Con su predicación, pero más aún con su ejemplo de longanimidad en el sufrimiento, Penzotti inspiró en estas personas una dedicación a Jesucristo que no se había visto en ningún intento anterior de implantar el protestantismo en el Perú. En la época de Murphy, los peruanos consideraban el evangelio como un medio de fomentar el progreso nacional 195. Les interesaba que tal interés no les resultara políticamente dañino. Más adelante, durante las divergencias en el Callao, el evangelio les había parecido a los peruanos como algo importado que no se relacionaba con su situación. Pero gracias a Penzotti llegaron a entenderlo como una negación de sí mismos y una entrega sin reservas a Cristo como el Señor. Además Penzotti había probado que las reuniones a puertas cerradas no contravenían el artículo iv de la Constitución. Una sola vez más el clero denunció ante los jueces a un evangélico por propagar su fe. Se trata del caso del Señor Abrill en Trujillo. Pero la batalla ya se había ganado y el proceso contra Abrill concluyó en primera instancia con la opinión del agente fiscal, de modo que pronto fue puesto en libertad 196. Sin la clarificación que trajo el caso de Penzotti, la evangelización protestante en el Perú se habría hecho prácticamente imposible. Los sufrimientos de Penzotti terminaron por crear un ambiente favorable a la propagación del evangelio. En 1892, se vendieron 18 mil Biblias más que en 1891 197.
¿Cómo se explica el triunfo de Penzotti? Según Bahamonde, se debe a que fue el primero en tener el apoyo de una misión bien organizada, pero esta explicación es inaceptable. Obreros como Murphy y Thompson representaban iglesias influyentes como la Anglicana y la Presbiteriana. Otros obreros se quedaron más tiempo que Penzotti, sin embargo ninguno logró formar una iglesia capaz de reproducir su fe en otros. Los dones de Penzotti, por grandes que hayan sido, tampoco ofrecen una explicación. Hombres como Diego Thomson, Murphy y Swaney también eran muy capaces. Es cierto que Penzotti enfatizó más que los otros la dedicación a Cristo. Sin embargo, los otros también enseñaban esto, y se trata de una diferencia no muy marcada. Penzotti, sin duda, recibió un apoyo muy importante del liberalismo, que desde el tiempo de la Independencia había avanzado en forma lenta, pero segura. Sin embargo, este factor favorecía casi por igual los esfuerzos de Thompson y Baxter. La diferencia dramática entre los logros de Penzotti y los de sus antecesores tiene varias explicaciones, pero el factor crucial fue que él desde un principio involucró a los recién convertidos en la propagación el evangelio, dándoles la oportunidad de aprender en la práctica el significado del evangelio, mientras sus ideas y mentes eran todavía flexibles.
Diego Thomson hizo lo mismo, pero, a diferencia de Penzotti, trabajó dentro de la Iglesia Católica. En aquel entonces la influencia del liberalismo era todavía tan débil que no había otra opción. El hecho de que ni Thompson ni González Vigil ni Vaughan pudieran provocar una reforma interna demuestra que en situaciones de tan estrecha identificación entre la religión y las aspiraciones del pueblo como en el caso del Perú, la división es el precio que se debe pagar por el progreso. Lo mismo se puede decir de los judíos en el tiempo de nuestro Señor Jesús. Por eso el Señor dijo: “¡Pensáis que he venido para dar paz en la tierra! Os digo no, sino disensión” (Lc 12.51). Ni Jesús ni Penzotti provocaron una división que no existiera antes. Tanto el antagonismo que había entre los saduceos, fariseos y esenios en Judea, como el que enfrentaba a conservadores y liberales en el Perú era de carácter político-ideológico. Lo que hicieron nuestro Señor y su seguidor Penzotti fue darle a las divisiones existentes un carácter más espiritual. En vez de estar en contra o a favor de los romanos, nuestro Señor retó a los judíos a identificarse con Él en su entrega total a la misión del Padre hacia toda persona. En forma similar, Penzotti retó a los peruanos a entregarse a la misión de Cristo y crear así la posibilidad de un cambio mucho más fundamental que el que buscaban los liberales.
