Pavel Oyarzún Díaz - Será el paraíso
Здесь есть возможность читать онлайн «Pavel Oyarzún Díaz - Será el paraíso» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Será el paraíso
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Será el paraíso: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Será el paraíso»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Será el paraíso — читать онлайн ознакомительный отрывок
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Será el paraíso», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Si algo le gustaba hacer a Julius, cuando iba a Puerto Porvenir, era ver películas antiguas en el salón de eventos del club Croata. Cuando él venía al pueblo siempre teníamos un par de films preparados. Y probados. Para el aniversario número 56 de su primer viaje a Tierra del Fuego, como recluta raso, hundido en la sala de máquinas del acorazado Stuttgart, de la Reichmarine, nos hizo un pedido especial. El hombre habló así: En cuanto pude salir del vientre del Stuttgart y contemplar la bahía, aquel verdadero vivac que era Puerto Porvenir en aquel entonces, con el cielo opalino e inmenso de septiembre y las lomas de la llanura hacia el fondo, me enamoré del lugar de inmediato. Fue instantáneo. Eso proclamaba Julius. Amor a primera vista. Entonces, aquel 5 de septiembre −que al fin y al cabo sería el último festejo de aniversario– soltó su deseo tan especial: quería ver la vieja película de José Bohr Adiós al Dresden , hoy lamentablemente desaparecida. La verdad es que la película no era gran cosa. Estaba en mal estado. Filmada en 8 mm. y muda total, sin música. Sin embargo, la película de Bohr, de apenas diecisiete minutos de duración, tenía la gracia de ser un registro in situ , filmado desde el muelle, de la despedida que le brindaran todos los habitantes de Puerto Porvenir −extranjeros y criollos– al famoso crucero SMS Dresden, en el verano de 1915. En la pantalla lograba verse aquella nube de pañuelos agitados al viento y a la tripulación, en la cubierta de la nave de guerra, respondiendo con las manos en alto, lanzando besos. Eran imágenes deslavadas, cortadas, pero que de algún modo contenían el espíritu del propio José Bohr, y de su fiel ayudante Radonich −es de justicia nombrar a Radonich, un eterno anónimo–, quienes trajeron, contra viento y marea, el séptimo arte a la isla. Julius ya había visto el film algunos años antes, pero aquella tarde quiso verlo de nuevo. Dos veces. La pantalla le iluminaba los ojos. El hombre se veía más tranquilo que de costumbre. No tenía aquel gesto enérgico, algo nervioso, que mostró siempre al saludar, o incluso mientras permanecía sentado o de pie frente a la bahía, contemplando el oleaje. Esa vez, en ese comienzo de tarde, Julius era una taza de leche acariciando la cabeza de Stasse, que permanecía a su lado, sentada y quieta. Stasse, hija de Ruske y Moggs (Puyehue), nieta de Harry y Helga (Bavaria), bisnieta de Nuk y Bera (Bavaria). Todavía rememoro aquel verso que repetíamos cuando saludábamos a Satasse, que se sentaba como niña buena y levantaba la pata izquierda. Esa perra era un espectáculo. Parecía que entendía todo. Y vivió mucho. Demasiado. Más que un perro normal. Recuerdo haberla visto con Julius desde que llegó hasta que desapareció de Puerto Porvenir, vale decir, cuando ambos desaparecieron. Algunos pibes repetían ese verso como un estribillo cuando se topaban en la calle con ellos. Creo que el propio Julius les enseñaba ese cantito para Stasse. Una especie de villancico. Entonces él les repartía confites.
Reitero: de todos los aniversarios de la llegada de Julius a Tierra del Fuego, el que recuerdo con toda claridad fue este último. Pero no lo hago porque fuera el último, sino por la forma en que terminó la fiesta: con una escandalera en la vía pública.
Todo iba de maravilla. Exhibición de la película en honor a Julius más otros invitados. Luego un intermedio. Mientras unos atendían a la plana mayor de la isla, en el mismo salón de eventos del club, otros preparábamos el comedor para la cena. Todo debía quedar impecable, elegante y brillando. Pero nosotros éramos los mejores. Un equipo. Un escuadrón. Después el festejado y los invitados salieron a dar un paseo por la bahía para respirar aire puro, para fumar en pipa, para contemplar los cisnes de cuello negro, los flamencos rosados que tanto le gustaban a Julius. En sólo cinco minutos preparamos de nuevo el salón, ahora para el concierto. Trasladamos el piano de cola, a pulso, desde la oficina de reuniones que estaba al final del pasillo. Casi se nos cayó el bendito piano. Y nosotros casi nos morimos. Pero logramos llevarlo intacto hasta el proscenio.
Cuando vi al maestro Ignacio Vera Morel, que en ese tiempo no era el famoso Vera Morel del futuro sino solo una promesa de la música chilena, sentí pena por ese muchacho. De verdad. Tenía dieciocho años, pero aparentaba quince o trece. Flaquito y largo, despeinado, sobándose las garritas para quitarse el frío. Se veía que no estaba hecho para estos climas. Quizás toda su extranjería estaba concentrada en sus zapatos rebajados, con suelitas de cuero. Nos miraba y observaba todo como si estuviera viviendo una pesadilla. O no quisiera creerse que estaba allí, pero estaba. Por Dios que estaba. El club lo trajo. El club le pagaba todo, hasta el frío y el crujir de dientes. Pero logró reponerse. Demostró por qué la prensa le llamaba el sucesor de Claudio Arrau, «el segundo piano de Chile», o más en confianza, «el Nachito de Chile».
