Cuando se estableció una línea de vapores a Inglaterra a mediados del siglo, fue necesario ampliar el puerto del Callao, por lo que vinieron al país muchos extranjeros. La Compañía de Navegación de Vapores del Pacífico (psnc) abrió un taller en el Callao con unos cien artesanos, muchos de los cuales habían venido de Escocia. Al principio no había quién los pastoreara, pero en 1859 la misión americana a los marineros mandó a J. A. Swaney, ministro metodista, al Callao 128. Guillermo Wheelwright, fundador de la compañía de vapores psnc, estuvo de paso en el Callao en 1860, y asistió a la predicación en inglés del reverendo Swaney en una ruinosa casa alquilada, y prometió enviar una sala de reuniones prefabricada de madera 129. Desgraciadamente el reverendo regresó a los Estados Unidos antes de terminar la construcción del nuevo edificio en la calle Teatro en el año 1864, el cual es el primer templo protestante en el Perú 130.
En 1864, la Sociedad Misionera Sudamericana mandó al pastor anglicano William Cathcart Murphy al Callao como capellán consular. Este empezó a celebrar cultos en el nuevo edificio y lo acondicionó para una escuela de 80 niños, 20 de los cuales eran peruanos. Como resultado, algunos peruanos empezaron a asistir a los cultos y hasta pidieron una clase bíblica para ellos 131. Desgraciadamente, Murphy murió el 25 de septiembre de 1867 y los capellanes que lo siguieron no fueron del mismo calibre. En una carta fechada en julio de 1874, la Iglesia Anglicana en Lima describe a la capellanía del Callao como abandonada por falta de idoneidad del encargado 132. El que la mayoría de los trabajadores escoceses no pertenecieran a la Iglesia Estatal Anglicana, o sea que eran no conformistas, complicaba más el asunto. El edificio, que pertenecía a toda la comunidad anglohablante, quedó a cargo de una comisión de seis personas, elegidas anualmente. A estas las elegían quienes daban una suscripción para la manutención de los cultos y del edificio 133, arreglo que provocó una lucha constante 134, la cual no terminó cuando la Sociedad Misionera Sudamericana se vio obligada a retirar a su capellán en 1877, por falta de fondos 135. Seis semanas después, el 3 de noviembre, llegó el pionero metodista Guillermo Taylor, acompañado de su hermano Archibald, buscando oportunidades para establecer una misión autosuficiente. El partido no conformista que acababa de ganar las elecciones anuales, dio una calurosa bienvenida a Guillermo y lo invitó a ocupar el púlpito 136. Guillermo se quedó dos meses y luego salió pensando que encontraría mejores oportunidades más al sur. Dejó el Callao al cuidado de su hermano Archibald 137, pero el ministerio de este fracasó. Según un misionero presbiteriano, Archibald Taylor tomaba demasiado e incluso subía embriagado al púlpito 138. Lo despidieron después de un año y la capilla en el Callao se encontró nuevamente abandonada 139.
Alrededor de 1858, llegó al Callao una familia sueca luterana de apellido Petersen. El señor Petersen era empleado de la psnc y trabajó en la construcción del muelle Darsena 140. Su señora ya se ocupaba en la evangelización personal y la distribución de las Sagradas Escrituras cuando Guillermo Taylor visitó el Callao en 1877 141. Unos años después, un empleado de la psnc, miembro de los Hermanos Libres, empezó a celebrar cultos en inglés en la casa de los Petersen, de modo que esta se convirtió en centro de reuniones para los no conformistas que eran partidarios del bautismo de adultos. Por la hospitalidad que los Petersen brindaban tan libremente a muchos misioneros y por la forma en que ofrecían su casa para los cultos, esta pareja desempeñó un papel importante en el comienzo del protestantismo en el Perú.
Desafortunadamente, la obra protestante entre los anglohablantes del Callao se dividió en tres. Por un lado estaban los anglicanos, por otro los no conformistas de tipo presbiteriano y metodista que practicaban el bautismo de niños, y, por último, los no conformistas de tipo bautista o hermano libre que practicaban el bautismo de adultos. Se iniciaron reuniones en español en la casa de los Petersen; por ello, cuando un colportor chileno pasó por el Callao, en 1885, informó que en este puerto había dos cultos en español, y que había hablado ante ambas congregaciones 142. Además de los cultos en la casa de los Petersen, ese año se celebraron otros bajo la dirección del misionero presbiteriano J. M. Thompson. En 1886, la señora Petersen rompió con su tradición luterana y se hizo bautizar como adulta 143. Los cultos en inglés en la casa de los Petersen se celebraban con regularidad, pero los cultos en español duraron poco.
