En la ciudad de Vulcania las construcciones en su totalidad son de piedras, y la mayor construcción de todas es el castillo, donde viven los profetas y el emperador —o jefe militar supremo—, además de todos los sirvientes y soldados encargados de la protección, vale aclarar que el profeta y la profetiza no viven como pareja, es tan desdichado el señor Von Cross que piensa que si fuera pareja de Ivonne podría dar un hijo que en un futuro le quitaría el poder y es a lo que no se quiere arriesgar. Por lo demás, internamente en la ciudad las cosas funcionan de la mejor manera, los profetas se llevan bien, los vulcanos respetan a sus superiores, la economía les ayuda a vivir confortablemente, el mayor problema lo causan fuera, donde siembran la muerte y el odio.
El mejor amigo del vulcano es el waiks, un felino del tamaño de una cebra, los waiks pueden tener diversos colores, pueden ser negros completos o rayados, amarillos, blancos, no hay delimitación, ver uno es como ver un gato, lo que más agresivo, con grandes colmillos y poderosas garras, sueltan baba casi todo el tiempo, y esta es tan ácida que a cualquiera que le caiga encima le quemaría ese pedazo. Tienen gran velocidad pero no pueden trepar árboles debido a su tamaño, peso y forma de las garras. Viven unos cincuenta años y cada hembra puede dar a luz a un waiks una vez al año a partir de los cinco y hasta los treinta aproximadamente, es decir, cada hembra podría dar unos veinticinco waiks. Estos felinos no solo existen domesticados, algunos han nacido salvajes, y estos sí que no entienden con nadie, así que quien se encuentre con uno tiene tres opciones posibles, matarlo, dejarse matar, o trepar a un elevado árbol a esperar si la bestia se aburre, lo que es poco probable. Los waiks no solo son destructivos, también gozan de determinadas habilidades que los hacen más amigos de los vulcanos, son capaces de olfatear a un enemigo a grandes distancias, detectar su movimiento e indicar la dirección adecuada, y para ellos enemigos es todo lo que no sea vulcano o profeta, y una vez que dan la orientación exacta de donde está pueden conducir a un guerrero vulcano sobre su lomo hasta el campo de batalla, por lo que enfrentarse a estos sería como enfrentarse al infierno. En una batalla los vulcanos se valen de sus fuerzas y sus armas, pero también se valen de las garras de un waiks que derriba los corceles enemigos, o que mata a aquellos rivales que estén a su alcance, contra ellos es mejor no luchar, porque una lucha casi siempre terminaría en derrota.
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Los vampiros son lo más parecido al diablo que se puede conocer, más fuertes y rápidos que cualquier otro ser vivo que pueda existir, de más está decir que son inmortales, no tienen un líder, aunque andan en pequeños grupos solo atacan a quien no tenga compañía o a unos pocos, nunca a grandes columnas, concentraciones, o poblaciones. Pero si Bloonding es atacada son capaces de defenderla muy bien, cuando se ven encerrados tiran sus garras hacia todos los lados, como los gatos. Hace muchos años, cuatro siglos exactamente, los vulcanos atacaron la ciudad de los vampiros y fueron derrotados, es más, no sobrevivió ninguno para contar siquiera la dirección exacta de dicha ciudad. Ellos no cuentan con una alianza militar establecida, pero se defienden muy bien de amenazas que pongan en peligro su existencia. Su forma de vivir es a través de los follen, grupos pequeños para los que cada uno de los integrantes trabaja con liderazgo limitado y en caso de una agresión forman Sectas o sencillamente descuartizan al invasor. Si no es una fuerza lo suficientemente capaz de hacerles daño y por tanto no necesitan unirse no lo hacen, cada cual toma una parte en la acción de manera voluntaria. No se alimentan de sangre de animales, solo de seres pensantes, es más nutritiva, posee mucha más vitamina y es la principal proveedora de su fuerza. El sol les hace daño a las satánicas criaturas, no les permite ver, le puede dañar los ojos de manera irreversible, pero no les causa la muerte ni nada por el estilo. Son seres con el organismo adaptado a condiciones diferentes al de las demás especies, duermen por los días, por las noches hacen su vida, cazan, comen. Pero ello no significa que no puedan andar cuando la claridad es visible ante los ojos de los demás, solo que su visión sería demasiado limitada, tendrían que guiarse entonces por la agudeza de sus oídos.
