3En el sentido irónico propuesto por Piergiorgio Odifreddi de «no perteneciente». El significado original del siglo XIX se ha transformado con el uso en «descarado».
4Es el caso, por ejemplo, del volumen de D. Palumbo, Dalla parte dei bambini. La rivoluzione di Maria Montessori , San Dorligo della Valle, Edizioni EL, 2005, que por desgracia ha resultado una oportunidad fallida: destinado a los jóvenes, tiene un título atractivo, pero contenidos decididamente decepcionantes. De hecho, la autora se decide por introducirnos en historias ficticias que se abandonan a asombrosos anacronismos, como el así llamado viaje llevado a cabo por Maria a la Patagonia en compañía de Itard, muerto –como es conocido– en 1838, más de treinta años antes de que Montessori naciese. Interpretaciones no menos discutibles se encuentran en autoras como Marjan Schwegman y Paola Giovetti.
5Gracias al impulso, sobre todo, del inteligente trabajo llevado a cabo por Giuseppe Marangon, ya presidente de la Gonzagarredi.
6Una investigación que ha tenido mucha resonancia, incluso en la prensa italiana, es la de la psicóloga Angeline Lillard, de la Universidad de Virginia, y de Nicole Else-Quest, de la Universidad de Wisconsin, aparecida en la revista Science en septiembre de 2006. Este trabajo ha constatado, validado por elementos de control fiables, mayor creatividad, capacidad de integración social y velocidad de aprendizaje en niños y jóvenes de escuelas Montessori americanas.
Recuerdos de infancia y de familia
El año 1870 es un momento de grandes cambios en todo el mundo: en Europa resuena la guerra franco-prusiana que llevará a la caída de Napoleón III y a la restauración de la república en Francia; en Austria y en Inglaterra se aprueban leyes para la laicización del Estado, en el primer caso con la introducción del matrimonio civil y en el segundo con el nacimiento de las escuelas comunales, en las que se abole cualquier instrucción religiosa; en Estados Unidos el Congreso aprueba la XV enmienda, sobre la base de la cual el derecho de voto no puede ser negado por motivos de raza o de color de piel. En lo que respecta a Italia, las tropas entran en Roma a través de la brecha de Porta Pia y ponen fin al poder temporal de los papas. Pío IX, el último papa rey, no opone resistencia militar, deja el Quirinal y se refugia en el Vaticano. El 2 de octubre, mediante un plebiscito, la ciudad es proclamada capital.
En 1870, las Marcas –la región en la que empieza nuestra historia– forman parte del Reino de Italia desde hace ya una década, pero los grandes acontecimientos políticos apenas rozan la vida de las tranquilas localidades de la provincia, como Chiaravalle, pequeña ciudad a pocos kilómetros de Ancona. Allí, el 3 de agosto de aquel año, nace la primera y única hija de Renilde Stoppani y Alessandro Montessori. Tres días después será bautizada en la iglesia de Santa Maria in Castagnola –la simple, harmoniosa abadía que se remonta al siglo XII – con los nombres Maria Tecla Artemisia, los dos últimos heredados de las abuelas.
Es el padre quien lo cuenta en las breves «noticias sobre el nacimiento y desarrollo físico e intelectual» de la hija, escritas por él mismo muchos años después. Son simples folios escritos con una caligrafía nítida, inclinada, como era habitual entonces. 1Por él sabemos que, a pesar de un esfuerzo largo y difícil, asistido por la «matrona y otras mujeres conocidas», la recién nacida presenta un «aspecto de robustez y salud».
Alessandro, originario de Ferrara, había podido estudiar en tiempos de atraso y de pobreza inimaginables, convirtiéndose primero en empleado de oficina en las salinas de Comacchio y después en inspector en el sector del tabaco para el Ministerio de Finanzas del nuevo Estado unitario. En los años de juventud había participado en las campañas del Risorgimento, experiencia que marcó su pensamiento y su estilo de vida. A mediados de los años sesenta fue enviado a Chiaravalle en labores de intendencia. En la zona agrícola circundante, además de olivos, viñas y grano, se cultivaba tabaco, y había una o puede que más fábricas que se dedicaban a su recogida, secado de las hojas y preparación de los productos para fumar. Fue en esta pequeña ciudad donde Alessandro –bigote negro y expresión decidida, como nos muestra un viejo daguerrotipo– encuentra a Renilde Stoppani, originaria de Monsanvito, 2pueblecito a cinco kilómetros de Chiaravalle, donde el padre de ella, Raffaele, poseía probablemente algunos terrenos.
