Así mismo, los científicos más cercanos a Darwin empezaban a publicar sus propias opiniones sobre la evolución de la humanidad: Charles Lyell, Thomas Henry Huxley y Alfred Russel Wallace elaboraron cada uno de ellos importantes estudios que desarrollaban diferentes aspectos de la ascendencia humana. En 1863, Charles Lyell publicó Antiquity of Man , donde exponía la historia geológica humana. Hasta entonces, la escasez de artefactos humanos tempranos, como los de sílex trabajados y herramientas, había sugerido que la humanidad era muy reciente en términos geológicos. La suposición común era que los seres humanos solo aparecieron cuando la Tierra llegó a su estado moderno, lo que se suponía que era después del periodo glacial –o para aquellos que creían en el diluvio bíblico, en el momento en que las aguas se retiraron–. Lyell hizo retroceder el origen de los seres humanos más allá de esta línea divisoria acuosa, hacia el pasado geológico profundo. Aunque apenas había restos fósiles humanos que estudiar, fue el primer libro importante después de Origin que sacudió la visión contemporánea de la humanidad.
Evidence as to Man’s Place in Nature , de Thomas Henry Huxley, se publicó unas semanas después del libro de Lyell. Huxley no adoptó totalmente las ideas de Darwin, pero defendió con entusiasmo el derecho de este a proponer explicaciones naturalistas del mundo viviente. En este breve y polémico libro, demostró que la humanidad debe, por motivos biológicos, ser clasificada con los simios. Los lectores comprendieron este punto, pero no necesariamente lo aceptaron. Un crítico observó secamente: «Todavía no estamos obligados a ir a cuatro patas con el profesor Huxley».
Poco después llegó Alfred Russel Wallace, que había formulado de forma independiente el principio de la evolución por selección natural. En la década de 1860, Wallace escribió dos artículos convincentes sobre la evolución humana. En el primero, sostenía que la selección natural era la fuerza principal en la transformación de los simios en personas. En el segundo artículo, publicado en 1869 en la revista Quarterly Review , dio marcha atrás y declaró que la selección natural parecía insuficiente para explicar el origen de las extraordinarias capacidades mentales de la humanidad. Estaba de acuerdo con Darwin en que la selección natural empujó a nuestros ancestros simios al umbral de la humanidad, pero dedujo que en ese momento la evolución física se detuvo y el poder de la mente humana tomó el relevo. Esta siguió avanzando, argumentaba, a medida que los imperativos culturales cambiaban y se desarrollaban.
Darwin quedó muy sorprendido. «Espero que no haya asesinado del todo al hijo suyo y mío», exclamó sorprendido a Wallace. 3 Fue en parte la alarma de ver el artículo de Wallace lo que le animó a expresar íntegramente sus propias opiniones en Descent . No podía estar de acuerdo con Wallace en que una fuerza externa –Wallace creía que era un poder espiritual– nos había convertido en lo que somos.
Tal vez parecía haber llegado el momento de finalizar su investigación sobre la humanidad y hacerla pública. Había acumulado un gran archivo de información desde su viaje en el Beagle. Además, ahora podía recurrir a las investigaciones de destacados anatomistas y antropólogos favorables a una visión secular y biológica de la humanidad, como Ernst Haeckel, Pierre Paul Broca, Jean Louis Armand de Quatrefages, Édouard Claparède y Carl Vogt, y podía consultar a colegas científicos como Francis Galton, John Lubbock y Edward B. Tylor. Su inmensa red de corresponsales –generada durante los años de Origin – pudo ayudar a localizar especialistas que le guiaran en áreas relativamente desconocidas, como los probables inicios del lenguaje humano. Al final del proceso, incluso pidió a su hija Henrietta, de 28 años, que actuara como correctora editorial, corrigiendo sus errores gramaticales y ayudando a la claridad del texto. Pronto Darwin reunió tanto material que se sintió obligado a reservar parte de él para otro libro. Este material adicional se refería a la expresión de las emociones en los animales y los seres humanos, y se publicó en 1872, un año después que Descent , con el título de The Expression of the Emotions in Man and Animals . Estos dos libros constituyen los análisis más importantes de Darwin sobre la evolución y la biología de la humanidad.
