero, y para ello los anders debían conminar a los humanos para que les hicieran compañía en este lugar, y poder enfrentar mejor el poderío del enemigo. Por lo pronto se había logrado un resultado favorable con la decisión de Sandiers, echar a andar la maquinaria de guerra para la defensa, demostrar que la gente de la ciudad lo apoyaba, y conocer que con Al Prince no podía contar del todo, porque a menos que este monarca observase que delante de sus murallas había soldados vulcanos dispuestos a matarlo, no iba a hacer nada al respecto, y si eso sucedía sería demasiado tarde, ya no había solución. Ahora lo importante para los anders era mantenerse al tanto de lo que estaba sucediendo, no dejar de vigilar al enemigo, conocer cada uno de sus movimientos, y trabajar mucho para intentar sobrevivir a los tiempos que estaban por llegar. No había espacio para los cobardes, solo para los valientes que se prepararían para tan heroica acción.
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