La ciudad de los vampiros está entre grandes montañas, donde hay elegantes construcciones, es la única vista en la tierra en los tiempos actuales que no tiene murallas, porque sus habitantes a nada le temen. Un vampiro es capaz de vencer a un waiks por la descomunal fuerza que posee sin mucha complejidad y lo demostraron en el pasado, no lo saben a ciencia exacta los vulcanos y las demás especies, pero ellos que son inmortales lo conocen bien.
Uno de los talentos naturales de esta raza que los lleva a tener en este punto cierta similitud con los profetas es la aptitud de levitar, no necesitan hacer mucho esfuerzo para saltar a grandes distancias, llegar a la cima de un árbol o de una muralla. Además de que no necesitan protección extra para garantizar la seguridad de la ciudad en la que viven, se puede decir que esta tiene una bonita arquitectura, sus casas o demás instalaciones están construidas de maderas preciosas, se desconoce quién las construyó, porque no se ha escrito nada al respecto, han de ser tan viejas como la existencia de sus propietarios, sin embargo no están carcomías, y son limpias y fuertes. En la ciudad poseen algunos sistemas bien diseñados para evitar que cualquier fuerza entre y los tome por sorpresa durante el día, poseen grandes alcantarillas, trampas cubiertas para que los cuerpos se descuarticen, y torres con follen previstos con flechas para defenderse, algunos vampiros no pueden dormir por el día mientras cuidan, siempre desde el interior de alguna construcción, para evitar perder la vista, usan unos pequeños cristales oscuros en estas casas y a través de ellos pueden mirar al exterior. Nada más es necesario decir para conocer lo extraordinarios que son estos seres, quienes a pesar de ser tan diferentes a los humanos en cuanto a sus costumbres, para nada son una aberración, son sencillamente diferentes.
Ahora que se ha hablado de todo un poco, de cada una de las razas «inteligentes» existentes en este mundo, de las costumbres principales y su forma de vivir, de su capacidad de inmortalidad o de su mortalidad, de su alimentación, se puede deducir que la diversidad es bastante rica, y para comprender un poco mejor los sucesos de esta época se hace necesario adentrarnos en el ambiente existente aquí. En realidad, esta época y mundo equidistan bastante del nuestro, por la sencilla razón de cómo se manifiesta la naturaleza, en algunas zonas como nueva, en otras un poco enfurecida, pero en ninguna destruida, la rareza, las cosas que podrían parecer fuera de lo común son apenas obra de lo real, de lo natural. No existe ninguna alteración por culpa de la acción de alguna «especie inteligente».
Tras un largo periodo de tregua, las aguas se comenzaron a poner turbias nuevamente, en la ciudad de Vulcania se estaba viviendo un aire guerrerista poco deseable. La cantidad de soldados vulcanos se había triplicado, pues ahora contaban con una fuerza superior a los treinta mil efectivos. Si no existía enemigo potencial que amenazara su seguridad, y ninguna fuerza externa había llegado a la tierra, entonces ellos retornarían a su papel de enemigos de la humanidad y de las demás razas inteligentes. Si una vez fracasaron, un profeta tan experimentado en esta ocasión no iba a volver a tropezar con la misma piedra, resultaba ser muy inteligente, y sabía que debía sacar ventaja de los errores cometidos en el pasado. Es innegable que quien nace con mal corazón, con mal corazón se muere, nunca se le podría cambiar la raíz a alguien así. La ambición de los vulcanos se había ocultado por los últimos siglos, pero sin desaparecer. El profeta estimuló la tasa de natalidad, y puso severas normas para aquel que matara otro conciudadano, de esta forma lograba que su población fuese más grande de lo normal, y podría tener a la mayoría sobre las armas. Existen los militares profesionales, que son los que se dedican de por entero, al arte de la guerra —si es que se puede llamar arte—, y los reclutas, que son los vulcanos que trabajan en otras actividades y prestan servicio en las armas a medio tiempo, al final, todos son militares y guerreristas. Es por eso que en la ciudad de los profetas la mayor parte de la fuerza laboral está integrada por las féminas, ya que a estas les queda terminantemente prohibido formar parte de los ejércitos, pues su misión «militar» es dar a la luz a nuevos soldaditos.
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