En cierto sentido, el presente estudio abre un abanico muy amplio. Las mujeres que se presentan aquí provenían de diversos ambientes, y representan distintos matices del espectro político, no sólo de izquierda a derecha, sino también según el grado de compromiso, desde las activistas políticas apasionadas a las que tenían prioridades distintas, como las cuáqueras. Ya se han realizado estudios más profundos sobre el papel de las mujeres en el seno de las organizaciones políticas en la década de los treinta, pero existe en la actualidad la conciencia de que es necesario ampliar la descripción de la participación política para incluir las áreas en que las mujeres son típicamente más activas. [21]Por tanto, este estudio conecta con otras investigaciones en esas áreas de alta participación de las mujeres, por ejemplo, grupos locales y comunitarios, proyectos de autoayuda, protestas, movimientos reformistas y revoluciones. [22]No sólo se ha demostrado que la descripción de la participación política debe ser más exhaustiva, también se defiende un replanteamiento a fondo. La división tradicional entre lo que es una respuesta «política», en oposición a una respuesta «moral», ha conducido con frecuencia a interpretaciones poco convincentes sobre el alcance del compromiso de las mujeres en política. [23]¿Por qué, por poner un ejemplo, se considera la guerra una actividad «política» y, en cambio, el rechazo a la guerra se define como una cuestión de «principio moral»? [24]Estas definiciones fueron, en sí mismas, reflexiones desde una óptica política específica. En cuanto a una definición más amplia, podría considerarse que muchas de las mujeres que aparecen en esta investigación tenían intereses profundamente políticos, y las características distintivas de dicha implicación forman un tema recurrente a lo largo de los capítulos. El capítulo 1 pretende entender las influencias que inspiraron la participación de las mujeres. El capítulo 2 se ocupa de las que trabajaron en las numerosas campañas en Gran Bretaña, y el capítulo 3, de aquellas que lo hicieron en España, sobre todo en equipos sanitarios y organizaciones humanitarias. El capítulo 4 analiza la comunicación de las opiniones y sentimientos respecto a la guerra que las mujeres mantuvieron con otros grupos. El capítulo 5 se centra en la repercusión de la guerra, tanto en las vidas como en los recuerdos de este grupo de mujeres. El capítulo 6 evalúa lo aprendido en este trabajo y anticipa futuras áreas de investigación.
La decisión de centrarlo en las mujeres se tomó tras una profunda reflexión, y no adoptar un enfoque claramente de «género». El empleo del género como mecanismo para el análisis histórico en cierta manera sigue siendo problemático, aunque la investigación dedicada a estos temas ha sido decisiva para comprender mejor el papel de hombres y mujeres en la guerra. [25]Pero reconocer la importancia de los estudios de género en un contexto histórico no elude la necesidad de analizar el papel de las mujeres en áreas que hasta ahora se han pasado por alto o ignorado. Este estudio pretende colocar a las mujeres en el cuadro histórico de la respuesta británica a la guerra de España y, al tiempo, plantear la oportunidad de investigar, al menos, algunas de las formas en las que el género se relaciona con este tema. Quizá se llegará a ese momento cuando un análisis histórico regenerado incluya a las mujeres, pero es poco probable que dicho objetivo se alcance en breve. Mientras tanto, como ya han señalado otros, no se puede perder de vista el objetivo de «dar la voz» a las experiencias del pasado de las mujeres, porque «hacerlo sería aceptar que el conocimiento científico se estructura de manera que sus epistemologías sistemáticamente marginan o excluyen a las mujeres». [26]Entender el pasado con más profundidad y amplitud se puede lograr mediante el aprovechamiento creativo de fuentes diversas y una combinación de metodologías, cada una de las cuales puede ofrecer perspectivas diferentes. A las técnicas para el análisis en el campo de la historia se suman la sociología, la crítica literaria, las artes visuales, los estudios de los medios de comunicación y la psicología. Todo el material relativo a la participación de las mujeres en la Guerra Civil Española ha sido de gran valor para este trabajo, no únicamente los archivos tradicionales, como las actas de las reuniones de comité, sino también la literatura y la poesía, cuadros y fotografías, y diferentes formas de narraciones orales y escritas. Las fuentes siempre tienen limitaciones intrínsecas y se pueden cuestionar algunos aspectos de su validez, pero los debates más intensos han tenido lugar en el campo de la historia oral. Este estudio recurre, de manera significativa, a un número considerable de entrevistas, y hace un uso exhaustivo de los testimonios personales, tales como autobiografías y memorias. [27]Dada la importancia de este tipo de testimonios en el presente estudio, en el apéndice II se apuntan algunas cuestiones que surgen con referencia a su utilización, junto con un resumen del contexto en el que se llevaron a cabo las entrevistas, durante el desarrollo de la investigación.
Al centrarse en testimonios personales, el presente estudio se alinea con los que incluyen el factor «emocional» en el análisis histórico. Otros han observado que el feminismo y la historia oral convergían en el desarrollo de la metodología y la interpretación, y que «ambos reconocían de inmediato los sentimientos personales como un punto importante de la investigación...». [28]
En la búsqueda de la objetividad, con frecuencia se han pasado por alto las emociones al escribir la historia, pero aquí ocupan su lugar como un aspecto importante de la vida de estas mujeres.
Uno de los objetivos fundamentales de este trabajo es transmitir una percepción de las personalidades de estas mujeres como individuos. Los perfiles se incluyen para familiarizar al lector con algunas de las mujeres que aparecen con frecuencia en estas páginas. [29]Más que resumir sus palabras, se ha recurrido a las citas tanto como ha sido posible, con el convencimiento de que la personalidad se transmitiría mejor, hasta cierto punto, a través del estilo narrativo. Entre los historiadores se generaliza la idea de que los relatos personales van dirigidos a un «público», y que se establece una interacción significativa entre público y narrador. En vista de ello, existe ahora, en las investigaciones de historia oral, la tendencia a incluir información sobre los que han realizado las entrevistas. [30]Los historiadores pueden decidir que, dado que la objetividad total es una meta imposible, es preferible reconocer la importancia de su papel en toda su dimensión. En general, ya se admite la propuesta de que la intersubjetividad reemplace al mito de la objetividad en la historia. La historia no nos llega sin intermediario, y los historiadores, más que ser meros realistas, son en efecto creadores de mitos. [31]
Al escribir sobre estas mujeres y sobre los acontecimientos en los que yo también participé, como el regreso de los brigadistas a España, con el que he comenzado el capítulo, me he visto colaborando, inevitablemente, en el proceso de dar forma a los recuerdos del pasado. Como historiadora, tomo parte en el proceso de creación de mitos, no inventando falsedades, sino seleccionando algunos detalles y descartando otros, a fin de producir una narración de experiencias pasadas. Lo que los historiadores han definido como mitologización, o dar forma de leyenda a sucesos del pasado, se ha convertido en materia de estudio. [32]hay pocas leyendas que proporcionen un contexto apropiado en el que analizar a las mujeres que se presentan en esta investigación, pero, al compartir sus recuerdos entre ellas y con el público en general, estas mujeres hicieron una contribución importante a la «memoria colectiva» de la guerra. [33]
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