CINTIA LORENA DELGADO
Delgado, Cintia Lorena
21 Gramos / Cintia Lorena Delgado. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: online
ISBN 978-987-87-1749-4
1. Narrativa Argentina. 2. Novelas. I. Título.
CDD A863
EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA
www.autoresdeargentina.com
info@autoresdeargentina.com
Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723
Impreso en Argentina – Printed in Argentina
Índice
Portada
Créditos Delgado, Cintia Lorena 21 Gramos / Cintia Lorena Delgado. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021. Libro digital, EPUB Archivo Digital: online ISBN 978-987-87-1749-4 1. Narrativa Argentina. 2. Novelas. I. Título. CDD A863 EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA www.autoresdeargentina.com info@autoresdeargentina.com Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723 Impreso en Argentina – Printed in Argentina
Índice Índice Portada Créditos Delgado, Cintia Lorena 21 Gramos / Cintia Lorena Delgado. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021. Libro digital, EPUB Archivo Digital: online ISBN 978-987-87-1749-4 1. Narrativa Argentina. 2. Novelas. I. Título. CDD A863 EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA www.autoresdeargentina.com info@autoresdeargentina.com Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723 Impreso en Argentina – Printed in Argentina Índice Agradecimientos I. Nocturnal II. El estanque de los imperfectos III. El usurero de la oscuridad IV. Miqui de cristal y acero V. Ajuste de cuentas VI. Espejo VII. Desobediencia y confrontación VIII. Tres segundos en sus zapatos IX. Paradoja Sinopsis
Agradecimientos Agradecimientos A Cora, mi amiga de la infancia, mi fuente de inspiración, mi heroína, cómplice de esta locura fantástica y parte de mi alma, si miro hacia atrás estamos ahí contando historias horas enteras… Si alguien me entiende, esa sos vos. A Caro, mi hermana a quien puedo mirar, y sin decir nada, sabemos qué pensamos. Gracias por todo. A Gera, un gran amigo, gracias por la contención en momentos difíciles, gracias por la comprensión, y por ser auténtico, gracias por la insistencia de decir… “Dale, hacelo, hacé lo que sientas, hacelo por vos y para vos”. A Vale, por estar a cada momento conmigo y demostrarme el verdadero significado de la amistad. A Vicky, gracias por tu asesoramiento en este importante paso, que es sin duda el primero de un largo y maravilloso camino. Gracias, Dios, si es que realmente existís, y si alguna vez te sentí en forma de magia o en forma de letras, sacándome de lo más oscuro a través de conversaciones que solo vos y yo perpetuamos, incontables veces, empujándome a la bondad, borrando el odio y haciéndome fuerte. Cintia
I. Nocturnal
II. El estanque de los imperfectos
III. El usurero de la oscuridad
IV. Miqui de cristal y acero
V. Ajuste de cuentas
VI. Espejo
VII. Desobediencia y confrontación
VIII. Tres segundos en sus zapatos
IX. Paradoja
Sinopsis
A mi padre, cómo te extraño, mi querido Vichy,
de vos heredé esta alternativa de caminar entre los sueños
y la realidad, de suspirar y de reír por las cosas más simples,
crecí oyendo tu risa y así quiero irme de este mundo,
recordándote siempre feliz.
A mi madre, Olga Nelly, la más fiel compañera de todas,
a mi lado cada día, lejos o cerca, pasara lo bueno o pasara lo malo,
tu apoyo fue un gran sostén en todas las etapas de mi vida,
me entiendas o no, siempre estás ahí, firme.
A Cora, mi amiga de la infancia, mi fuente de inspiración, mi heroína, cómplice de esta locura fantástica y parte de mi alma, si miro hacia atrás estamos ahí contando historias horas enteras… Si alguien me entiende, esa sos vos.
A Caro, mi hermana a quien puedo mirar, y sin decir nada, sabemos qué pensamos. Gracias por todo.
A Gera, un gran amigo, gracias por la contención en momentos difíciles, gracias por la comprensión, y por ser auténtico, gracias por la insistencia de decir… “Dale, hacelo, hacé lo que sientas, hacelo por vos y para vos”.
