También es amplia la noción de clinamen para Oyarzún & Molina en el sentido de que constituye una causalidad intrínseca de los átomos al igual que su peso, que causa el movimiento inercial rectilíneo, y las colisiones y rebotes, que causan el entrelazamiento de los átomos entre sí. Estas colisiones no tendrían lugar si no interviene, como tercera causalidad de la naturaleza, el clinamen, que altera lo que podríamos llamar monotonía del movimiento inercial 20, a la que alude el símil de gotas de lluvia contenido en el texto de Lucrecio citado más arriba. Es decir, no se trata de una causalidad extrínseca, proveniente, por ejemplo, de algún dios o destino, sino de una causalidad intrínseca a la materia, que está por ende presente en todo ente y en todo fenómeno de la naturaleza. Nuestros autores denominan a esta causalidad del clinamen la causalidad de la libertad (también hablan de causalidad poética o productiva), una que explica “una indeterminación relativa de los eventos, como estructura general de la experiencia, en atención a la multiplicidad abierta que la constituye”, “que determina a lo real mismo como contingente.” 21
La coexistencia de estos distintos tipos de causalidades implica que no se anulan unas a otras y que no hay un predominio exclusivo de ninguna de ellas. Así, si solo existiera la causalidad del clinamen o causalidad de la libertad, el mundo sería siempre azaroso, puesto que, como señala Lucrecio, el desvío o declinación ocurre en tiempos y lugares inciertos. Pero esto es contrario al conocimiento que obtenemos de la experiencia de nuestros sentidos, conocimientos que constatan la regularidad en los fenómenos de la naturaleza y su encadenamiento causal. Al contrario, si solo operase la causalidad mecánica inercial, caemos en el determinismo de un Demócrito, donde todo ocurre por necesidad y del cual Epicuro reniega. 22Pero esto es también contrario a la experiencia de nuestros sentidos, que constatan la existencia de una naturaleza creadora, “que jamás se ve absolutamente encerrada en sus propias creaciones” 23y de las iniciativas de la voluntad de los seres vivos, que también inciden en ella. Para Oyarzún & Molina, “esto trae consigo la idea fundamental, no de una excepción bruta al primado de la causalidad y, con ella, una infracción a la concepción racional de la naturaleza y la experiencia, sino, más bien, la idea de que no es posible dar cuenta de dichos sucesos y hacerles justicia apelando únicamente a la causalidad de la necesidad inflexible: es preciso acudir también a la causalidad de la libertad”. 24Como dirán poco más adelante, “la necesidad irrestricta no es consistente con los fenómenos…estos muestran con evidencia que efectivamente hay eventos que no se siguen por necesidad de eventos anteriores”. 25
Implícita también en esta coexistencia de causalidades de un mismo nivel ontológico está la idea de que el clinamen siempre puede estar ocurriendo, pese a que tenga lugar en lugares y tiempos indeterminados, no siempre susceptibles de ser percibidos. Es decir, no se trata de un evento único que habría desencadenado una colisión inicial de los átomos, a partir del cual se explica la diversidad de los cuerpos; ni tampoco de que siempre tenga lugar el clinamen, lo que daría lugar a una nueva forma de determinismo. “Un clinamen, entendido como causa príncepsde un movimiento, instaura una serie causal que está ligada internamente por la necesidad, y que solo puede ser interrumpida por otro clinamen, pero solo para inaugurar a su vez una nueva serie…la pluralidad de ´desviaciones´se muestra como la multiplicidad de árticulaciones´de las series causales necesarias”. 26De nuevo, el énfasis de esta lectura está puesto en lo contingente, en la posibilidad, en el acontecimiento, que constituyen el estatuto ontológico mismo del clinamen y, por ende, de toda la realidad.
II
II.1
Como anota Margaret Róisín Hampson en su tesis reciente sobre las emociones en Epicuro 27, una primera dificultad que encontramos al abordar este tema consiste en que los textos epicúreos no contienen propiamente una teoría de las emociones. El texto del epicúreo Philodemus sobre la ira sería el único que trata de una emoción en particular, pero sin alcanzar el nivel conceptual de una teoría general. 28Frente a esta situación, lo que ocurre más frecuentemente es intentar una lectura de la teoría epicúrea de las emociones desde una perspectiva comparativa respecto de otras filosofías, como pueden serlo la aristotélica o la estoica. La propia tesis de Róisín Hampson es una aplicación de este criterio metodológico, en cuanto intenta esbozar una teoría epicúrea de las emociones a partir de la noción aristotélica de apariencias (la que vincula a la noción epicúrea de phantasia) , para sustentar su visión anti-intelectualista de las emociones en Epicuro. Compartiendo, como veremos, en gran parte, sus conclusiones, el camino metodológico que seguimos aquí es diferente, y está centrado, ya lo dijimos, en la aplicación de un concepto original y medular de la filosofía epicúrea, el de clinamen, al campo de las emociones. El método comparativo tiene la desventaja de involucrarse en las inevitables y a menudo controversiales interpretaciones de los textos con los que se compara, y también, y quizás más importante, la de introducir un sesgo en el análisis de la filosofía epicúrea, la que se mira desde una perspectiva que no es la suya. El camino metodológico elegido aquí no está exento de problemas, particularmente el de una extrapolación indebida del concepto de clinamen a un campo como el de las emociones. Sin embargo, estimamos que se trata de un riesgo acotado, habida consideración de la amplitud y generalidad del concepto de clinamen postulado y de la importancia clave que se le ha atribuido dentro de la filosofía epicúrea en el apartado anterior.
¿Cómo se entiende una emoción desde la perspectiva de la declinación o clinamen?
Epicuro no define las emociones, pero sostiene, según Diógenes Laercio, que “hay dos afecciones, el placer y el dolor, que se presentan a todo ser vivo, y el uno es connatural y el otro extraño. Por uno y otro decidimos nuestras elecciones y rechazos.” 29. Estas afecciones que están en el origen de las emociones, las que de alguna manera siempre se refieren a ellas, difieren en cuanto son un componente por así decirlo más estable de nuestra naturaleza.
La noción misma de emoción supone un estado de conmoción orgánica o mental respecto de lo que podemos llamar un estado normal o no emocional: no estamos siempre enojados, o excitados; no reímos todo el día, sino en algunas ocasiones. El proceso emocional sería similar al del movimiento, que está descrito por Lucrecio en el Libro IV de De la natura de las cosas, párrafos 881 a 890,y que Fowler 30entiende de la siguiente manera: primero, alguno de los múltiples simulacros 31que están en el aire golpea a la mente; segundo, la voluntad interviene, concentra la atención en este y produce una imagen, en este caso, del andar; tercero, el animus sigue dicha imagen y transmite el movimiento provocado al anima , que golpea al cuerpo y desencadena el andar. En todo este proceso está interviniendo el clinamen.
Mirado desde lo que antes hemos dicho sobre el clinamen, el origen de la emoción tiene que estar en una desviación de la trayectoria usual de los átomos que componen nuestro cuerpo o nuestra mente (y aquí es fundamental el monismo epicúreo, con su afirmación que la mente es materia y está compuesta por átomos), los que luego de experimentarla, vuelven a su trayectoria o movimiento habitual; hasta que una nueva desviación (emoción) ocurre y altera ese retorno, y así sucesivamente.
Partiendo de esta concepción basal de la emoción, debiéramos poder observar, y efectivamente observamos, en las emociones, algunas características que hemos atribuido al clinamen, a saber:
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