Durante los primeros meses de la guerra, estas diferencias fundamentales de actitud se reflejaban en el contraste entre las representaciones ideológicas y simbólicas de las mujeres. Mientras Franco se oponía a las fuerzas de la «anti-España», con el brazo incorrupto de Santa Teresa de Ávila a su lado y abundancia de iconografía religiosa de la Virgen y de las santas, la lucha del pueblo de la República contra el fascismo se expresaba con imágenes de mujeres y jóvenes armadas combatiendo al lado de los hombres. [7]Esta participación espontánea de las mujeres en los primeros días ayudó a evitar el triunfo inmediato del alzamiento militar. Después, en algunas zonas, se unieron a los hombres en el frente a medida que las líneas de combate retrocedían. Durante ese breve período, cuando los diferentes grupos milicianos formaban el núcleo de la resistencia organizada contra las tropas rebeldes, la miliciana se convirtió en un icono de la lucha contra el fascismo. La provocación que suponía la imagen de ese puñado de mujeres para el estereotipo tradicional de género no podía ser mayor. Vestidas con monos, la ropa de una pieza de los obreros, y con el fusil al hombro, aparecían en fotografías de prensa y en carteles, guiando a los hombres a la batalla. Aunque, hacia el mes de septiembre, los eslóganes ya habían cambiado a «hombres al frente de guerra, mujeres al frente del hogar». [8]El ardor militar, tan bien acogido en un primer momento, se menospreció, y aunque algunas milicianas protestaron por su retirada, hubo escasas críticas populares en su favor. [9]
Mientras tanto, en lo que llegó a denominarse la España nacionalista, las mujeres que apoyaban a Franco no cuestionaban de igual modo el concepto de subordinación a los hombres. Sin embargo, la guerra sí que supuso un avance hacia un papel más público de la mujer, a pesar de que la movilización se ciñó a los estrictos parámetros del nacional catolicismo. Pilar Primo de Rivera, al frente de la sección femenina del Partido fascista Español, manifestó en repetidas ocasiones que las mujeres debían limitarse a la esfera doméstica, y en una concentración en homenaje a franco, en mayo de 1939, proclamó que «la única misión que tienen asignada las mujeres en la tarea de la patria es el hogar». Es evidente que hay una profunda paradoja en el hecho de que una mujer que había alcanzado un papel tan destacado en un movimiento político pronunciara estas palabras en una multitudinaria concentración pública. [10]Además, la imagen tradicional de la domesticidad femenina que promovía contrastaba con la realidad de miles de mujeres jóvenes del Auxilio Social, que viajaban en camionetas distribuyendo alimentos detrás de las líneas del frente, en las zonas que se iban «liberando», lejos del ambiente doméstico. Pero para las mujeres que habían acogido con ilusión la posibilidad de igualdad en la educación y el trabajo que había propuesto la República, el victorioso avance de Franco anunciaba un período de restricciones severas y suprimió de golpe la visión fugaz de horizontes más amplios. Para miles de mujeres que lo habían combatido, la derrota supuso la pena de muerte, la prisión o años de exilio. [11]
