Observando lo que sucede en la parte del mundo no humana, nos dirigimos ahora a los freezzies, los que eran buenos en actividades de salvamento, gracias a su inmunidad a las distintas enfermedades de la época. De vez en cuando iban a Boswat a curar anders, como parte de la colaboración que establecían con los mismos. Un grupo de freezzies de alrededor de quince miembros salió de la ciudad de Sandiers y este envió una escolta con similar cantidad de soldados anders bien armados, para llevarlos hasta la ciudad de Frennia con el objetivo de que no les sucediera nada, porque los tiempos no estaban fáciles, y estos freezzies no eran seres de armas, sino pacíficos.
Los medios de transporte utilizados por los habitantes de la ciudad de Frennia, al igual que el empleado por los anders y los humanos, eran los caballos. En ocasiones usaban carretas tiradas por varios equinos, en ocasiones viajaban directamente sobre el lomo de las bestias. Pero como esta era una misión de curadores, entre los cuales había féminas bastante delicadas, que no montaban sobre los cuadrúpedos, y los botiquines y otros utensilios médicos necesitaban de bastante espacio, pues viajaban en varias carretas. Por su parte los anders que los acompañaban como escoltas, viajaban todos, tal y como hacen los exploradores y los militares, sobre el lomo de los animales. Esta no era la primera vez que ocurría una misión así, y siempre se cumplía de la manera más satisfactoria posible, hasta ahora no había sucedido ningún problema, pero siempre se enviaba protección, porque era lo mínimo que se podía hacer.
La misión que tenían los anders la cumplieron a cabalidad, no fueron atacados por nadie, lograron mantener con vida a aquellos curadores freezzies que sin ninguna doble intención prestaban su servicio a sus amigos anders, y no solo a ellos, sino a los humanos de vez en cuando, aun con las diferencias que tenían desde las guerras del pasado cuando los freezzies decidieron mantenerse al margen. Los habitantes de la ciudad de Frennia seguían siendo los mismos porque eran inmortales, pero los de las ciudades humanas no, habían trasmitido de generación en generación aquel sentimiento negativo que tenían por ellos, incluso a pesar de la gran capacidad de sus líderes actuales. Los militares anders podían dar por sentada la llegada a su pueblo, no debía suceder nada a pesar de que en este mundo no se pueden asegurar tales cosas, pero los problemas tampoco deben sucederse así como así. Cada anders que tenía un familiar en esa misión solo sentaba las esperanzas en el regreso, para poder compartir con ese ser nuevamente. Y por supuesto, los que regresaban esperaban que nada malo sucediera, así que iban en su viaje imaginando las cosas que harían en la ciudad al arribar a la misma. De regreso a Boswat, cuando todo parecía normal, cuando el silencio era respetado hasta por los grillos, en aquella noche que las estrellas se habían negado a regalarles un poco de luz, y la luna a servir de intermediaria entre el sol y la tierra, la oscuridad era perpetua, fueron atacados por una escuadra de vulcanos.
