© Rita Giacalone
isbn (impreso): 978-958-760-332-3
isbn (epub): 978-958-760-334-7
isbn (pdf): 978-958-760-333-0
doi: https://doi.org/10.16925/9789587603347
issn Colección Acontecer Mundial
Proceso de arbitraje doble ciego
Recepción: 13 de enero de 2021
Evaluación divulgación: 9 de febrero de 2021
Corrección de autor: 28 de febrero de 2021
Aprobación: 2 de marzo de 2021
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Contenido
Introducción
Capítulo 1 Revisión de enfoques teóricos
Capítulo 2 Tensiones entre Unión Europea, Federación Rusa y Ucrania en la anexión rusa de Crimea
Capítulo 3 Integración (y ¿desintegración?) europea desde el Brexit (salida del Reino Unido de la Unión Europea)
Capítulo 4 Ascenso de China e impacto en sus vecinos de Eurasia, Asia Pacífico y América
Capítulo 5 Estados Unidos después de la crisis financiera: cambios de política exterior y megaproyectos regionales
Capítulo 6 La pandemia de covid-19 como ejercicio de cooperación y conflicto internacional
Capítulo 7 Conclusiones
Referencias
Anexo (mapas)
Introducción
El siglo xxi llegó acompañado de cambios acelerados en política internacional que nos tomaron por sorpresa, porque sacudieron estructuras y profundizaron la búsqueda de poder de grandes actores (y de otros que habíamos olvidado), quienes reactivaron motivaciones tradicionales o desarrollaron algunas nuevas. En conjunto, esos cambios cuestionan actualmente el orden internacional contemporáneo, que se gestó a partir de reacomodos del orden de la segunda posguerra producidos luego de la caída del muro de Berlín y la implosión de la Unión Soviética (1991). En ese clima, el Acuerdo General de Aranceles Aduaneros y Comercio (gatt, en su sigla en inglés) se convirtió en la Organización Mundial de Comercio (omc), surgió la Unión Europea (ue) y hubo cambios cuantitativos y cualitativos en agenda y actores internacionales. Si ellos transformaron la naturaleza del sistema internacional, su interpretación también incorporó dimensiones antes relegadas (religiosas, ambientales, identitarias), reformuladas como instrumentos teóricos para explicar la política internacional.
Los cambios adquirieron dinamismo después de la desaparición del enemigo ideológico y político del orden internacional occidental estructurado en torno a Estados Unidos. Al mismo tiempo, hubo un exceso de confianza acerca de la permanencia de ese orden facilitó visibles demandas insatisfechas de países o grupos de países. A partir de ellas y apoyados en nuevas tecnologías de comunicación, surgieron movimientos transnacionales (redes) con capacidad de afectar el sistema internacional que los había hecho posibles.
En la posguerra fría, el mundo experimentó un proceso de descompresión1 en el que asumieron relieve nuevos actores (como las regiones) y formas de cooperación interestatal y reaparecieron conflictos que habían quedado latentes durante la rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Su reaparición simultánea en los últimos treinta años lleva a percibirlos como procesos divergentes, que se atropellan entre ellos y precipitan sucesos internacionales inesperados. Existe, sin embargo, una línea común, mientras la tecnología facilita nuevos instrumentos de cooperación y conflicto internacional, la lucha por el poder incorpora dimensiones que parecían olvidadas y el poder mismo es ahora difuso y puede ser cuestionado por quienes no lo tienen.
En ese contexto, se vuelve necesario analizar ejemplos de cooperación geoeconómica y conflicto geopolítico en la política internacional del siglo xxi, para mostrar que poder, cooperación y conflicto siguen siendo las bases del sistema internacional en este siglo, pero el primero ha cambiado y los otros dos se buscan por mecanismos nuevos. Por razones de brevedad, el libro se concentra en las relaciones entre grandes actores estatales del sistema por considerar que los cambios en sus relaciones tienen efectos importantes sobre el resto de los países que lo constituyen.
La política internacional se define como el sistema formado por el conjunto de relaciones entre Estados; esta concepción se ha ampliado para incorporar actores no estatales (organizaciones no gubernamentales, partidos políticos, movimientos sociales en torno a problemas globales, etcétera) y enfatizar la interdependencia entre ellos. En esas relaciones predominan intereses e influencias geoeconómicas y geopolíticas o una combinación de ambos, lo que obliga a prestar atención a los procesos que explican su surgimiento, a los actores que participan y a las consecuencias que se derivan de ellos y afectan a otros actores y procesos.
Aunque en política internacional se mantiene la vigencia de analizar los reacomodos de bloques de poder, la transformación de las relaciones estratégicas y la mutación de la economía mundial, esos conceptos se interpretan ahora desde perspectivas más variadas y amplias que las tradicionales. Entre los aportes del campo de las relaciones internacionales, se distingue el cuestionamiento de la visión Estado-céntrica de la política internacional y la aparición de enfoques nuevos (capítulo 1) que muestran la variedad de perspectivas desde las cuales puede entenderse esa política.
Desde la Paz de Westfalia (1648), cada Estado-nación tiene potestad para crear ejércitos, cobrar impuestos e imponer su religión a sus súbditos. En relaciones internacionales, significó que ellos tenían soberanía sobre su territorio, eran iguales y no debían intervenir en asuntos internos de otros Estados, lo cual constituyó un primer intento de ordenar las relaciones interestatales en Europa. Hasta el siglo xviii, la soberanía estatal era potestad del monarca que consideraba el Estado su propiedad privada y asociaba la fortuna estatal a la fortuna de su casa reinante. Desde entonces, los Gobiernos pueden ser impersonales —proceso iniciado en Inglaterra al convertir a la monarquía absoluta en constitucional— y la responsabilidad de ejercer y mantener la soberanía pasa de uno a otro. Los Estados se reconocen mutuamente independientes y jurídicamente iguales, lo cual no impide que luchen entre ellos, porque la igualdad jurídica no implica igualdad en poder económico o político (Giacalone, 2016).
Antes del siglo xviii, la riqueza del Estado derivaba de controlar mercados (monopolio comercial español basado en mercantilismo) o de poseer abundante cantidad de tierra para el cultivo (fisiocracia francesa). Desde la publicación de La riqueza de las naciones (Adam Smith, 1776), el interés propio que aumenta la eficiencia económica pasó a determinar que cada Estado se especialice en aquello que puede hacer mejor (división del trabajo). De esas ideas surgió el liberalismo económico, asociado también a movilidad de capital y trabajo, como también a avances tecnológicos, a partir de interpretar el proceso de intercambio y acumulación generado por las relaciones interestatales.
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