A Vale, por estar a cada momento conmigo y demostrarme el verdadero significado de la amistad.
A Vicky, gracias por tu asesoramiento en este importante paso, que es sin duda el primero de un largo y maravilloso camino.
Gracias, Dios, si es que realmente existís, y si alguna vez te sentí en forma de magia o en forma de letras, sacándome de lo más oscuro a través de conversaciones que solo vos y yo perpetuamos, incontables veces, empujándome a la bondad, borrando el odio y haciéndome fuerte.
Cintia
No hay peor oscuridad que la que llevamos adentro
Encendí mi duodécimo cigarrillo de la noche y me quité el flequillo de los ojos. Mi fría y tenebrosa sonrisa heló a los tres que estaban sentados a mi alrededor en la mesa redonda de algarrobo. Puse la vista sobre ellos e hice bailar mis huesudos dedos sobre las cartas a la altura de mi rostro. Era mi mano y lo sabían, podían olerlo en mi aura, estaba regocijándome de placer y quería disfrutarlo, tenía que hacer la jugada de una vez, pero lo demoré. El momento tenía un sabor especial, justo como el jugo sangriento del filete mal cocido que trituré con mis afilados colmillos veinte minutos atrás. Los nervios en los ojos de dos de esos tres incrementaron mi placer. Fijar mis profundos ojos negros sobre ellos mientras mis gruesas cejas querían unirse entre sí sobre el nacimiento de mi nariz adicionaba un condimento extra. Como el guacamole al taco, el azufre al alquitrán de este delicioso cigarro, el portaligas a los muslos femeninos.
Podía comenzar y terminar guerras, mover políticos a mi antojo, como si estuviera en un tablero de ajedrez. En mi tablero de ajedrez. Según qué tan aburrido me encuentre. Pero esta noche me costaba vencer en póker a la inmundicia esa sentada a mi derecha llamada Samuel, quien me miraba sin expresión alguna, algo tan fácil de hacer para él. ¿Qué se había puesto? Un ridículo traje color ladrillo cuyos pantalones pinzados eran algo cortos y al sentarse dejaban ver su talón al final, vistiendo unas igual de ridículas medias beige con rayas blancas, sin mencionar esos zapatos color té con leche que yo y mi buen gusto jamás usaríamos. Pero ya me había acostumbrado a lastimar mis retinas viendo su “extravagante y carente de estilo” modo de vestir. Su pálido rostro no decía nada, estaba tácito y pausado como cuando comenzó la partida y sus ojos verdes brillantes parpadeaban aireados y relajados, unos ojos que cualquier mortal desearía no ver jamás, pero que apreciaría en todo su esplendor al final de su corta existencia. Desde mi primer día en la ciudad a Samuel le gustaba visitarme seguido, era su forma de controlarme y dar un paseo, por eso siempre tenía preparado para él su whisky en las rocas, el de la botella con etiqueta dorada que tenía un toro esquelético postrado en el desierto. A decir verdad, esa botella era de mi autoría. Nadie sobre la faz de la tierra tenía ese nivel de calidad. Ese y solo ese lo hacía yo, un sorbo de él y tocabas las puertas del infierno. Recuerdo cuando Samuel lo probó aquella primerísima vez. Su rostro permaneció rígido y sin expresión como ahora y como ha sido y será siempre, pero yo pude leer en su mirada y percibí el momento exacto cuando el whisky hizo su llegada al paladar y cruzó la garganta activando sus sentidos. Fue como beber un cuarto de litro de lava de las profundidades de la tierra, lo sintió espeso y ardiente y luego comenzó a picar dejando una sensación adormecedora a su paso, como si se comiera la piel de su esófago y todo el resto del trayecto hacia su estómago. Fue un éxito rotundo solo ver que abrazó la botella en ese entonces y se la apropió. Por eso lo llamé “Lava del Infierno Morte” en honor a mi preciado e inmundo visitante.
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