Por un momento, el concierto fue un milagro. Creo que esa noche aquel larguirucho, con sus manos y sus deditos blancos como la harina, detuvo el viento. No exagero. De verdad que un minuto antes que comenzara el concierto corría un viento fuerte, típico de septiembre, pero apenas el maestro Vera Morel le arrancó la primera nota a ese viejo piano de la Sociedad Explotadora, paró en seco. Fue al unísono. Aquel muchachito de oro nos regaló a Mozart, Beethoven y Wagner entre los más conocidos. También algo de Liszt, Chopin. Un popurrí celestial, por llamarlo así. Fueron dos horas en que nos mantuvo suspendidos en el aire. Algunos de los asistentes no podían sofrenar sus lágrimas. Lloraban en silencio, estáticos en sus asientos, dejando que las lágrimas les empaparan las mejillas, las pecheras. Antes de comenzar el tercer bis, y rompiendo todas las reglas, el propio Julius se puso de pie y fue a saludarle. Stasse también le ofreció su patita izquierda, en medio de los aplausos. Vargas Morel, sorprendido, quizás desbordado por la escena, dudó unos segundos antes de tomarle la pata a la perra, pero finalmente lo hizo. Al finalizar el concierto, el salón estalló en un aplauso atronador, que sostuvo su potencia por más de cinco minutos.
Fue algo apoteósico. No exagero. Tal como no exagero cuando digo que aquella fiesta de aniversario de Julius –la última– habría sido perfecta, sino fuera por la escenita callejera que se despacharon don Antonio Rothenburg y su mujer, doña Iris Kropp. Sobre todo la señora Kropp. Aquel bochorno público hizo olvidar esas dos horas de belleza pura que Ignacio Vera Morel nos brindara a quienes estuvimos esa noche en el club y más allá todavía, porque el concierto se escuchó en todo el pueblo, tal como más tarde se oirían los gritos, los llantos y los insultos.
La culpa fue del alcohol. Había mucho champán y whisky, mucho coñac, mucho vino, que el propio Rothenburg, sus socios y amigos de toda la vida, don Eliecer Mirtovic y don Felipe Samaniego, trajeron desde la Viña Alcántara del valle de Colchagua; el mejor vino de Chile, reserva limitada, tres diamantes. Mientras estuvieron en el comedor, todo fue por buen carril. El festejado, como digo, se veía de excelente ánimo, en paz, rodeado por quienes conformaban su círculo más íntimo. Su famoso «círculo hermético», a saber: los ya mencionados Rothenburg, Samaniego y Mirtovic, más Lorenzo Tesich y Homero Platt. Ellos, junto a sus respectivas esposas e hijos, eran los únicos que tuteaban a Julius y que, en un ámbito privado, le llamaban Linde .
Todo era brindis y aplausos para Julius, el pianista y los organizadores. Sin embargo, el asunto se puso turbio cuando la fiesta se trasladó de nuevo al salón de eventos, ahora preparado para los bajativos, el largo adiós de la noche. El asunto partió con algunos chistes de subido tono que se despachó la señora Kropp. Primero fueron al voleo. Después los disparaba directo a su marido, don Antonio, que disimulaba como podía y que durante algunos minutos logró escabullirse entre la concurrencia. Pero doña Iris ya estaba en órbita y continuaba, ora lanzando insinuaciones acerca del magro rendimiento sexual de don Antonio, ora insinuándose a ciertos varones y señoritos que no podían esquivarla. Era una bomba de tiempo. Es cierto que la señora tenía fama de ser algo ligera de cascos, en especial cuando su marido se ausentaba de la isla por asuntos de negocio y partía por largas temporadas a El Calafate o Comodoro Rivadavia, pero aquella noche nos dejó a todos helados. Al parecer eligió la ocasión, el último aniversario de Julius, para exhibir por todo el salón sus dotes de femme fatale y de humorista. Como era de esperarse hubo reacciones, principalmente de las mujeres, cuyos maridos e incluso hijos púberes −porque doña Iris no respetó adolescencia ni juventud temprana en sus provocaciones– formaron una especie de muro de contención. De frontera infranqueable. Las señoras estaban en pie de guerra. Aun así, doña Iris Kropp no se arredró. Por el contrario, elevó aún más el tono de su numerito. Ahora les llamaba vacas a las señoras que conformaban el muro. Vacas lecheras. Sin sesos, ni hormonas. Y a los hombrones les llamó impotentes. Les llamó eunucos. Y maricones del culo. Usó aquellos términos en reiteradas ocasiones, hasta que la sangre llegó al río. De pronto comenzó un forcejeo cerca de la puerta. Había varias señoras que querían matar a doña Iris. Gritaban que era una puta. Algunos tipos, e incluso damas, se interponían para que el asunto no pasara a mayores, digamos a un linchamiento. Entonces la confusión y la brega fueron en aumento, hasta convertirse en una turbamulta que se desplazaba desde el salón hacia las puertas del club, para finalmente buscar alcanzar la calle. Como se ha dicho, intervenían mujeres y hombres, pero ahora convertidos en un bolo apretado, en movimiento, donde ya se registraban varias caídas de bruces y de espaldas. Caídas espectaculares. También volcamientos de vasos y botellas que producían sus respectivos estruendos. Esquirlas. Puñetazos. Y arañazos. Este bolo logró dar con la calle, con la costanera y continuar hacia el mar por la explanada de la bahía. Allí prosiguió el escándalo. Hubo más trompadas y gritos. Hubo chillidos que parecían querer remontar las olas, llegar a la llanura. Hubo hasta risitas histéricas, incontrolables, despertando al pueblo en horas del descanso reparador.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Será el paraíso»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Será el paraíso» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Será el paraíso» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.