Cuando David Trumbull, pionero de la obra en Chile, visitó el Callao en 1882 y lo encontró sin predicador, instó a la Iglesia Presbiteriana a mandar a alguien 144. Como resultado, J. M. Thompson fue transferido allí en 1884. Mientras tanto William Taylor mandó a Baxter para reemplazar a Archibald. Baxter llegó un poco antes que Thompson 145. Parece que hubo una buena cooperación entre los dos. Baxter fundó una escuela y predicó a los marineros 146, mientras que Thompson pastoreó la congregación anglohablante e inició cultos en español. Desgraciadamente, algunos de los extranjeros que se habían comprometido a sostener a Thompson se fueron del Callao, y otros no cumplieron sus promesas. En vista de que la Junta Presbiteriana de Misiones exigía que la obra fuera autosuficiente 147, Thompson se retiró del Callao el 7 de agosto de 1866 148. Un año después, por motivos de salud, Baxter también se fue 149, y una vez más este puerto tan estratégico quedó abandonado en cuanto a la evangelización en español. Cuando Penzotti llegó en 1888, tuvo la impresión de que el evangelio nunca se había predicado allí en español 150.
¿Cómo se explica un resultado tan pobre después de tanto esfuerzo? En el Callao no es cierto que el protestantismo se mantuviera alejado de la vida cotidiana de los peruanos, así como pasó en Lima. No hay indicios de que trataran de evitar cualquier apariencia de ser proselitistas. El ambiente internacional del puerto brindaba buenas oportunidades para franquear la distancia entre el mundo anglosajón y el mundo peruano, tal como se vio durante el ministerio demasiado breve de Murphy.
El ejemplo de una vida disipada de algunos laicos protestantes y los quebrantamientos de salud, o fracasos de carácter de varios predicadores indudablemente dañaron la obra, pero tanto Guillermo Taylor 151como Juan Ritchie 152opinaron después que la falta de unidad fue el factor principal. Ritchie señaló que en el Perú no se formó una iglesia de la unión como en Chile y otros países latinoamericanos. Además de la división entre los anglicanos y los no conformistas, había también divergencias entre los mismos no conformistas. Aquellos que practicaban el bautismo de niños consideraban la conversión como una nueva orientación de la vida, mientras que quienes bautizaban adultos veían la conversión como el comienzo de una vida totalmente nueva que no tenía que ver con la vida anterior. Indudablemente estas tradiciones doctrinales tenían importancia para los extranjeros, pero el no poder superar sus diferencias y mostrar su unidad fundamental en Cristo confundió a los peruanos, para quienes estas diferencias todavía no tenían significado.
La implantación definitiva del protestantismo
En julio de 1888, Francisco G. Penzotti, acompañado de su esposa e hijos y del colportor uruguayo Arancet, llegó al Callao con órdenes de establecer una agencia de la Sociedad Bíblica Americana 153. Penzotti nació en el norte de Italia en septiembre de 1851 y emigró con sus padres a Uruguay cuando tenía 13 años 154. Escuchó el evangelio en Montevideo de boca de un misionero metodista llamado Juan F. Thomson y se entregó a Cristo en 1876 155. Después de trabajar como pastor de la Iglesia Waldense de Uruguay 156, fue aceptado como colportor por la Sociedad Bíblica Americana. Desde 1883 hasta 1886, participó en tres viajes de colportaje por todo el continente 157. Debido a sus dones excepcionales, la Sociedad Bíblica Americana le encargó la delicada tarea de establecer una agencia en el Callao que sirviera como base para la obra en Ecuador, Bolivia y el norte de Chile 158. Penzotti era muy simpático, hablaba perfectamente el español, conocía bien la obra de colportaje, tenía el don de la predicación y había adquirido experiencia en el pastorado. Por último, y no de menos, tenía una esposa dedicada plenamente, dispuesta a compartir con él los riesgos de esta nueva empresa.
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