0.4 Miliciana en Madrid.
En Gran Bretaña, la reacción a la guerra reflejó múltiples facetas de la política de mediados de los años treinta y dio forma a los asuntos más controvertidos. El Gobierno Nacional, una coalición conservadora que había llegado al poder en 1931, proporcionaba el grado de estabilidad que deseaba una parte sustancial de la población. Se mantenía una política de transigencia hacia Mussolini y hitler. Para evitar posibles enfrentamientos en el caso español, en agosto de 1936, Gran Bretaña apoyó la aplicación de un pacto de no intervención que rechazaba el derecho del Gobierno español a comprar armas según la legalidad internacional. [12]El Gobierno británico continuó con su política de inacción incluso cuando se encontró ante la intervención generalizada de Italia y Alemania en España, y mantuvo lo que llegó a considerarse una política de «paz a cualquier precio» con los dicta dores. ¿Reflejaba dicha política la actitud de la mayoría del pueblo británico respecto a España? Randolph ChurcHill se mostró rotundo al sentenciar que el punto de vista de la mayoría era de indiferencia, y afirmó: «Un grupo de católicos exaltados y de socialistas vehementes creen que esta guerra importa, pero, para el pueblo en general, sólo son un montón de “sudacas” que se matan entre ellos». [13]En cambio, las encuestas no confirmaron su valoración. En enero de 1937, por ejemplo, cuando se preguntó a los ciudadanos si estarían a favor de reconocer a la Junta de Franco como Gobierno español legítimo, sólo el 6% de los encuestados no expresó opinión alguna, y, del resto, el 86% se declaró contra la propuesta. [14]
El pueblo británico se implicó en la guerra de España a muchos niveles, pero la muestra de apoyo a la República más enérgica y activa la dio la participación en las Brigadas Internacionales. Incluso antes de que la Internacional Comunista iniciara el reclutamiento para las brigadas, los voluntarios llegaban a España de todas las partes del mundo, algunos ya eran refugiados que habían combatido el nazismo y el fascismo en sus países respectivos. Unos 2.400 voluntarios de las Brigadas eran británicos, quizá la mitad eran miembros del Partido Comunista. Al contrario de lo que cuenta la mitología popular, la mayoría no eran escritores e intelectuales, ni tampoco abundaban los parados que sólo pretendían escapar del desaliento de las colas del paro, ni judíos militantes en lucha contra el antisemitismo. [15]Su origen era diverso, aunque muchos eran de clase trabajadora y, junto con los de otros países, compartían el convencimiento de la importancia vital de combatir el fascismo. Las brigadas desempeñaron un papel decisivo en la batalla por defender Madrid y después combatieron en muchas otras campañas, hasta que las retiraron de la acción el mes de octubre de 1938. [16]Sin embargo, dado que las Brigadas fueron una pequeña parte del ejército republicano, su contribución reside en el efecto formidable que tuvieron en la moral, como símbolo de solidaridad internacional, más que en su influencia militar, exclusivamente.
Los historiadores de la guerra española han llevado a cabo una ingente investigación de las relaciones diplomáticas y económicas entre España y Gran Bretaña, y de la opinión política británica, sobre todo la del Partido Laborista y los sindicatos. [17]Aun así, los historiadores del período de entreguerras no suelen hacer mención de la respuesta del pueblo británico a la guerra española, destacable sobre todo por el gran alcance de las campañas de Aid Spain (Auxilio a España) en apoyo al pueblo de la República. Aunque en algunos estudios se muestran ciertos aspectos de las campañas, el único libro que se centra específicamente en ese tema es The Signal Was Spain: The Aid Spain Movement in Britain 1936-39, de Jim Fyrth. [18]Además de la información sobre la organización de grupos nacionales y locales, el libro ofrece datos del trabajo realizado por numerosas personas. La investigación revela enseguida la extensa participación de las mujeres en las campañas. Observó que muchas de las figuras destacadas fueron mujeres
y que éstas, junto con las que fueron a España con los servicios médicos y de asistencia y otras que formaron parte de los comités locales, dirigieron hogares infantiles y organizaron recolectas de alimentos, habían quedado «ocultas incluso para la historia feminista». [19]Para comenzar a rectificar esta situación, el mismo autor fue coeditor, junto con Rally Alexander, de Women’s Voices from the Spanish Civil War, una colección de fragmentos de memorias, cartas y transcripciones de entrevistas. [20]En cualquier caso, es necesario profundizar en el análisis con el fin de entender la participación de las mujeres en un fenómeno que se ha ignorado en gran medida, quizá olvidado por el impacto en la memoria popular de la Segunda Guerra Mundial, que vino inmediatamente después, o marginado debido a las dificultades para valorar un movimiento unido más en espíritu que como fuerza cohesionada en lo político.
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