Tal vez el exceso de confianza fue el error de aquellos anders, no esperaban ser blancos de ataque, debían estar preparados de la mejor forma, si no eran vulcanos podrían haber sido vampiros, no debían descuidar su defensa ni un segundo, y eso fue lo que hicieron. El jefe había decidido descansar hasta que llegara el amanecer, para avanzar más rápido y poder alimentarse, darles pastos a las bestias, saciar la sed, y relajar los agotados músculos de las infinitos partes del cuerpo. La mayoría estaba dormida, solo el diminuto equipo de dos soldados de guardia cada cierto tiempo, marcado por un reloj de arena que era comúnmente usado para la época. Uno de los soldados que estaba de guardia justamente antes de llegar la medianoche sintió el crepitar de unas pajas a pocos metros de distancia donde había algunos árboles de diferentes tonalidades a los que le brindaban fresco para dormir bajo sus copas. El soldado salió a averiguar, existieron ciertas sospechas en él que se podía tratar de algo malo, pero no hizo nada según lo orientado para estos casos, trató de averiguar por su propia cuenta, y le salió muy mal. De repente una flecha se le enterró en el pecho, y no pudo decir nada más que el gemido que lanzó, sirviendo esto de campana para el compañero de guardia, quien a viva voz dio alarma de combate, porque había caído el compañero que lo acompañaba por el estruendo que pudo escuchar. El resto de la escuadra se levantó como se levantan aquellos de temple, dispuestos a luchar contra lo que fuera, sin ningún tipo de miedo, ya que la honra vale más que la vida. Pero no les sirvió de mucho, se estableció una pequeña escaramuza de frente a frente en la oscuridad, entre vulcanos y anders, los primeros superaban a los segundos tanto en efectivos como en la calidad de las armas. Las espadas vulcanas atravesaban los cuerpos de los soldados de Boswat sin ninguna compasión, las flechas le quitaban la vida a otros miembros de la escuadra, el final de sus días había llegado de sorpresa, la muerte nunca anuncia cuando vendrá, este era el día y momento exacto en que aquellos catorce soldados anders morían, pero no porque estuviera programado, sino por la ambición de una fuerza superior.
En pocos minutos no quedaba un solo anders en pies, al menos que imaginaran los vulcanos, porque en realidad sí quedaba uno, que había sido herido y se pudo escapar para avisar a su líder Sandiers. Solo pudo decir —fuimos atacados— y murió. No tuvo tiempo siquiera de decir quienes habían sido los agresores.
Sandiers quedó completamente alarmado con lo sucedido y pidió a sus altos jerarcas una investigación inmediata de lo ocurrido. Al amanecer tendría que partir una compañía para investigar por quién habían sido atacados, se tendría que ir por la ruta trazada cuando escoltaban a los freezzies, con el objetivo de ver si había animales netamente feroces o vampiros cercanos, así como una escuadra para ir hasta Frennia a verificar si los freezzies habían llegado sanos y salvos.
El líder de los anders decidió por el momento no comunicar nada al pueblo, porque si se trataba de un ataque de animales, no era necesario crear pánico, en cambio si se trataba de un ataque de vampiros o de otras especies inteligentes, preferentemente los vulcanos, estaban en una situación delicada. Sandiers temía que lo que se estaba oliendo fuera verdad, porque de suceder así, la guerra era inminente, si los vulcanos fueron los que atacaron a los anders, la situación de los siglos pasados había regresado, pero al parecer en esta ocasión, el blanco no serían los humanos, sino los anders, quizás los freezzies, quizás todo lo que tuviera vida y estuviera sobre la faz de la tierra, la paz estaba en peligro si por casualidad la razón se hacía presente en esta corazonada del máximo dirigente de Boswat.
Los exploradores, después de un detallado viaje, encontraron los restos de sus compañeros y vieron elementos que los guiaban a un ataque de vulcanos ¿pero cómo iba a ser posible esto, si los vulcanos no atacaban? Habían pasado siglos sin guerras, en la última, más de cuatrocientos años atrás, atacaron a los hombres y fueron derrotados, por lo que se quedaron sin fuerzas suficientes como para seguir sembrando el mal. Por muchos años habían pasado desapercibidos por las narices de todos los demás reinos, eso no significaba que su esencia maligna se hubiese extinguido.
En aquel desolado lugar había de todo para identificar la escena de un combate entre seres racionales, y no el ataque de bestias, quedaban restos de cabezas, y de otras partes de los cuerpos de los anders, que claramente significaba que habían sido colocados en ese estado por el filo de una espada, de un hacha, o la punta de lanzas. También se encontró un escudo de los empleados por los vulcanos, y otros instrumentos como los protectores de cabeza. Por mucho que estos intentaron eliminar rastros de su participación en el combate, para seguir pasando desapercibidos por los ojos del mundo, no lo lograron, porque era de noche, y en el combate se dispersaron mucho las fuerzas.
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