En segundo lugar, la perspectiva de la sociología de las artes francesa, enmarcada en un programa de investigación sobre la educación, el consumo cultural y la estructuración social, encabezado por Pierre Bourdieu, pero en el que participan destacados sociólogos como Jean Claude Chamboredon, Jean-Claude Passeron, Luc Boltanski, Claude Grignon, Monique de Saint-Martin e Yvette Delsaut. Al libro seminal de La distinction: critique sociale du jugement (1979), que plantea el análisis del consumo cultural como campo de lucha simbólica y de diferenciación de grupos sociales, debemos añadir las aportaciones aparecidas en Actes de la recherche en Sciences sociales , que marcarán profundamente la forma de analizar las artes con la noción de campo artístico. Esta primera generación convirtió la sociología de la cultura y las artes en un elemento central para comprender la creación de identidades sociales y estilos de vida en la sociedad contemporánea. Luego se añadieron otros autores centrados en los medios de comunicación, como Patrick Champagne, o en la sociología del consumo cultural, bien desde posiciones bourdinianas, como Gérard Mauger, o bien desde posiciones más heterodoxas, como las de Bernard Lahire.
Sin embargo, de forma paralela a esta escuela de corte más estructuralista –y desde una posición crítica a sus análisis de corte externo y de tendencia determinista–, surgió otra más orientada a la sociología de las profesiones artísticas fundada por la socióloga Raymonde Moulin. En un primer momento, esta corriente se centró en las artes visuales, con obras como Le marché de la peinture en France (1962), seguida de diversos trabajos que actualizan esta perspectiva e inciden en la importancia de la política cultural o la globalización artística. Con una aproximación empírica más abierta al mercado y la dimensión profesional del mundo del arte, encaja con la lógica de la sociología interaccionista desarrollada por el sociólogo estadounidense Howard Becker en su influyente libro The Art Worlds (1984). Así, en el Centre de Sociologie des Arts de la École des Hautes Études en Sciences Sociales fundado por Moulin, destaca la figura de Pierre-Michel Menger, que la sucedió en la dirección del centro. Autores como Menger impulsan un marco de análisis de las profesiones artísticas donde el estudio de la creatividad y sus bases sociales se combina con análisis de la influencia de factores socioeconómicos y de marcos de interacción de la trayectoria artística.
Y, en tercer lugar, es necesario aludir a la situación de la sociología de la cultura en España. El desarrollo de esta ha sido más lento que en otros países. La Guerra Civil y el Franquismo frenaron el desarrollo del pensamiento sociológico, y la primera generación que retomó esta tarea en los años sesenta y setenta, generalmente después de realizar estudios en Estados Unidos, no se centró en el análisis de la esfera cultural. Sin duda, algunos autores hicieron referencias puntuales a los fenómenos culturales, por ejemplo, Salvador Giner en La sociedad masa (1979) o Amando de Miguel con El poder de la palabra (1978), pero el interés central de la generación de sociólogos de la Transición se centró en las esferas política y económica (en un momento de gran influencia de la sociología marxista). Dadas las circunstancias históricas, no es sorprendente que la sociología de la cultura tuviera un papel secundario.
Realmente, hay que esperar hasta los años noventa para que empiece a articularse un espacio de investigación relevante sobre la sociología de la cultura. En esta década se publican libros importantes que introducen los debates internacionales sobre esta, tanto anglosajones como franceses. Los primeros aparecen en obras como La sociología de la cultura: la constitución simbólica de la sociedad (1997), de Antonio Ariño, y Cultura y modernidad: seducciones y desengaños de la cultura moderna (1999), de Josep Picó. Ambas obras inciden en algunos debates ya conocidos en el ámbito español, como por ejemplo la teoría de la industria cultural de la Escuela de Frankfurt (trabajado a fondo por Blanca Muñoz en Teoría de la pseudo-cultura [1995]), pero también introducen otros debates más novedosos, como la sociología cultural de Raymond Williams, las teorías de la posmodernidad, la sociología cultural de Pierre Bourdieu, el multiculturalismo, la globalización cultural, etc. Por otro lado, Arturo Rodríguez Morató inicia los debates más vinculados a la sociología francesa de las artes en obras como Sociología de los creadores artísticos (1996), en la que aplica y adapta al contexto español la sociología de las profesiones creativas desarrollada por Pierre-Michel Menger (2009).