EL LIBRO DESCENT OF MAN
A su manera, Descent puede considerarse como la mitad que le faltaba a Origin . Fue escrito con el mismo estilo personal que Origin , con la misma claridad, la misma modestia cortés, los mismos montones inagotables de pruebas y el mismo racionalismo explícito. Y aunque el formato parece ahora arcaico; la información, decididamente anticuada, y los puntos de vista sociales, pasados de moda, los argumentos centrales han conservado su poder para inspirar y estimular. Hay atisbos fascinantes de la comprensión de Darwin sobre la base biológica de las jerarquías raciales victorianas y las relaciones de género. El término «evolución», utilizado por primera vez en su sentido moderno, aparece en la página 2 del volumen 1. Darwin también utilizó la expresión «supervivencia del más adaptado», que adoptó de Herbert Spencer en 1868. Hay que reconocer que el contenido de Descent es mucho más complejo de entender que los argumentos de Origin . No obstante, el primero es una publicación excepcional que marca un hito en la historia de la humanidad y que proporciona una gran visión de la profundidad y la escala de la revolución del pensamiento generada por la teoría evolutiva.
El libro se imprimió en dos volúmenes y fue publicado por John Murray, la empresa londinense que había editado antes Origin . Se publicaron 2.500 ejemplares en las primeras semanas de 1871 (Freeman, 1977). Ese mismo año aparecieron otras tres tiradas, con lo que el número de ejemplares disponibles para los lectores ascendió a 8.000. Darwin introdujo pequeños cambios en el texto en cada reimpresión. Para los bibliófilos, hay algunas variantes interesantes. El propio ejemplar de Darwin, por ejemplo, estaba listo en diciembre de 1870 y tiene esa fecha impresa en su portada. En 1874 se publicó una segunda edición con correcciones y enmiendas. En 1877, los editores ingleses declararon haber publicado un total de 11.000 ejemplares. La empresa estadounidense D. Appleton and Co. publicó simultáneamente Descent en Nueva York en 1871, e igualó las ediciones inglesas. En Europa, la guerra franco-prusiana parecía entorpecer cualquier perspectiva de ediciones y traducciones en lenguas extranjeras; sin embargo, sorprendentemente en vista de la situación política, especialmente durante el asedio de París y los terribles acontecimientos en torno a la Comuna, el libro de Darwin fue traducido al neerlandés, francés, alemán, ruso e italiano en 1871, y al sueco, polaco y danés poco después, lo que evidencia la fortaleza de los colegas europeos de Darwin y el interés general por los asuntos evolutivos.
El texto era extenso y, a ojos actuales, serpenteante y verboso. Estaba dividido en dos partes. En la primera, Darwin quiso relacionar a animales y seres humanos lo más estrechamente posible. Comenzó describiendo los numerosos rasgos anatómicos incontrovertiblemente comunes a ambos. Luego dio paso a las facultades mentales, afirmando con decisión que «no existe diferencia fundamental entre el hombre y los mamíferos superiores en sus facultades mentales» (Darwin, 1871, vol. 1: 35). Después presentó observaciones sobre la cognición animal, desde caballos que conocían el camino a casa hasta hormigas que defendían su propiedad, chimpancés que utilizaban ramitas como herramientas, pájaros jardineros que admiraban la belleza de sus nidos y gatos y perros caseros que aparentemente soñaban con conejos mientras dormían. El carácter doméstico de las observaciones de Darwin en este ámbito, las grandes dosis de antropomorfismo voluntario, inspiraron a Frances Power Cobbe a llamarlas «estos cuentos de hadas de la ciencia» en una reseña publicada en 1872. Estas anécdotas sobre la actividad mental de los animales probablemente sirvieron para ablandar a los lectores antes de enfrentarse al choque de ver a los simios en su árbol genealógico.
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