Penzotti hizo lo que ningún misionero en el Perú había logrado hacer. Combinó la negación de una unidad político-religiosa, que ya no era una unidad real, con un ministerio laico que posibilitaba la participación máxima de los peruanos. La atención de los recién convertidos no se dirigía hacia ellos mismos, sino hacia el mundo alrededor. De esta forma Penzotti aprovechó en forma cristiana y constructiva lo que Juan Mackay llamó “la tremenda asertividad del hombre ibérico” 198. Al mismo tiempo desenmascaró una unidad que ya no lo era, dejando la puerta abierta para nuevos cambios.
108Bahamonde, Wenceslao O. The Establishment of Evangelical Christianity in Peru, Hartford Seminary Foundation, Tesis de grado, mayo, 1952, pp. 44s, citado del Missionary Herald xxii, 1826, p. 49.
109Bible Society Record. Nueva York: 1826, p. 49.
110Bahamonde, óp. cit., p. 47.
111Beach, Harlan P., et ál. Protestant Missions in South America. Nueva York: 1907, p. 148.
112Browne, George. The History of the British & Foreign Bible Society from its Institution in 1804 to the Close of its Jubilee in 1854, vol. ii. Londres: 1859, p. 368.
113Ídem, vol. i, p. 98.
114Bahamonde, óp. cit., p. 57.
115Ídem, p. 38.
116Dwight, Henry Otis. The Centennial History of the American Bible Society, vol. ii. Nueva York: 1916, pp. 147s.
117Informe cincuenta y siete de la Sociedad Bíblica Británica. Londres. 1861, p. 215.
118Beach, Harlan P., et ál., óp. cit., p. 150.
119Savage, Juan, manuscrito no publicado sobre el comienzo de la evangelización protestante en el Perú, Londres (oficina eusa).
120Ritchie, Juan. Apuntes para la historia del movimiento evangélico en el Perú durante el primer siglo de la República, manuscrito en la oficina de eusa, Londres.
121Bahamonde, Wenceslao, óp. cit., pp. 59s.
122Apuntes históricos reunidos por el Dr. H. Money.
123Carta escrita por J. M. Thompson desde Callao al Dr. Ellinwood en Nueva York, el 7 de octubre de 1884, microfilm presbiteriano, vol. 33, N.° 223 en la Interchurch Center, 475 Riverside Drive, Nueva York.
124Ritchie, Juan. El cristiano. Lima: mayo de 1921, pp. 76s.
125Savage, Juan, óp. cit.
126Beach, Harlan P., et ál., óp. cit., pp. 151s.
127Hebly, Johannes A. Het Proselitism, Verkenning van een Occumenisch Vraagstuk. La Haya: 1962, pp. 13, 18.
128Informe anual de la Junta Misionera de la Iglesia Presbiteriana en los Estados Unidos, Nueva York, mayo de 1886.
129Arms, Goodsil. History of the William Taylor Self-supporting Missions in South America. Nueva York: 1921, pp. 21ss.
130Ritchie, Juan. El cristiano. Lima: p. 52.
131Bahamonde, óp. cit., pp. 62–66.
132Ritchie, Juan. El cristiano. Lima: p. 70.
133Taylor, William. Our South American Cousins. Nueva York: 1880, p. 96.
134The Record, publicado por David Tumbull, Valparaíso: 15 de abril de 1873.
135Goslin, Thomas S. Los evangélicos en la América Latina. Buenos Aires: 1956, pp. 46, 63.
136Taylor, óp. cit., p. 96.
137Taylor. The Story of my Life. Nueva York: 1895, p. 647.
138Carta de J. M. Thompson al Dr. Ellingwood, 7 de octubre de 1884, Microfilm presbiteriano, vol. 33. Nueva York: No. 223.
139Taylor. The Story of my Life, p. 681.
140Regions Beyond. Londres: enero, 1898, p. 10.
141Taylor, William. Our South American Cousins, p. 103.
142The Record. Valparaíso: 16 de diciembre, 1885.
143El cristiano. Lima: diciembre de 1918.
144Latourette, K. S. “The Early Evangelical Missionary Movement in Latin America”, Practical Anthropology. 1958, p. 11.
145The Record. Valparaíso: 9 de julio y 8 de agosto de 1884.
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