TRIGO Y OVEJAS
EL IMPACTO DE LAS CONQUISTAS
EN LOS PAISAJES ANDALUSÍES
(SIGLOS XI-XVI)
TRIGO Y OVEJAS
EL IMPACTO DE LAS CONQUISTAS
EN LOS PAISAJES ANDALUSÍES
(SIGLOS XI-XVI)
Josep Torró, Enric Guinot, eds.
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© de los textos: los autores 2018
© de esta edición: Universitat de València, 2018
Coordinación editorial: Maite Simon
Maquetación: Celso Hernández de la Figuera
Diseño de cubierta: Celso Hernández de la Figuera
Corrección: Pau Viciano
ISBN: 978-84-9134-355-4
ÍNDICE
PRESENTACIÓN, Josep Torró , Enric Guinot
1. Espacios agrarios en el Bajo Ebro en época andalusí y después de la conquista catalana (siglos XI-XIII), Helena Kirchner , Antoni Virgili
2. Feudalización y cambio ecológico en el sector oriental de la Extremadura castellana: poblamiento y paisaje en los territorios de Atienza, Sigüenza y Molina (siglos XI-XIII), Guillermo García-Contreras Ruiz
3. Modelos agrarios en Extremadura. Entre el islam y occidente, Julián Clemente Ramos
4. La transformación de los paisajes rurales en el valle del Guadalquivir tras la conquista cristiana (siglo XIII), María Antonia Carmona Ruiz
5. La construcción de nuevos espacios agrarios en el siglo XIII. Repartimientos y parcelarios de fundación en el Reino de Valencia: Puçol y Vilafamés, Enric Guinot Rodríguez
6. «Por donde jamás habían sido conducidas aguas». La transformación agraria del marjal norte de la Albufera de Valencia (siglos XIII-XV), Josep Torró, Ferran Esquilache
7. Los paisajes rurales en las comarcas gaditanas: transformaciones y permanencias. Interacción entre sociedad y medio ambiente, siglos XIII al XV, Emilio Martín Gutiérrez
8. Los campos de los moriscos y de los castellanos de Igualeja, Serranía de Ronda (Málaga), siglo XVI, Ignacio Díaz, Esteban López, Félix Retamero
PERFIL DE LOS AUTORES
PRESENTACIÓN
Entre finales del siglo XI y finales del XV, los reinos cristianos de la península Ibérica protagonizaron un largo proceso de ampliación territorial a costa de al-Andalus. Aunque los conflictos armados entre monarquías y bandos nobiliarios de dichos reinos marcaron la progresiva construcción política de los mismos, lo cierto es que por diversas razones, en buena medida también ideológicas, es el ámbito de la conquista exterior el que ha despertado más la atención, el interés y, sin duda, también la diversidad de lecturas historiográficas sobre su significado a lo largo del tiempo. Esa búsqueda de la peculiaridad, con todo, no debe hacernos olvidar que la expansión de la sociedad cristiana ibérica no fue un hecho excepcional, sino una de las manifestaciones de la dinámica de ensanchamiento de las fronteras de la Cristiandad latina en esa misma época.
Lo cierto es que la expansión militar sobre al-Andalus conllevó la reproducción de las relaciones sociales feudales sobre dichos territorios, así como la configuración de nuevas formas de distribución poblacional y ocupación del espacio, en el marco de una amplia migración de todo tipo de personas y familias al calor de las guerras de conquista. Con todo, lo que historiografías más tradicionales dieron en llamar la «repoblación», resultó ser un proceso histórico de varios siglos, bastante más complejo en todos sus aspectos. Se repartieron tierras y casas, pero también se fundaron pueblas y villas; se crearon señoríos y se generalizó la condición de vasallos fuera de las villas reales; se erigieron parroquias y se estableció la red de obispados, no sólo con funciones religiosas sino también fiscales. Más bien a partir del siglo XIII se instauraron las estructuras del poder real y los gobiernos urbanos, en algunos reinos incluso anteriormente. También mercados y ferias se fueron generalizando, así como las tiendas y los talleres artesanales.
Las investigaciones han mostrado cierta preferencia por el problema de los repartimientos y el asentamiento de los «repobladores», los migrantes cristianos de diversas clases sociales. No cabe duda de que la transferencia de tierras y espacios residenciales andalusíes a los colonos y la aparente pervivencia de los ámbitos de habitación, tanto en las implantaciones cristianas como en los lugares donde permanece la población musulmana, han propiciado que se generalizase durante bastante tiempo una imagen de continuidad entre las formas de asentamiento y ocupación del espacio anteriores y posteriores a las conquistas. Pero no ha sido éste el único motivo. No se puede ignorar el peso de las interpretaciones ideológicas relacionadas con la persistencia milenaria de una sociedad «española», «andaluza» o «valenciana», así como su variante cristiano-católica, que han jugado con fuerza en la historiografía tradicional para resaltar la idea de fuerte continuidad y escasa ruptura entre la sociedad de los vencedores y la de los vencidos. Tampoco ciertas visiones producidas, fundamentalmente, desde el ámbito anglosajón, en las que las transformaciones cristianas quedarían mitigadas por el pragmatismo latente en los tratados de rendición, la pervivencia de instituciones, las prácticas de irrigación...
No vamos a considerar ahora estas cuestiones, pero sí queremos recordar el cambio de perspectivas que, tanto sobre la sociedad andalusí como sobre los efectos de la conquista cristiana de Valencia, representaron los estudios de Pierre Guichard durante los últimos treinta años del siglo XX. El trabajo del historiador francés no sólo estableció las profundas diferencias en las formas de organización social del mundo andalusí en general, sino que también dejó fuera de lugar las ilusiones continuistas en materia de asentamientos y organización del espacio, propiciando una sustitución de las bases conceptuales con que debía plantearse el problema de la colonización cristiana. En esa misma dirección debemos también resaltar la importancia, desde ámbitos diferentes, de la trayectoria de los profesores Miquel Barceló y Thomas F. Glick. El primero, más preocupado por la caracterización del campesinado andalusí a partir del análisis de la organización de les espacios irrigados, de los asentamientos rurales y de los procesos de trabajo, con una atención muy especial al fuerte papel estructurante del parentesco. El segundo, partiendo del estudio de la organización social del regadío valenciano de la baja Edad Media para llegar a una obra de referencia como lo es Paisajes de conquista , dedicada a la comparación de los dos sistemas de organización social del espacio en la sociedad andalusí y la sociedad cristiano-feudal de la península Ibérica medieval. 1
Los trabajos presentados en esta compilación parten del planteamiento historiográfico de que la colonización cristiana de los territorios ibéricos conquistados de al-Andalus entre los siglos XI y XV no se limitó a prolongar la utilización de los espacios agrarios ocupados a los musulmanes, sino que la apropiación fue seguida por cambios profundos en las formas de gestión que, eventualmente, condujeron al abandono y, en otros casos, por el contrario, a una rápida ampliación, dependiendo del éxito de las migraciones que siguen a las conquistas. Por otra parte, todo proceso de colonización se funda en saberes prácticos adquiridos a través del manejo adecuado de muchos factores técnicos y, por tanto, ampliamente experimentados en los medios ecológicos de procedencia. Las cuestiones que permitirían explicar las opciones de los nuevos pobladores y evaluar el alcance de la transformación deben, necesariamente, partir de esta consideración, raramente tenida en cuenta.
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