Hasta los años cincuenta, se concebía que estos síntomas eran producto de un claro daño cerebral. Aun así, se vio que había niños que manifestaban esos mismos síntomas pero no habían sufrido ningún daño cerebral evidente. Por esta razón, se pensó que los síntomas de falta de atención, impulsividad, inquietud motora y problemas de memoria eran consecuencia de un daño cerebral ligero, difícilmente perceptible o de una disfunción general. A este conjunto de síntomas de causas aún desconocidas se le denominó daño cerebral mínimo , para posteriormente llamarse disfunción cerebral mínima . Con este concepto, pretendían señalar que la causa de los síntomas tenía que ver con un daño cerebral pero difícilmente perceptible. La comercialización del metilfenidato se produce por primera vez en 1954 con el nombre comercial de Ritalin®.
EL TDAH EN LAS CLASIFICACIONES INTERNACIONALES DE LOS TRASTORNOS MENTALES
A partir de la década de 1950, se le da a este conjunto de síntomas el nombre de síndrome hipercinético . En esta época aún dominan las concepciones conductistas, lo que implica que todos los trastornos y dificultades son concebidos como un problema exclusivamente de conducta y, por tanto, no se atienden los aspectos cognitivos del niño (distracción, nerviosismo, falta de atención, problemas en la memoria, etcétera). En 1952 se publica la primera edición del DSM ( Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders , traducido al español como Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales ). En esta primera edición no se hace mención de este trastorno.
En 1968 aparece por primera vez recogido el TDAH en el DSM-II con el nombre de trastorno hipercinético impulsivo ( hyperkinetic impulse disorder) . El psiquiatra Leon Eisenberg fue clave para que en este año se incluyera el trastorno en el DSM-II y colaboró activamente para que el metilfenidato se administrara a los pacientes que presentaban estos síntomas.
Es a partir de la década de 1970 cuando los aspectos cognitivos y no observables comienzan a adquirir relevancia en la concepción de esta patología. En estos años, hay un creciente interés por los aspectos cognitivos, en contraposición a la etapa conductista que dominó la primera mitad del siglo XX. Gracias al predominio de la escuela cognitiva, se pone el acento en este trastorno en los procesos básicos y superiores afectados: dificultad para mantener la atención, pobre memoria operativa, baja motivación, déficit en el control de impulsos, etcétera. La corriente cognitiva hace hincapié en los procesos no observables (atención, memoria, razonamiento, emociones, etcétera), aspectos que no fueron tomados en cuenta en la etapa conductista.
Virginia Douglas encontró en 1972 que la presentación del síndrome inatento podía ir acompañada o no de hiperactividad. Sus trabajos tuvieron gran influencia en el DSM-III (1980), que permitía distinguir entre estos dos subtipos del síndrome y ponía el foco en las dificultades de atención del niño como la parte definitoria del trastorno, siendo el problema de conducta algo accesorio o secundario. Tanto fue así, que en el DSM-III, la categoría diagnóstica que aparece es el trastorno por déficit de atención (TDA). El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) era una subcategoría del TDA.
Sin embargo, la aparición del DSM-III-R en 1987 elimina esta distinción, quedando recogido el cuadro como trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). En la década de 1980, además, se desarrolla una mayor conciencia del trastorno en la población en general y surgen las primeras asociaciones de padres y madres de niños afectados con TDAH.
En España el metilfenidato comienza a comercializarse en el año 1981 con el nombre comercial de Rubifen®. Uno de los aspectos positivos de este medicamento es su liberación inmediata, lo que implica que sus beneficios se aprecian en el niño al poco tiempo de haberlo tomado.
En 1992 la OMS (Organización Mundial de la Salud) publica la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), en su décima versión, CIE-10, donde se recoge el TDAH como una entidad diagnóstica y con el nombre de trastorno hipercinético .
En 1994, la APA (Asociación Estadunidense de Psiquiatría) publica el DSM-IV, donde aparece el TDAH como categoría diagnóstica dentro de los trastornos de inicio en la infancia, la niñez y la adolescencia. También, junto al TDAH, se encuentran el trastorno disocial y trastorno negativista desafiante. Además del diagnóstico de TDAH, el clínico debe especificar cuál de los tres subtipos predomina en el paciente: inatento, hiperactivo-impulsivo o combinado.
Russell Barkley, uno de los científicos y estudiosos del TDAH de mayor prestigio a nivel mundial, señala que dicha patología no se limita a los síntomas de inatención, impulsividad e hiperactividad. Los niños con diagnóstico de TDAH tienen una dificultad importante en las funciones ejecutivas, localizadas en el lóbulo frontal. Como desarrollaremos más adelante, las funciones ejecutivas son las habilidades de tipo cognitivo que nos permiten alcanzar una determinada meta. Barkley propone otra denominación alternativa al TDAH y es la de trastorno por déficit de autorregulación ( Self-Regulation Deficit Disorder , SRDD).
En mayo de 2013 aparece el DSM-5 en su versión inglesa y un año después se traduce al español. Las diferencias entre el DSM-5 y el DSM-IV no son muy significativas en cuanto al TDAH se refiere, pero se explican de una manera detallada en el capítulo dedicado al diagnóstico de este trastorno.
MITOS SOBRE EL TDAH
Como ya se ha comentado en este capítulo, el TDAH es un trastorno del cual todo el mundo habla. Parece como si estuviera de moda. Educadores, médicos, psicólogos, psiquiatras, periodistas y hasta los políticos hablan del TDAH en los últimos años.
El hecho de que sea una patología que no tiene un marcador biológico ni que se reconozca visualmente ha provocado que exista una serie de mitos en relación con ella. A continuación comentamos algunos de los mitos más frecuentes:
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Los niños con TDAH son inmaduros y vagos . Respecto a la sintomatología, éstos son dos de los adjetivos que reciben los niños con TDAH. Es verdad que los niños con TDAH son inmaduros, ya que se trata de un trastorno en la maduración de su cerebro. De hecho, en el DSM-5, el TDAH está encuadrado dentro de los trastornos del neurodesarrollo. Además, en la etapa adolescente, los comportamientos relativos a su esfuerzo han sido castigados por las sucesivas experiencias de fracaso y esto hace, que a los chicos con TDAH les cueste más estudiar.
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“Mi hijo no tiene déficit de atención porque puede estar horas jugando a los videojuegos .” Como todas las personas, los niños con TDAH pueden estar mucho tiempo haciendo una tarea siempre y cuando sea realmente motivante. Además, también es importante que la tarea tenga un refuerzo inmediato para el niño. En caso de que sea una actividad monótona y aburrida dejan de prestar atención. Lo mismo nos ocurre a los que no tenemos TDAH, con la diferencia de que contamos con una mayor capacidad de perseverancia.
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Juegan más tiempo a los videojuegos que el resto de los niños . Alberto Fernández Jaén, responsable de la Unidad de Neurología Infantil del Hospital Universitario Quirón (Madrid), ha demostrado científicamente que las actividades y el tiempo que dedican a ellas los niños con TDAH en su tiempo de ocio es muy similar al del resto de los niños. Por tanto, no juegan más tiempo a los videojuegos que los demás niños, como comúnmente se piensa.
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