Fig.1. El Bajo Ebro: asentamientos y espacios de cultivo.
2. LOS ESPACIOS DE CULTIVO
El cauce del río era mucho más amplio y disperso que en la actualidad. La progresiva conquista de terreno cultivable ganado a la orilla y la regulación del caudal del Ebro han posibilitado estabilizar sus márgenes y añadir extensas franjas cultivables en ambas orillas que se pueden reconocer por sus parcelarios ordenados en campos alargados perpendiculares al río, a menudo con canales de drenaje activos, como en la llanura de Castellnou, o la de las Arenas. En las fotografías aéreas se perciben límites parcelarios redondeados, paralelos al río, que fosilizan antiguos márgenes fluviales. La documentación escrita, el análisis de la morfología de los parcelarios y la pros-pección sobre el terreno son tareas fundamentales para poder identificar cuáles eran los espacios cultivados y su distribución a lo largo de las dos orillas y en relación a los asentamientos.
2.1 Los espacios de cultivo vinculados a los asentamientos rurales
Los espacios de cultivo constituyen conjuntos de parcelas compactos, adyacentes a los núcleos de residencia, dispuestos a lo largo de las vías de comunicación que se disponen de norte a sur, paralelas al Ebro. La mención del río y la vía de comunicación principal ( via publica ) en los lindes este y oeste, según el margen donde se encuentre la parcela, indican que el cauce era mucho más ancho y disperso que en la actualidad y, en consecuencia, el espacio cultivable de la llanura fluvial era mucho más estrecho. Los conjuntos de parcelas se situaban en puntos donde el terreno quedaba ligeramente más elevado respecto a la orilla fluvial. La vía de comunicación, que también pasaba por esos terrenos más elevados y unía los diferentes asentamientos, atravesaba los parcelarios, puesto que se documentan parcelas situadas a ambos lados. En los lindes de las parcelas, además, se puede apreciar que unas eran contiguas a las otras formando agrupaciones homogéneas.
En cambio, la falta de contacto entre parcelas asociadas a asentamientos vecinos indica que se trataba de parcelarios discontinuos, sin tocarse entre sí, y entre ellos existían espacios yermos o aguazales fluviales. Los parcelarios estaban situados, al igual que las áreas de residencia, en las zonas de ribera de cota ligeramente más elevada y que podían quedar al margen de las crecidas del río. Actualmente, coinciden en general con los límites de riesgo de inundación calculados por frecuencias de retorno de 50 años, según la Agència Catalana de l’Aigua. Ello no descarta que estos espacios no pudieran ser excepcionalmente afectados por inundaciones.
Otro factor común a estos parcelarios es su localización junto a la desembocadura de los barrancos. Es, justamente, en estos puntos donde la acumulación de sedimentos aportados por los torrentes ha creado pequeñas islas de terreno ligeramente elevadas por encima de la cota fluvial. El método hidráulico mayoritario de captación de agua eran pozos equipados con norias, esporádicamente mencionados en la documentación. 10
Las algeziras de la documentación, se refieren a espacios que estaban claramente rodeados de estanques y, en parte, por el cauce del río. La documentación parece indicar que tenían un aprovechamiento silvo-pastoral pero también de cultivo puesto que se mencionan árboles y parcelas desde fechas muy tempranas. Sus lindes, además, no parecen indicar una contigüidad respecto a los parcelarios adyacentes a los núcleos habitados y en las áreas de deyección de los torrentes. 11
Las almunias y rafales son a menudo mencionados sin hacer referencia a un topónimo concreto, excepto en los casos de la Aldea o el Antic. Sus límites y algunos detalles sobre los elementos que los componen permiten identificarlos como espacios de cultivo que constituyen, probablemente, parcelarios homogéneos, aunque rodeados de prado, lagunas y eriales que serán objeto de operaciones de artiga después de la conquista. 12
2.2 Madîna Turtûsa y sus espacios de cultivo
