En el primer apartado definimos la noción de clinamen y justificamos la elección de este concepto como clave para el entendimiento de pasiones y emociones. En el segundo apartado, nos referimos a la noción misma de pasiones y emociones que se desprende de la discusión anterior. Finalmente, mostramos como dicha noción lleva consigo elementos que hacen difícil sino imposible el control de las emociones por la mera racionalidad de la mente. Se incluye, además, como apéndice, una referencia a la crítica a la racionalidad que hace Diógenes el Cínico.
I.1
Un primer problema con la noción de clinamen es el de que no se conserva ningún texto íntegro de Epicuro que trate específicamente del tema. Su carta a Heródoto, que constituye una exposición del conjunto de sus escritos acerca de la Naturaleza, y contiene numerosas referencias a los átomos y al movimiento atómico, no menciona al clinamen. 9Diógenes Laercio, en su catálogo de las obras de Epicuro, menciona una “Sobre el ángulo en el átomo” 10, que no se ha conservado. De manera que todo lo que sabemos sobre el clinamen proviene fundamentalmente de Lucrecio, Libro II de su De la natura de las cosas, y de Diógenes de Enoanda. Los textos canónicos para el tratamiento del clinamen son los siguientes:
Lucrecio, II, 217-224 11
Cuando en el vacío hacia abajo derecho los cuerpos se llevan
Por pesos propios, en tiempo comúnmente incierto
Y en inciertos lugares, un poco en el espacio desvíanse;
Tanto, que puedas decir que su movimiento es mudado.
Porque si no solieran desviarse, todos abajo,
Como gotas de lluvia, caerían en el vacío profundo;
Y no un tropiezo habría nacido ni un choque habría sido creado
Para los principios; nada, así, habría creado nunca natura.
Y la inscripción de Diógenes de Enoanda, Fr.32 12
Si alguno recurre a la teoría de Demócrito y afirma que no hay ningún movimiento libre en los átomos a causa de sus choques recíprocos, de donde parece que todas las cosas se mueven con movimiento forzoso, le diremos: “no sabes tú, quienquiera que seas, que los átomos tienen también un movimiento libre, que Demócrito no ha descubierto, pero que Epicuro ha traído a luz, y que consiste en una declinación, como lo muestra a partir de los fenómenos?”
A partir de estos escuetos textos y otras referencias complementarias se ha desarrollado una vasta literatura académica sobre el clinamen o declinación, parte de ella de gran erudición. 13Un posible intento de clasificación podría distinguir aquella que se preocupa fundamentalmente de los aspectos que atañen a la física de la materia, de otra que pone el énfasis en las consecuencias del clinamen para la ética ( y, dentro de esta, fundamentalmente para lo que atañe a la libre voluntad de los seres animados), pese a que ambos temas usualmente se abordan juntos. Entre nosotros, Pablo Oyarzún y Eduardo Molina observan que “la atención a ambas es asimétrica, puesto que la última ocupa un lugar de indiscutible eminencia. Esto no debe extrañar, dada la finalidad moral asignada por Epicuro a la filosofía”. 14Otra observación general que podemos arriesgar respecto de esta literatura, cuyo análisis detallado no es posible hacer aquí, es que su temática enfrenta tres problemas fundamentales. El primero es un problema al interior de la teoría epicúrea de la naturaleza y dice relación con la afirmación, por una parte, de la existencia de leyes causales que explican los fenómenos naturales sin necesidad de recurrir a las explicaciones vulgares, que atribuyen su origen a los dioses o a un destino o azar oracular; y, por otra parte, la afirmación de que no existe un destino o fin predeterminado para los fenómenos naturales y que la naturaleza es, en este sentido, creadora, y no se agota en los fenómenos que podemos observar. La noción de clinamen parece sostener la segunda afirmación y oponerse a la primera. El segundo problema fundamental se plantea en el plano de la ética epicúrea: ¿Cómo conciliar el materialismo del animus (o mente o alma), que como tal contiene elementos deterministas combinados con desviaciones propias del comportamiento atómico, con la libre acción de los seres animados y la racionalidad en el hombre, que se impone como un hecho indudable a los sentidos epicúreos? Aquí, el clinamen parece poner en duda la segunda afirmación y sostener la primera. El tercer problema fundamental diría relación con la afirmación, ya sea, de la unidad de la doctrina física y de la doctrina ética epicúrea, ya sea, de un cierto eclecticismo, en que ambas doctrinas corren por carriles separados y tienen principios explicativos diferentes. Así, el clinamen sería un concepto innecesario en el plano ético, ya que el libre arbitrio (y la racionalidad) son cosa evidente, que podemos comprobar por los sentidos; y solo tendría razón de ser como un complemento al atomismo de la física de Demócrito.
Esta especie de mapa escolar de los problemas fundamentales que suscita el clinamen en la literatura académica es, por supuesto, muy defectuoso, ya que ignora la fineza de la interrelación recíproca entre los problemas y tampoco refleja bien todas las sutilezas de los análisis eruditos. Aquí lo utilizamos solo como una guía u orientación para el enfoque que queremos dar a este trabajo y que ya hemos insinuado más arriba: postulando una visión unitaria de los aspectos físicos y éticos de la filosofía epicúrea, se centra la atención en una aplicación amplia del concepto de clinamen a todos los fenómenos naturales, incluyendo, pero no limitándola, a los fenómenos del animus, como la racionalidad o las emociones. 15Sin poner en duda, como buenos epicúreos, el libre arbitrio y la racionalidad del hombre, ambas características se insertan en el contexto más amplio de la inevitable declinación atómica, el que debe ser considerado también a la hora de las recomendaciones prácticas para la vida feliz, objetivo manifiesto de la filosofía epicúrea.
I.2
Si nuestra lectura del trabajo de Oyarzún & Molina no es equivocada 16, tenemos en él una exposición ejemplar del enfoque recién mencionado. Desde luego por la importancia asignada al clinamen, concepto al que califican como “la pieza más inquietante de la filosofía epicúrea”, “lugar decisivo” que “juega un papel capital”. También porque “de una recta interpretación de su sentido depende, en buena parte, la posibilidad de avalar la consistencia de todo el sistema” 17, es decir, de la unidad de la física y la ética epicúreas.
La aplicación amplia del concepto de clinamen a todos los fenómenos naturales, incluidos los fenómenos mentales, la postulan nuestros autores a partir del análisis de la teoría atómica de Demócrito, en que las tres propiedades fundamentales del átomo, tamaño, forma, y peso (esta última, sino introducida, en todo caso puesta en relieve por Epicuro), garantizan lo que ellos denominan “la ´continuidad ontológica´ entre lo no manifiesto y lo manifiesto, entre el orden imperceptible de los juegos atómicos y el orden de los cuerpos sensibles: el substrato del mundo físico es, él mismo, también físico”. 18Vamos a volver sobre esta idea de la continuidad ontológica cuando tratemos de las emociones y la racionalidad pero mencionemos desde ya que, si aceptamos que el clinamen es también propiedad fundamental del movimiento atómico, todo fenómeno natural, incluido el pensamiento, está sometido a declinación, declinación que será más rápida o más lenta, según si lo que declina es un átomo aislado (que se mueve, y por ende declina, a la velocidad del pensamiento 19) o un conjunto de átomos, un corpúsculo, que ha traspasado el umbral de lo sensible, donde la declinación se ha lentificado, pero no ha desaparecido.
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