De ahí que cada vez sea más reconocida la importancia del conocimiento en el desarrollo económico de las naciones. En este orden de ideas, el Estado colombiano ha impulsado una mayor aproximación entre las empresas y las instituciones generadoras del conocimiento científico y tecnológico, por medio del diseño e implementación de una Política Nacional de Competitividad, cuyos ejes transversales son la ciencia, la tecnología y la innovación. Esta política, concordante con lo planteado en los modelos teóricos, establece la necesidad de una articulación entre el sector privado y el público, Universidad, Empresa y Estado, para, de esta forma, promover la apropiación de la ciencia, tecnología e innovación a través de la transferencia de conocimiento y la consolidación de redes trilaterales, que permitan el planteamiento de estrategias que den paso a la competitividad en las regiones y, por ende, al desarrollo de estas.
En la región han sido aplicados los lineamientos del Ministerio de Educación que promueven la creación de estructuras como el Comité Universidad-Empresa (CUEE) en el país, dando lugar a la creación del CUEE del Valle del Cauca. La aplicación de estos, reflejados en una serie de propuestas de desarrollo sustentadas en estudios, se ha convertido en el insumo para el proyecto planificador del Valle del Cauca.
En consecuencia, con el propósito de aproximarnos al reconocimiento de la participación de la universidad en el escenario actual de competitividad en el Valle del Cauca y la intervención en espacios que propician las relaciones Universidad-Empresa-Estado, el texto parte del abordaje histórico de algunos hechos representativos que han dado lugar al surgimiento de la tercera misión universitaria, la cual sustenta y da fuerza a las actividades en el interior de la universidad, en pro del fortalecimiento de las relaciones con actores de su entorno. Para continuar son abordados algunos de los modelos teóricos que permiten el entendimiento de las dinámicas de interacción entre la universidad y los actores externos. En secciones subsiguientes, para conocer el contexto y marco institucional que soportan estas relaciones en Colombia, es elaborada una revisión del escenario de ciencia, tecnología, innovación y competitividad en el país, a fin de conocer la realidad nacional en la cual se circunscribe la competitividad de las regiones, haciendo énfasis a los lineamientos del departamento del Valle del Cauca.
Para finalizar, el texto recoge las experiencias derivadas del ejercicio de caracterización de la Universidad-Empresa-Estado, con la identificación de avances, experiencias exitosas y retos que enfrenta la consolidación de las alianzas estratégicas en el CUEE del Valle del Cauca (Cueev), cuyos actores principales son la Universidad del Valle, las empresas vallecaucanas participativas y el Estado, desde el ente territorial y regional.

1. LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA UNIVERSIDAD
1.1 LA EVOLUCIÓN Y EL PAPEL DE LA UNIVERSIDAD EN LA SOCIEDAD
Los hechos históricos más representativos permiten comprender cómo ha evolucionado el papel de la universidad en la sociedad y la idea que se tiene de ella, puesto que desde sus orígenes se ha advertido la transformación de las funciones y las relaciones con su entorno, de acuerdo con los cambios económicos y sociales.
Los albores de la universidad se encuentran en el siglo XII, en la Italia y Francia medieval, donde surgieron las primeras instituciones orientadas hacia la universalidad del saber y la otorgación de títulos (Huanca, 2004). En Francia las Universitas Magistrorum se caracterizaron por una fuerte orientación religiosa, razón por la cual en sus inicios predominó el estudio de la teología; esto explica que, de manera posterior, las disciplinas introducidas debían ser enseñadas en el marco del pensamiento cristiano. En Bolonia (Italia), las Universitas Scholarium, en sus orígenes, dieron lugar al estudio de leyes y medicina, de modo que la influencia religiosa era inferior. En esta época la universidad “era considerada un agente de gran importancia en la sociedad debido a que su presencia incrementaba el prestigio y la salud del territorio donde se encontrara” (Huanca, 2004, p.10).
A partir del siglo XVI y hasta mediados del XVIII, una serie de acontecimientos, entre los cuales se encontraba el renacimiento humanista, demandaron que la universidad aceptara nuevas ideologías, ante las cuales esta mostró inadaptación, principalmente por el sólido vínculo religioso de sus inicios. Debido a este contexto, las sociedades académicas y científicas tomaron el papel fundamental de fuentes generadoras de conocimiento. La Royal Society en Londres era una organización independiente sin apoyo estatal, en cambio, la Académie Royale des Sciences, en Paris, contaba con fuerte apoyo gubernamental y se enfocaba en la investigación. Entre el siglo XVII y XVIII este tipo de sociedades aumentaron tanto en Europa como en América, sin embargo, fueron incapaces de abarcar la investigación en nuevas disciplinas, de manera que la universidad volvió a revestirse de importancia.
En 1809 en Berlín, Humboldt propuso un modelo innovador de universidad y señaló que “una de las características de los establecimientos científicos superiores es, nunca considerar a la ciencia como un problema totalmente resuelto y permanecer constantemente Investigando” (Bonvechio, 1997). Humboldt indicó que la investigación y la ciencia son una forma de vida que enaltece al hombre, y resaltó la generación del conocimiento como función principal de la universidad, a través de la unidad entre investigación y docencia. De esta manera el modelo alemán se convirtió en el referente principal para las reformas universitarias en Europa, América y Asia (Rengifo, 2009), lo cual dio lugar al establecimiento en muchos países de universidades cívicas, orientadas hacia las necesidades científicas y tecnológicas de la nación.
De esta forma, en el siglo XIX se originó la idea moderna de universidad; un modelo donde las actividades de docencia e investigación se combinan para generar nuevos conocimientos. En algunos países, con objetivos utilitaristas o fines prácticos, hubo algunas divisiones en la estructura de la universidad, según las diferentes disciplinas científicas que abordaron, y se adoptó un estatus legal de carácter nacional que resaltó el deber de contribuir al fortalecimiento de las capacidades científico-tecnológicas de cada nación (Huanca, 2004).
A partir de la década de 1960, la universidad comenzó a perder el carácter elitista propio de sus orígenes, debido al crecimiento demográfico y económico posterior a la Segunda Guerra Mundial, así como a la fuerte demanda de habilidades técnicas y profesionales por parte del Gobierno y la industria en general. Ante estos acontecimientos, las universidades no pudieron responder a toda la población estudiantil, porque no contaban con los recursos necesarios, por lo que se produjo una diversificación de la educación superior y se crearon nuevas universidades e Instituciones de Educación Superior postsecundarias (Genua, 1999).
Hacia 1910 la investigación era apoyada directamente por el Estado y se respetaba su autonomía sin imponer condiciones que orientaran el desarrollo de la investigación, e incluso de la enseñanza; las actividades y la asignación de recursos eran conducidas propiamente por la institución académica.
Durante la Segunda Guerra Mundial el Estado apoyó la investigación dirigida a desarrollos bélicos, y con el propósito de legitimar la inversión en investigación en tiempos de paz, en 1945 Vannevar Bush, consejero en temas de ciencia y tecnología del presidente Franklin D. Roosevelt, presentó el informe Ciencia, la frontera sin fin , en el cual dio relevancia a la investigación básica, que consideró como fundamento del progreso industrial. La finalidad de este tipo de investigación no es una aplicación práctica, sino que proporciona un conocimiento general y un entendimiento de la naturaleza y sus leyes (Beraza y Rodríguez, 2007).
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