Vamos a imaginar por un instante que estamos sentados en una silla frente a nuestra computadora portátil. ¿Creen que si notamos algo que nos pica en nuestro trasero no nos levantaríamos para quitarlo? Si tuviéramos frío, ¿nos pondríamos una sudadera o una manta encima? Y si oímos un ruido detrás de nosotros, ¿nos daríamos la vuelta? Todas estas cosas que hemos descrito se podrían dar en un lapso de unos pocos segundos y de la gran mayoría de ellas, por no decir todas, las realizaríamos sin ser conscientes de la decisión que hemos tomado y de que lo estamos haciendo. Si tuviéramos que analizar cada una de estas situaciones y valorar los pros y contras de cada una de las múltiples opciones, nos volveríamos locos.
El córtex cerebral del ser humano está dividido en dos hemisferios y cuatro lóbulos cerebrales que describimos de manera breve:
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Lóbulo occipital . Una de las funciones más importantes de este lóbulo es el análisis de la información visual. Por ejemplo, cuando vemos un objeto sobre una mesa, los ojos son el órgano sensorial encargado de recoger la información sobre las características de dicho objeto (color, altura, ancho, si está en movimiento o no, si es afilado, tamaño, localización espacial, etcétera), mientras que nuestro lóbulo occipital tendría la tarea de reconocer dicho objeto.
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Lóbulo temporal . Aquí están localizados los grandes centros de la audición y el olfato. Además, en el lóbulo temporal izquierdo está el área de Wernicke que tiene relación con la comprensión del lenguaje. A lo largo de la corteza del lóbulo temporal están ubicados diferentes centros del pensamiento.
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Lóbulo parietal . Es el centro encargado de procesar las sensaciones de tacto, presión, temperatura y dolor. También es el centro del cálculo matemático. Por ejemplo, cuando vamos al supermercado a comprar 4 o 5 cosas que nos hacen falta para la cena de esta noche y vamos calculando lo que nos vamos a gastar, tenemos activando nuestro lóbulo parietal.
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Lóbulo frontal . Este lóbulo está localizado en la parte frontal de la cabeza y es el más moderno filogenéticamente hablando. Está íntimamente relacionado con las funciones ejecutivas y hace al ser humano diferente de otras especies animales. En el ser humano, ocupa un tercio del total del cerebro. Todos los mamíferos poseemos lóbulo frontal y corteza prefrontal pero sólo el Homo sapiens sapiens tiene funciones ejecutivas. La principal función del lóbulo frontal en el humano es el desarrollo y coordinación de las funciones ejecutivas. El lóbulo frontal está dividido en dos partes importantes:
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Corteza motora . Está relacionada con la programación y la ejecución de movimientos y conductas voluntarias, como son la escritura y la lectura. En dicha corteza se encuentra el área de Broca, que tiene importantes implicaciones en la producción lingüística.
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Corteza prefrontal . Es la encargada de elaborar el pensamiento, el razonamiento, la abstracción, la toma de decisiones, etcétera. Es la vanguardia de la evolución, la que nos proyecta y abre al futuro. Aquí se localizan las neuronas espejo de las que hablaremos de una manera más detallada en otros capítulos.
En el neocórtex se encuentran las funciones ejecutivas, concretamente en el lóbulo frontal. Gracias a las funciones ejecutivas, el Homo sapiens sapiens puede realizar algunas acciones, operaciones y pensamientos que otros animales no pueden ejecutar. Hablaremos más detenidamente de ellas y de cómo fomentarlas en el capítulo dedicado a ello.
CLASIFICACIÓN FUNCIONAL DEL CEREBRO
Otra clasificación que vamos a desarrollar y que es complementaria a la anterior se basa en la funcionalidad del cerebro. Es una manera más práctica de entender el funcionamiento de nuestro cerebro. Según esta clasificación, dejaríamos a un lado el complejo reptiliano y hablaríamos de:
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Cerebro emocional : como ya hemos comentado, el cerebro emocional tiene como características esenciales el ser rápido, automático y, en muchos puntos, inconsciente. Es el que nos informa de as necesidades básicas que tenemos y de las emociones que experimentamos. Por ejemplo, la necesidad de comer e hidratarse está aquí ubicada, así como las emociones que experimentamos a lo largo del día (alegría, rabia, tristeza, sorpresa, etcétera).
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Cerebro cognitivo : está ubicado principalmente en los lóbulos parietal, temporal y occipital. En estos tres lóbulos se almacena toda la información que disponemos en nuestras memorias.
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Cerebro ejecutivo : este cerebro es el dominante en el ser humano y está ubicado en el lóbulo frontal, concretamente en la corteza prefrontal. Dicha corteza ocupa un tercio del total de la superficie del neocórtex. A pesar de que todos los grandes simios (chimpancés, bonobos, orangutanes, gorilas y seres humanos) poseemos corteza prefrontal, sólo el ser humano dispone de funciones ejecutivas que le permiten proyectarse al futuro. Como comenta Joaquín Fuster, las funciones ejecutivas tienen la característica de ser proyectivas y, por tanto, orientadas al futuro.
¿CÓMO ES EL CEREBRO DE UN NIÑO CON TDAH?
Si comparamos un cerebro de un niño con TDAH con un cerebro de un niño sin esta patología podemos observar que hay diferencias tanto en lo estructural como en lo funcional, es decir, tanto en la forma anatómica del cerebro como en la funcionalidad de sus partes. Los primeros estudios que demuestran que hay diferencias en el volumen cerebral entre los niños con TDAH y niños sin TDAH son los de Xavier Castellanos.
El cerebro de una persona con déficit de atención es diferente del de una persona sin esta problemática. En cuanto al tamaño, suelen ser cerebros más pequeños en comparación con otros niños de su edad, es decir, con un menor volumen cerebral. Esto no quiere decir que sea un cerebro anormal o patológico, sino que es diferente. Para entenderlo, veamos un ejemplo. A través de diferentes pruebas de neuroimagen, se ha visto que existen diferencias anatómicas y de funcionamiento entre el cerebro de un hombre y el de una mujer. Y ¿esto quiere decir que uno sea mejor que otro? No, simplemente que son diferentes, y cada uno tiene su potencialidades.
Los estudios de Philip Shaw, investigador de la rama de psiquiatría infantil del U. S. National Institute of Mental Health (NIMH), del año 2009 han demostrado que el lóbulo frontal y en concreto la corteza prefrontal se desarrollan de una manera más lenta en el caso de los niños con TDAH. Encuentran una inmadurez de tres años aproximadamente en la corteza prefrontal. Por ejemplo, un niño de nueve años tendría un nivel de maduración de un niño de seis años. Dicha corteza es la encargada de la concentración, memoria operativa, organización, etcétera. Los niños con TDAH también presentan un lóbulo temporal más inmaduro que los niños que no tienen esta dificultad. El tamaño del cerebelo suele ser más pequeño en estos niños. Se ha comprobado también que la conexión entre el sistema límbico y la corteza prefrontal en los niños con TDAH no funciona de una manera óptima, lo que hace que ellos suelan tener dificultades con la expresión e inhibición de sus emociones e impulsos.
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