El nuevo milenio ha traído el asentamiento y diversificación de la producción científica. Antonio Ariño y Arturo Rodríguez Morató se han convertido en los primeros catedráticos de Sociología de la Cultura. El primero ha seguido produciendo obras relevantes, que desarrollan ideas para el debate sobre la función crítica de la cultura, como Culturas abiertas, culturas críticas (2018), y estudios acerca del consumo y la participación cultural; el segundo ha promovido obras colectivas como La sociedad de la cultura (2007) o La nueva sociología de las artes (2019), donde se combinan diferentes reflexiones sobre el lugar cambiante de las artes en la sociedad posfordista. Además, aparecen otras perspectivas, como la de Juan Antonio Roche Cárcel y sus análisis de la posmodernidad cultural en La sociedad evanescente (2009). Desde una perspectiva más divulgativa, Jordi Busquet ha publicado revisiones de la sociología de la cultura en el contexto actual, como Los nuevos escenarios de la cultura en la era digital (2017).
Tradicionalmente, la indiferenciación de la sociología de la cultura respecto a otras ramas sociológicas se mostraba en el hecho de que no existiera una revista especializada que difundiera sus hallazgos; estos se publicaban en revistas sociológicas de referencia como la Revista Española de Investigaciones Sociológicas , la Revista Española de Sociología , Papers. Revista de Sociología, Política y Sociedad o la Revista Internacional de Sociología . Recientemente, la reorientación de la revista Debats. Revista de Cultura, Poder i Societat ha supuesto la aparición de una plataforma específica para la difusión de la sociología de la cultura. En definitiva, la situación actual muestra un campo dinámico y diversificado, con líneas de investigación en el ámbito de las políticas culturales, las prácticas culturales, la cultura urbana, la cultura popular, las instituciones culturales, los intelectuales, la cultura festiva, la música, la literatura o la danza. Este desarrollo puede verse reflejado en la fundación del Centre d’Estudis sobre Cultura, Poder i Identitats (CEPCI) de la Universitat de València, al que pertenecemos, y se expresa en el progresivo dinamismo del Comité de Sociología de la Cultura y las Artes de la Federación Española de Sociología.
Teniendo en cuenta las cuestiones que hemos mencionado, el objetivo de este libro es elaborar una síntesis exhaustiva de las diferentes tradiciones existentes. No conocemos ningún trabajo, en el ámbito español o internacional, que haya sintetizado las perspectivas que acabamos de mostrar. Existen múltiples introducciones a la sociología de la cultura y los estudios culturales en el ámbito anglosajón, así como diversas aproximaciones panorámicas a la sociología de la cultura y las artes en el ámbito francés, pero no conocemos ninguna obra que sintetice ambas perspectivas y muestre una visión global de la sociología de la cultura contemporánea teniendo en cuenta sus diferentes dimensiones y corrientes. Las dos corrientes fundamentales que hemos identificado tienen fortalezas indudables: por un lado, estamos de acuerdo en la relación entre la producción cultural y el poder, tal como se señala desde la sociología de la cultura británica, pero por otro, también creemos que los campos culturales funcionan de acuerdo con dinámicas complejas y variables que han sido bien documentadas en el ámbito de la sociología de las artes. La combinación de ambas perspectivas, más allá de los elementos actuales de intersección, como el análisis cultural de Bourdieu, puede servir para impulsar la disciplina en una nueva etapa histórica marcada por el proceso de digitalización.
Читать дальше