Madîna Turtûsa se vinculaba a dos espacios de cultivo. En el norte de la madîna , la huerta de Pimpí ( orta de Pimpino , o Pampino en los documentos) constituía el primero de los espacios adyacentes a la vía de comunicación que sigue paralela al río. Se trata de una zona bien documentada, con 24 escrituras formalizadas entre 1148 y 1212 que legalizan diversas transacciones y proporcionan detalles de los cultivos de las parcelas y su localización. A menudo, la vía pública que de Tortosa se dirigía hacia el norte, y el cauce del río, se mencionan en los lindes de las parcelas. Estas se distribuían, por tanto, a lo largo de la vía y la ribera fluvial formando un parcelario compacto y alar-gado. El 50 % de las parcelas eran huertos y no hay menciones a canales o acequias. En cambio, constan algunas referencias a pozos y norias. En un caso se describe la infraestructura hidráulica que debió caracterizar este parcelario: se transfirió un huerto con la noria y la alberca que recogía el agua elevada por el mecanismo accionado por un animal ( orto cum puteo, cenia et çafareg ). 13También había un pozo junto a la puerta de Remolins (AASAB: 268), probablemente, el mismo que poco después, en 1157, Ramon Berenguer IV dio a la orden del Hospital: orto cum ipso puteo et cenia (Delaville I, 195). La irrigación de estos huertos, por tanto, no se realizaba mediante canales derivados del río.
La prospección sobre el terreno, el análisis de la morfología del parcelario y la elaboración de planos permite detectar diferencias en las formas y distribución de las parcelas del área actual de la huerta de Pimpí. Se distinguen dos franjas paralelas al río. La más cercana al actual cauce del río es la más reciente, conquistada a costa de los espacios inundables. La otra franja, de 18 ha de superficie, tiene las parcelas distribuidas a ambos lados de la actual carretera, la cual sigue el trazado de la antigua vía pública, probablemente, con bastante exactitud. Las parcelas de esta segunda franja son las que han de identificarse con las mencionadas en la documentación del siglo XII. La algedira d’Abnabicorta , llamada también illa Xiquina , concedida a los judíos por Ramón Berenguer IV en 1149 (CPFC: 76), estaba formada íntegramente por huertos de los que se mencionan los nombres de los antiguos poseedores andalusíes, se situaba justo al norte de las murallas de la madîna , actualmente, una zona completamente urbanizada (fig. 2).
Fig. 2. Tortosa, la huerta de Pimpí, las Arenas y el prado de Tortosa.
Al sur de la ciudad se abre una gran llanura fluvial que constituía el segundo espacio de cultivo vinculado a la madîna , de unas 500 ha en la actualidad, y que ocupa el espacio delimitado por un gran meandro, entre el río al oeste y los primeros contrafuertes montañosos al este. Los documentos lo identifican con el nombre de las Arenas (se conservan unos 70 documentos) (Virgili, 2010a ). El parcelario se sitúa a ambos lados de la vía que lo atravesaba, llamada de Camarles o de la Aldea. Existen hasta nueve menciones a acequias, siempre situadas en los límites de las parcelas. Estas acequias configuraban una red jerarquizada de morfología ortogonal: había una acequia mayor ( cequia maior ) (DCT: 293, 316) y una acequia media ( esequia media ) que lindaba con una algezira (DCT: 97), localizadas siempre a este u oeste de las parcelas y, por tanto, de trazado norte-sur, que constituían los ejes principales. Había otras acequias siempre citadas en los límites norte y sur de las parcelas y, en consecuencia, dispuestas perpendicularmente a las primeras. Estas no reciben calificativos, excepto en un caso, cuya posesión se atribuye a Ambròs de Sant Ponç (DCT: 305), por lo que todo parece indicar que se trata de canalizaciones menores mencionadas de manera genérica: cechia, illa cequia (DCT: 97, 297, 395, 541, 637; DSC: 79). En este sector, las parcelas son calificadas de piezas de tierra o campos que, presumiblemente, se destinaban al cultivo de cereales, y no parece que estuvieran sujetas a irrigación.
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