Hugo y sus ganas de ir al baño
Es casi la hora de ir al recreo para Hugo y sus compañeros de clase de cuatro años. Estaba coloreando su ficha cuando, de repente, sintió la necesidad de hacer pipí (cerebro emocional). Ante esa urgencia, Hugo acude a su profesora y le pregunta si puede ir al baño. Ésta, al ver que la hora del recreo está próxima en el tiempo, le dice al niño que espere un poco y se levanta a ayudar a otros niños de la clase. Hugo decide no hacer caso a las indicaciones de su profesora y se va al baño por su cuenta (cerebro cognitivo). La profesora ve que Hugo no le ha hecho caso y decide castigarlo sin recreo por haber desobedecido. Hugo no ha sido capaz de anticiparse a las consecuencias de su conducta de desobediencia, ya que sólo tiene cuatro años y su corteza prefrontal (cerebro ejecutivo) no está desarrollado por completo. La profesora, a la hora de tomar una medida ante la conducta de Hugo, no ha tenido en cuenta que los niños de cuatro años no tienen sus funciones ejecutivas en pleno funcionamiento. Es por ello que Hugo no ha podido prever las consecuencias, ni siquiera ha podido detenerlas; simplemente se fue al baño porque tenía ganas de hacer pipí. La corteza prefrontal es una de las partes del cerebro que más tiempo tarda en madurar: hasta los veinte años alcanza su madurez.
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Entrando en materia: ¿qué es el TDAH?
ASPECTOS INTRODUCTORIOS DEL TDAH
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es un trastorno complejo que implica una serie de síntomas y dificultades que afectan al niño en sus diferentes ámbitos: académico, familiar, emocional, social y conductual. Como bien señala Francisco Xavier Castellanos, psiquiatra y especialista científico a nivel mundial sobre el TDAH, una de las características que tienen en común los TDAH es su gran variabilidad. Aunque algunos síntomas o manifestaciones pueden ser comunes, no existen dos TDAH iguales, como ocurre con otras patologías y enfermedades.
Este trastorno está encuadrado en el DSM-5 como un trastorno del neurodesarrollo o también llamado trastorno del desarrollo neurológico . El DSM-5, como ya comentamos en el primer capítulo, es el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales que redacta la APA (Asociación Estadunidense de Psiquiatría) para la clasificación de las diferentes patologías psiquiátricas.
A lo largo de los últimos años, la categoría diagnóstica de TDAH ha sido utilizada, desgraciadamente, como un cajón de sastre. Muchos niños que manifiestan síntomas de inatención en clase o inquietud en casa, son rápidamente etiquetados como hiperactivos, sin haber realizado una evaluación ni haber tenido en cuenta las causas que provocan dicha manifestación. En otros casos, algunos niños que sufren de hipoacusia o déficits de visión también han sido diagnosticados de TDAH, ya que no se ha hecho una buena evaluación de ellos. Muchas veces se soluciona la dificultad del niño realizándole pruebas auditivas o visuales. Por lo tanto, nos encontramos con una situación en el que existe un evidente sobrediagnóstico del trastorno, así como una evaluación deficitaria e insuficiente por parte de algunos profesionales.
El TDAH es un trastorno crónico, es decir, para toda la vida, aunque en función de la edad del paciente y las demandas del ambiente prevalecerán unos síntomas sobre otros. Dicha manifestación de síntomas también dependerá de la implicación y reeducación del paciente y su familia. Podemos equiparar el TDAH a otras patologías crónicas como son la diabetes o el asma. Estas dificultades son para siempre, aunque se ven significativamente influidas por el modo en que llevemos a cabo el tratamiento.
La experta en TDAH Isabel Orjales, profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y directora de Child Institute, explica que dicho trastorno tiene efecto bola de nieve . Esto quiere decir que si no se controlan o trabajan algunos aspectos del entorno del niño, esto es, los diferentes ámbitos de los que hablábamos antes, dichos efectos perjudiciales influirán en el resto de los ámbitos.
Unos ámbitos influyen en otros, ya que están interrelacionados. De esta manera, un niño que manifieste síntomas de inatención en clase y con el que no se tomen determinadas medidas a nivel escolar, acabará influyendo en otros aspectos de su vida. Por ejemplo, esto desembocará en conflictos con sus padres en casa, ya que no habrá apuntado en su agenda los deberes para el día siguiente ni los exámenes de las próximas semanas. A su vez, este clima tenso en casa hará que a nivel afectivo el niño se sienta desanimado y triste, e influirá en su autoestima. Con lo cual todo forma parte de una espiral.
En el TDAH se habla de tres síntomas nucleares o componentes básicos de este trastorno:
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Déficit de atención : dificultad para prestar atención a los estímulos relevantes del ambiente e inhibir los estímulos que son irrelevantes en un momento determinado.
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Hiperactividad : necesidad de estar en continuo movimiento e imposibilidad para poder controlar dicha conducta hiperactiva. El exceso de movimiento que tienen es una manera de autorregularse de forma no consciente.
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Impulsividad : el niño con TDAH se puede mostrar impulsivo tanto a la hora de pensar ( impulsividad cognitiva ) como a la de hacer las cosas ( impulsividad conductual ).
Éstos son los tres síntomas básicos del trastorno por déficit de atención con hiperactividad, lo que no quiere decir que todos los niños los manifiesten de igual manera y en la misma proporción. Como veremos más adelante, existen tres presentaciones o subtipos que se basan en el predominio de unos u otros síntomas básicos de esta patología.
El TDAH es una alteración estructural, funcional y de conectividad entre las diferentes zonas cerebrales. José Ramón Gamo, director pedagógico del centro CADE (Centro de Atención a la Diversidad Educativa), señala que los niños con TDAH viven en el presente continuo , en el aquí y el ahora. Tienen dificultades para actuar en función de las consecuencias del pasado, y además tienen problemas para planificar y anticipar el futuro. Establece un paralelismo entre el cerebro de los niños con TDAH y el funcionamiento de las nuevas tecnologías. Para él, estos niños tienen una dificultad a nivel hardware, software y wifi :
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Hardware : a nivel anatómico, los niños con TDAH tienen una maduración del neocórtex, y en concreto de la corteza prefrontal, un 30 por ciento menor a su edad cronológica. Se ha comprobado a través de estudios con resonancia magnética funcional que la materia gris del cerebro no es tan gruesa como en el resto de niños.
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Software : los sistemas operativos o programas de la corteza cerebral (concentración, inhibición, autorregulación emocional, perseverancia, etcétera) rinden un 30 por ciento por debajo de la edad del niño.
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Wifi : en el caso de las personas con TDAH, el neurotransmisor dopaminérgico (dopamina) se libera en el cerebro de manera atípica, ya que tanto un exceso como un defecto provocan el mismo efecto. Ambas situaciones son reguladas por la medicación.
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