Vivaz, graciosa, de altura media –cualidad rara entre las mujeres de ambiente campesino–, lectora apasionada, Renilde comparte con su marido una cierta obediencia católica y, al mismo tiempo, aquella sintonía con los ideales resurgimentales que ya revelaba una discreta autonomía de pensamiento. Juntos formarán una familia modesta pero decorosa, no carente de aspiraciones culturales.
Renilde tenía un apellido importante, el mismo del célebre abad Antonio Stoppani, uno de los más brillantes estudiosos de su época, hoy considerado el padre de la geología italiana: paleontólogo, conocedor de los Alpes (fue uno de los fundadores del CAI), en particular del territorio de Brianza y Lecco. Nacido en Lecco el 15 de agosto de 1824, Stoppani ingresó en el Instituto de la Caridad, la congregación religiosa fundada por Antonio Rosmini, y se convirtió en sacerdote en 1848. Esta elección no le impidió participar junto con otros clérigos, a pocos meses de su ordenación, en las Cinco Jornadas de Milán. En aquella ocasión proyectó globos inflados con aire caliente, de hecho, pequeños globos que, lanzados desde la ciudad, atravesaban las líneas enemigas llevando noticias de la insurrección a la campiña lombarda e incitando a la población rural a sublevarse. En 1861 ya era docente en la Universidad de Pavía y en el Politécnico de Milán. Durante nueve años, desde 1883 hasta su muerte –acaecida el día de Año Nuevo de 1891–, fue director del Museo Cívico de Historia Natural de la capital lombarda, ubicado en las estancias del Palacio Dugnani, un histórico edificio situado en el centro de los jardines públicos de corso Venezia. Escribió muchísimo: obras científicas (reelaboraciones de cursos de geología que impartía en la universidad y cuatro volúmenes de paleontología escritos en francés para difundir también en el extranjero sus estudios) y varios textos divulgativos. Entre ellos, el más conocido es sin duda Il bel paese. Conversazione sulle bellezze naturali, la geología e la geografía física d’Italia (1876), que evoca en el título la sugerente expresión usada por Dante y Petrarca. El libro, destinado a los jóvenes, tuvo un éxito inmediato y le supuso una gran notoriedad que traspasó los reducidos círculos científicos, lo que dio popularidad a su nombre entre las familias y en las escuelas. Profundamente religioso, Stoppani mantuvo los fundamentos de una investigación libre y desvinculada de apriorismos confesionales, cuyos logros no amenazaban la credibilidad de las Sagradas Escrituras en el orden espiritual que les correspondía. Así nacieron Il dogma e le scienze positive (1882), Gli intransigenti (1886) y el denso Sulla Cosmogonia mosaica , publicado en 1887 con imprimátur regular. No cita las teorías darwinianas, decididamente demasiado alejadas de su horizonte de pensamiento, pero en sus libros aparecen los nombres de Galileo, Newton o Cuvier, ciertamente poco gratos para los sombríos custodios de la ortodoxia católica.
El equilibrio demostrado a la hora de afrontar la espinosa cuestión de la relación entre ciencia y fe le valió la estima de León XIII, quien, en marzo de 1879, lo recibió en audiencia privada para agradecerle los volúmenes con los que el abad le había rendido homenaje. En aquella ocasión el pontífice le dio una medalla de oro conmemorativa de su pontificado 3y le confió que había leído con particular interés La purezza del mare e dell’atmosfera fin dai primordi del mondo animato , 4obra considerada como «una de las más bellas […] que salieron de la mágica pluma de Antonio Stoppani». 5Es un texto de 1875, todavía muy placentero, que combina hábilmente rigor científico y actitud divulgativa y formula hipótesis que la ciencia moderna ha demostrado completamente. Este libro fascinará a Maria Montessori, como se lee en su Antropología pedagógica . Corregirá algunos conceptos en De la infancia a la adolescencia y en Cómo educar el potencial humano (ambos publicados en Italia en 1970), que presentan innovadoras propuestas didácticas para introducir a los jóvenes de la segunda infancia en una visión global ( cósmica ) del planeta. Describe las fuerzas destructoras y constructoras que lo atraviesan y también el papel de la biosfera, la función de cada especie vegetal y animal a partir de su estructura corpórea, la capacidad de adaptación a los ambientes más diversos, el cuidado de la prole y la importancia de las cadenas alimentarias para el mantenimiento del equilibrio general.
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